Espacio de opinión de Canarias Ahora
Abanderado y Lacoste
Valleseco vivió muchos mandatos consecutivos con alcalde socialista, incluso en los malos tiempos del PSOE, pero desde estas últimas elecciones, coincidiendo con el ascenso del partido, en el pueblo gobierna paradójicamente el PP por un puñado de votos que le otorgó un concejal más.
El Ayuntamiento de Valleseco es uno de esos consistorios leales a Rajoy donde, antes que mecer la bandera municipal, insular o autonómica, se agita la española a todo trapo. La bandera de España de Valleseco es grande, no tanto como la grancanaria que colgó Sorialópez del mástil de 60 kilos de la Fuente Luminosa, pero casi. Rajoy quiere envolvernos en su bandera porque, como ya anuncia el PP en su propaganda preelectoral: “Somos España”. Los demás somos extranjeros en nuestra tierra, apátridas, nacionalistas, rojos e independentistas. El PP es España, su himno y su bandera rojigualda, su pandereta y sus corridas de toros.El otro día Rajoy declaró solemnemente, como un bobo solemne trufado de patriota de hojalata, algo que me dejó perplejo: “Defiendo la bandera española y la monarquía, como hace la gente decente”. Para Rajoy, los nacionalistas (esos con los que gobierna su partido en Canarias) y los republicanos son unos indecentes, aunque también haya mucho republicano de derechas. Mariano cree que los que no son monárquicos y no están dispuestos a defender un trapo simbólico hasta la muerte son unos indecentes, unos indeseables. Mide la decencia por el amor a una bandera y por la lealtad a una corona.Rajoy es de ese PP que anatematiza los nacionalismos a la vez que en la oscuridad se bebía unos chatos con Arzalluz y hablaba catalán en la intimidad con Pujol cuando les hacía falta para gobernar. Luego, cuando no le son necesarios, los llama terroristas, separatistas y corea pareados indignos como el de “Pujol, enano, habla castellano”. Imagino la marca de la ropa interior de este abanderado rojigualdo que hoy se abraza a la gaviota como mañana lo puede hacer a un cocodrilo de Lacoste por simple interés partidista, algo que nada tiene que ver con la patria que él cree que se rompe. Las que se rompen son las malas prendas de vestir que no resisten un prevalado y convierten a un fiero cocodrilo en una fugaz gaviota indecente.
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