¿Quién se acuerda ahora?

Lo que no creo que esté tan claro es que la primera es un remake de una película del mismo título, estrenada en 1981, y la segunda es la continuación de Tron, estrenada en 1982. Y digo esto, porque ni la original Clash of the Titans ni Tron fueron películas bien consideradas por la misma crítica especializada o el mismo público que ahora parece estar deseoso de verlas, dos décadas después.

En el caso de la original Clash of the Titans puede que ésta llegara, quizás, un poco tarde a las pantallas, aunque la técnica utilizada por Ray Harryhausen para dar vida a personajes como Pegaso, el Kraken, o la impresionante Medusa era la misma que utilizó la ILM de George Lucas para animar los Taun-Taun y, que yo sepa, nadie se quejó. Además, la historia que cuenta la película, todo un canto a la mitología clásica griega y a alguno de sus héroes por excelencia, se me antoja muy atractiva. Ni siquiera el reparto desentonaba en 1981, estando éste encabezado por Sir Laurence Olivier, Maggie Smith, Ursula Andress, Burgess Meredith y la pareja Harry Hamlin y Judy Bowker, en los papeles de Perseo y Andrómeda.

Sobra decir que el trabajo de un artista de la talla de Ray Harryhausen estuvo más que a la altura de las circunstancias, no solamente porque fuera también productor de la película, sino porque personajes como Pegaso, Meduso o Bubo, el búho, le daban la oportunidad al animador para lucir todas sus habilidades. No hay duda de que, junto con la mítica Jason y los argonautas, Clash of the Titans es uno de los mejores trabajos de Harryhausen.

Pues, a pesar de todo esto, la película fracasó en nuestro país, algo que sigo sin entender. Fue un éxito en el resto del mundo.

Con Tron pasó exactamente lo contrario. La película se adelantó una década a su tiempo, puesto que, en 1982, éramos muy pocos los que estábamos familiarizados con los videojuegos, o con las primitivas máquinas recreativas. De ahí que, una película que se desarrolla dentro de un videojuego, pillara a los espectadores con el paso totalmente cambiado.

Una estética demasiado futurista e impactante mezclada con una narración para la que había que estar preparado -visualmente hablando- fueron causas más que suficiente para que los espectadores ni siquiera se plantearan acudir a verla. Craso error, dado que el espectáculo cinematográfico que esta película ofreció, hace casi tres décadas, todavía hoy continúa sin ser superado, teniendo en cuenta los medios con los que se contaba en aquellos momentos.

En el reparto de Tron sobresalía la figura de Jeff Bridges como el programador Kevin Flynn, y la del actor David Warner en su triple papel de Ed Dillinger/ Sark/ Voz del control central de programas. El reparto se completaba con la pareja Bruce Boxleitner y Cindy Morgan en el papel de Alan Bradley/ Tron y la doctora Lora Baines/ Yori. De todos ellos, quien mejor se lo pasó fue, sin duda alguna, Jeff Bridges, algo que se sabe no solo por lo que el actor ha declarado a lo largo de los años, sino por las sensaciones que transmite en la película.

Sin embargo, lo realmente importante de Tron no fue el reparto, sino la visión que dio de un mundo digital muy accesible en nuestros días, pero totalmente impensable en aquellos años. Por todo ello, el relativo fracaso a nivel mundial de la película se puede llegar a entender.

Se dice que el tiempo pone a cada cual en su sitio y treinta años después el estreno de la nueva versión de Clash of the Titans y Tron Legacy ya se han convertido en un fenómeno mediático, muchos meses antes de su estreno. Nunca es tarde, si la dicha es buena, pero, lo que ahora me pregunto es cuántos de los espectadores que ahora arden en deseos por estas dos películas han visto las versiones anteriores?

Existe una versión en DVD de Tron relativamente fácil de encontrar, mientras que de la original Clash of the Titans habrá que esperar hasta el mismo día del estreno de la nueva versión, el 26 de marzo de 2010, para poder disponer de una nueva versión en Blu-Ray. A ver si ahora quienes no fueron capaces de ir a ver las películas originales les dan otra oportunidad. Si lo hacen, no se sentirán defraudados.

Eduardo Serradilla Sanchis