Augurios

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Por conocimientos estimados que se tengan, recomiendo que cada cual gestione su renta. El mero hecho de insinuar actuaciones sobre dinero ajeno se muestra como una de las medidas más arriesgadas que cada cual debería asumirla como tarea propia. Cada persona, convertida en inversora, tiene rasgos diferenciados. Las hay con mayor aversión al riesgo, en donde el dicho de “pájaro en mano que ciento volando” es su primer mandamiento. Y también las hay con una predisposición al azar porque en él ven posibilidades de ganancia. Pero nadie se conoce tan bien como uno mismo.

Cada cual debe tener la libertad de tomar cualquier decisión, desde ser más propenso al riesgo y no importarle arriesgar cuanto haga falta para que la inversión ofrezca una mayor rentabilidad, pasando por una postura más neutral y un poco más prudente y, como extremo, el rechazo o aversión al riesgo en cada una de las oportunidades del mercado. Ahora bien, tengamos en cuenta que no existen “duros a cuatro pesetas” o, “euros a noventa céntimos” si lo formulamos en un lenguaje más actual.

Bajo todos estos conceptos, la volatilidad es el elemento crucial que un inversor debe considerar. Generalmente estos riesgos son consecuencia del rumbo que tome la economía, tanto por parte de las empresas emisoras que cotizan o cualquier acontecimiento internacional, por lo que no es sorpresa que las bolsas de valores registren grandes caídas y después obtengan picos estrambóticos de ganancias. O viceversa. De hecho, se muestran como variables de descuento de lo que va a ocurrir. De ahí la importancia de su análisis.

Aun así, la renta variable vía cotizaciones bursátiles lleva un tiempo recuperando su situación perdida en el pasado año. Pero, siempre hay un pero, al igual que se coge resuello para seguir subiendo una montaña, con las ganancias pasa lo mismo. Y es que resulta que hay bolsas en las que se están alcanzando ganancias en torno al 10% y hay una regla no escrita que tal cifra se convierte como refugio. De hecho, es un nivel en el que muchas se dedican a dar beneficios a la espera de que se produzca una nueva corrección para volver a entrar en el mercado.

Asistir a saldos de rentabilidad cercanos a un intervalo situado entre un 9 y el 12% en tan poco horizonte temporal hace que, incluso, la parte más osada se vuelva prudente, porque estamos en la antesala de un proceso de crecimiento económico y la creación de empleo digno de una postguerra.  Y es que, al igual que se anunció una catástrofe, también hay que augurar una recuperación, ni tan rápida ni tan voluminosa como la caída, pero, al fin y al cabo, recuperación.

La advertencia no debe ir más allá de enfrentarnos a caídas de las ratios bursátiles no por ningún problema más grave del que está sucediendo, sino como un repliegue de carteras. Aun así, hay diferentes productos, en donde hacen acto de aparición los que ofrecen refugio por antonomasia, como son los bonos. Es poca rentabilidad comparada, pero el riesgo es limitado debido a que se garantiza cierto avance incluso en momentos de amplia volatilidad ofrecida por la inflación que, de seguro, también se incrementará paulatinamente en los próximos meses. Y si no, tiempo al tiempo.

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