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La calle es nuestra... ¿Y ahora qué?

Eloy Cuadra Pedrini / Eloy Cuadra Pedrini

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Una lectura en clave dialéctica.

La dialéctica entendida como la planteó Hegel y la continuó posteriormente Marx, afirmaba la necesidad de confrontación de opuestos, siempre en lucha, siempre en oposición, como motor y origen de todos los cambios. Si trasladamos ese planteamiento a lo que está pasando, observamos como el sistema, de momento, no se da por aludido ante las movilizaciones, no entra en confrontación, no desaloja a los acampados, y este hecho, está no acción de una de las partes juega paradójicamente en contra del movimiento 15M. Los indignados deberemos encontrar la forma de provocar al poder para que sí actúe, de lo contrario corremos el riesgo de caer en vía muerta y acabar nuestro recorrido apenas empezado.

Rebeldes, con causa o sin causa, pero rebeldes.

Con causa, sin duda, a poco que nos acerquemos a algunos datos de nuestro panorama sociopolítico, recopilados en buena parte en el célebre ensayo Reacciona, y en especial en el capítulo de Ignacio Escolar, La generación estafada, el cual recomiendo encarecidamente que lean si no lo han hecho ya, aún a riesgo de que su indignación suba hasta cotas muy altas.

Indignados y reaccionando, el movimiento del 15M y todo lo que ha dado de sí hasta ahora, ha supuesto para algunos, yo diría que para muchos, una catarsis interior de considerables dimensiones. Así, del mismo modo que hubo un Mayo del 68 que quedó grabado por siempre en la conciencia de los que lo vivieron, también está grabado ya en el corazón de muchos el mágico 15 de mayo del 2011, como el día en el que una parte del pueblo español se levantó y dijo basta. ¿Y saben?, por experiencia os digo que aquel que prueba una vez el néctar de la rebeldía y no es reprimido, querrá más, y más, y más, y nunca más el miedo será ya para él un condicionante, como el pájaro enjaulado que una vez consigue ser libre, ya mil veces vuelva a la jaula mil veces intentará escapar. Sirva esta reflexión primera para valorar justamente lo conseguido hasta ahora: pase lo que pase el 15M quedará ahí, grabado en nuestra conciencia más viva. Lo que suceda de ahora en adelante podrá salir bien o mal, pero si una vez fuimos capaces, no lo duden, lo volveremos a intentar.

Morir de éxito.

El 15M es un movimiento que a muchos ha pillado de sorpresa, tanto es así que yo diría que es el acontecimiento del año en España. Acostumbrados como estábamos a tragar con todo, se había extendido entre la ciudadanía el convencimiento de que el español es apático, está domesticado, no protesta, no se rebela, no grita, simplemente traga y acepta. El 15M ha demostrado que no es así, pero estaban todos tan convencidos de que era imposible que ahora, deslumbrados por esta maravillosa explosión de rebeldía, se corre el riesgo de caer en un estado de euforia desmedida que nos lleve a creer que estamos ante un movimiento más grande y más fuerte de lo que en realidad es, y el movimiento puede llegar a morir de éxito. Volar es bueno, es un logro lo conseguido, pero a efectos prácticos todavía no se ha logrado nada. Conviene pues tener los pies en el suelo, no dejarse llevar por la euforia y querer cambiar el mundo en una semana. Desde aquel Mayo del 68 hasta este Mayo del 2011 han pasado más de 40 años, hay que tener un poco de paciencia y afirmar lo conseguido antes de intentar un nuevo asalto.

¿Dónde está el líder del 15M?

Eso mismo se pregunta el señor Hessel, quien para muchos es el padrino de este movimiento por su famoso libro Indignaos. Hessel ve en la ausencia de un líder un problema, pero yo no lo veo así. En un artículo que escribí no hace mucho, titulado El sistema y sus enemigos, argumentaba que para el sistema y sus mandamases es bueno tener objetivizado y definido al enemigo, al objeto de poder atacarlo, manejarlo y en su caso eliminarlo, pues siempre será más fácil que ir contra una marea de movimientos locales dispersos. Del mismo modo, en el artículo se decía que el sistema para protegerse y evitar focalizar en alguien o algo el odio de la masa, difumina a los suyos o los esconde, tal es el caso de los mercados, las corporaciones, el poder económico, los bancos: no hay un líder del Mercado, ni hay un líder de los banqueros mundiales, ni un mandamás económico, o si los hay no somos capaces de identificarlo, son muchos, son todos.

Así, en mi opinión una de las potencias del movimiento del 15M es precisamente esa, la ausencia de un líder visible y reconocible al que puedan estudiar y finalmente atacar. El reto es complicado no obstante ?evitar las luchas por el poder en cada grupo, el ego y la competencia, para mantenerse unidos y coordinados haciendo que prime la solidaridad y el consenso sobre la voz de un líder que haga de catalizador-, y en eso hay que darle la razón al señor Hessel, mantener el orden y la coordinación en un conglomerado de colectivos y grupos locales tan variados y dispares sin un líder carismático que diga y haga no es nada fácil. Pero, nadie dijo que la revolución fuera fácil.

Los del viejo paradigma.

Y el paradigma del que hablo no es otro que la vieja dicotomía entre la derecha y la izquierda. Un paradigma que hay que superar y que la ola del 15M parece estar queriendo hacer, para disgusto de los que aún quedan en la izquierda. Y es que el 15M es un movimiento ciudadano que no viene en apariencia dirigido por ningún partido político, con una masa importante de gente joven y una línea anticapitalista a mi modo de ver muy clara. Se declaran apartidistas, no apolíticos. Evidente: cualquier acción con contenido reivindicativo tiene por ende contenido político. Pero, ¿un movimiento anticapitalista que no es de izquierdas? ¿Cómo se explica eso? Y lo que es peor: ¿cómo se van a tomar este desprecio a la izquierda los “profesionales” políticos y sociales que aún quedan en la izquierda? A tenor de lo que ya se empieza a leer se lo están tomando muy mal.

En mi opinión, en cambio, no deberían enfadarse tanto los viejos roqueros, pues la situación es hoy la que es también en parte por los muchos fallos y anacronismos que esa misma izquierda ha cometido, por sus luchas intestinas, por no querer regenerarse, por no saber ver, y pre-ver. Los jóvenes del 15M dicen: a problemas nuevos soluciones nuevas, y también lenguajes nuevos. Y de eso se trata, a mi modo de ver, de superar los viejos lenguajes ?república, socialismo, clase obrera- para avanzar hacia una nueva polaridad de fuerzas, no ya la de la derecha frente a la izquierda, si no otra ?cuestión que desarrollaré más ampliamente en un próximo artículo-. Los profesionales de la izquierda deben pues ver en este movimiento ciudadano un experimento ilusionante aún por desarrollar, que sin duda deben alentar y apoyar, pero harán mal si pretenden entrar en la dinámica con aires de superioridad, y harán aún peor si despechados por el desprecio intentan dinamitarlo.

Cuidado con las trampas/hay que mantener el marco.

“Está muy bien lo de salir a la calle, gritar, cacerolear y ocupar las plazas, pero, aparte de eso, ¿proponen ustedes algo más?”

Esta es la frase más repetida por los externos al movimiento 15M para ponerlo en cuestión. Es una trampa. Nos piden que hagamos algo para lo que no estamos preparados, están invitándonos a salir de nuestro marco de referencia, quieren que juguemos fuera de casa, quieren ponernos en evidencia para deslegitimarnos y así acabar anulándonos. En otra reciente publicación mía ?Llega el PP, paso a los elefantes- explicaba los motivos de la debacle socialista, poniendo el acento en cómo la derecha gana después de sacar al PSOE de su marco de referencia. El ejemplo nos debe servir de aviso. Los indignados no debemos convertirnos en políticos, para empezar porque estamos fuera de los resortes del poder, y por tanto no manejamos los datos reales de lo que pasa, pero es que aunque estuviéramos dentro nos resultaría fácil, pues tampoco los que tienen todos los datos, esto es, los mismos gobernantes, encuentran la manera de solucionar los problemas que afectan a los ciudadanos.

Abundando en argumentos se me ocurre un ejemplo cercano: el terremoto de Lorca, o cualquier otro terremoto. Hay edificios que han quedado dañados pero podrán repararse para volver a ser habitados, y hay edificios que están tan dañados que deberán ser demolidos por completo para construir otros nuevos en su lugar, más resistentes a los terremotos. Trasladando esta metáfora a lo que nos ocupa, nos encontramos con un edificio que se llama Capitalismo, un edificio que, para muchos de los que estamos tomando las calles tras el 15M, se tambalea y está próximo a colapsar. Pero lo cierto es que también son muchos, muchos más los que todavía creen en la robustez de ese edificio y siguen apuntalándolo, siguen reforzándolo, siguen habitándolo. Hay riesgo de derrumbe, y hay mucha gente dentro. ¿Qué se puede hacer? Podemos correr y alejarnos, pero esa es una postura un tanto cobarde y tampoco nos pone a salvo del todo; o podemos dejar al descubierto los daños y defectos en el edificio, para que cada vez más gente se de cuenta del inminente derrumbe y puedan salir. En definitiva: no podemos construir un edificio nuevo en el lugar en el que aún se mantiene el viejo y defectuoso edificio, primero hemos de desmontar, deconstruir, con el menor daño en el desmontaje, para luego poder construir.

Bien pero? ¿cómo se traduce esta metáfora en acciones y propuestas de acción para el movimiento del 15M? Muy sencillo, a mi modo de ver: seguir incidiendo en esa Democracia Real Ya que se pide a voz en grito desde la calle y que por desgracia no existe, seguir desenmascarando la farsa de democracia en la que vivimos, con los mil absurdos e injusticias que provoca, seguir haciendo despertar a la gente para que abandonen ese edificio, al tiempo que se avanza en propuestas que sí son en verdad democráticas, participativas, justas y de sentido común.

Eloy Cuadra Pedrini

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