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La ceguera

Eduardo Serradilla Sanchis / Eduardo Serradilla Sanchis

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El punto de partida del mismo arranca en el momento en que los seres humanos, sin saber la causa, empiezan a quedarse ciegos. La epidemia se contagia en cualquier parte del globo y sin una causa aparente. Es como si quien perdiera la vista, se viera inmerso en un gran mar de leche. Poco a poco y a causa de la enfermedad, la civilización tal y como la conocemos se empieza a desintegrar y los seres humanos regresan a su estado más primitivo, luchando sólo por su supervivencia.

La única opción de las autoridades, como si de una película de zombis se tratara, es la de aislar a los afectados y seguir buscando una cura para una enfermedad tan terrible como implacable.

Y, al igual que ocurre con otras plagas, algunas personas no se contagian, permanecen inmunes ante la enfermedad.

Esas personas, como la protagonista de la historia, se convierten en los soberanos de lugar, a imagen del refrán que dice, en el reino de los ciegos, el tuerto es el rey.

Claro que Saramago no se contenta con los tópicos al uso, sino que los retuerce a su conveniencia, otorgando el mandato a los ciegos reales, aquellos que llevan toda su vida o gran parte de ella privados de la visión. A su vez, esas personas que viven permanentemente en tinieblas son las que mejor entienden aquella situación y saben cómo comportarse ante la locura colectiva que se desata.

La protagonista de la trama prefiere permanecer al lado de su marido afectado ?de profesión oculista, para más señas-y tratar de ayudar a las personas que comparten el encierro, sin decirles que ella sí que ve. Aquello terminará por colocarla en una encrucijada cuando algunos de los enfermos decidan adueñarse de la situación, merced a la combinación del miedo, la ignorancia y el poder de las armas de fuego.

Ustedes se preguntarán para qué puede necesitar un invidente posesiones materiales, dentro de un recinto cerrado y custodiado por el ejército. En teoría para nada, aunque no por ello desistan de su empeño en sentirse los líderes de la situación.

Al final, y tras soportar la humillación que supone aceptar que uno pertenece a la raza humana, la mujer tendrá que admitir que no le queda más remedio que asumir su responsabilidad y poner algo de orden en aquel caos. Es una decisión que la marcará profundamente y que le hará ver la realidad de su sociedad de una manera distinta.

Sobre este particular, algunos críticos le han reprochado a Saramago que el personaje de la mujer del oculista tarde tanto en actuar, al ser la única que ve en toda aquella situación. Personalmente, creo que ella sólo trata de asimilar lo que está viendo y pensar que la situación no podría empeorar más, algo que al final sí ocurre.

De ahí que su cambio de actitud esté motivado por la misma necesidad de supervivencia que hace que otros de sus compañeros se comporten como verdaderos animales enjaulados. En su caso hay un cierto sentimiento de revancha y cierta venganza, pero lo que le motiva a actuar así es el instinto de supervivencia que aflora nada más colocar a una persona en una situación un tanto límite.

Ensayo sobre la ceguera ?Blindness- ha sido adaptado al cine gracias a Fernando Meirelles ?director de Ciudad de dios y El Jardinero fiel. La película está protagonizada por Julianne Moore, Mark Ruffalo, Gael García Bernal y Danny Glover.

Saramago siempre se había declarado reacio a vender los derechos de su obra, por la siguiente razón: Yo siempre me he resistido, porque es un libro violento sobre la degradación social, la violación, y porque no quería que terminara en las manos equivocadas, las cuales no supieran entenderlo. Tras varias negativas, fue Meirelles quien logró convencer al escritor que su tratamiento de la novela, basado en un guión de Don McKellar, era el apropiado.

Según el director brasileño lo más atractivo de la novela reside en que es una alegoría sobre la fragilidad de la civilización. Creemos que nuestra civilización está a salvo de muchas cosas, pero cuando ocurren sucesos como los que se narran en la novela de Saramago, el ser humano vuelve a su estado más primitivo y elemental, sin necesidad de pensárselo mucho.

Blindness es una película dura, seca, desagradable, no sólo porque como espectador no puedes hacer nada que ayude a quienes están viviendo lo peor que llevar el hombre en su interior, sino porque, irremediablemente, te acabas por ver reflejado en toda aquella locura colectiva.

Durante las dos horas que dura su metraje son muchas las preguntas que te asaltan, aunque hay una que termina por martillearte tu cabeza sobre las demás ¿A qué grupo perteneceré yo, a los que ven o a los ciegos que se dejan llevar por sus instintos más primitivos?

Sé que es una pregunta de difícil respuesta, en un mundo donde tienes que cerrar los ojos ante los atropellos, los sinsentidos y los abusos de quienes manejan la sociedad actual como su patio de recreo. Se pueden mantener los ojos abiertos, pero ello no significa que se pueda cambiar nada y, si te involucras demasiado, de alguna u otra forma acaba aflorando el instinto de supervivencia, el cual no siempre es el mejor guía.

Sea como fuere, y a pesar de las críticas recibidas por diversas asociaciones de ciegos -los cuales no están de acuerdo con el tratamiento que se les da a los invidentes- Blindness es una película que no te deja indiferente ni durante la proyección ni cuando sales del cine y comienzas a ver el mundo de otra manera. Siempre y cuando el mundo sea como nosotros lo vemos, y no formemos parte de los contagiados por la enfermedad de la “ceguera” descrita por Saramago en su novela. Eduardo Serradilla Sanchis

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