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La otra Chacayca

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Rafael Yanes Mesa, Rafa, ex alcalde de Güímar, dejará de ser Diputado del Común próximamente. Cuando fue declarado finalista del premio Planeta de novela 2010, escuchamos la noticia en la SER en ruta a Icod de los Vinos y nos apresuramos a telefonearle. Contestó de inmediato. Chacayca era el título de su obra.

Lo dijo de entrada, cuando le llamaron desde la editorial para anticiparle la buena nueva: una doble sensación, sorpresa y satisfacción. Hubo quien pensó que podía tratarse de Julio, su hermano, historiador e investigador. Pero no, era Rafa, quien en silencio, con tesón y modestia, alternando con sus deberes políticos de entonces, encontraba tiempo para ir dando consistencia a Chacayca, alimentando la imaginación en páginas que sus amigos y compañeros esperamos ansiosamente, motivados también por esa condición de finalista. Rafael Yanes es así, esas cualidades forman parte de su carácter. Todos nos alegramos de aquel éxito suyo.

Doctor en periodismo y profesor de la facultad de Ciencias de la Información de la Universidad de La Laguna. Conocíamos algunas publicaciones suyas, relacionadas todas ellas con el mundo del periodismo y de la comunicación, pero no sabíamos que durante años fue ensamblando los capítulos de una novela en la que ha invertido quince años, sencillamente porque no la escribió de continuo. Hasta que la concluyó: no dijo nada a nadie, ni a sus más allegados, cogió un sobre e introdujo el original, remitiéndolo a Barcelona. Allí, un jurado compuesto por Angeles Caso, Juan Eslava Galán, Per Gimferrer, Carmen Posadas, Rosa Regás, Carlos Puyol y Alberto Blecua, lo seleccionó entre los quinientos nueve que batieron un récord de participación, y lo elevaron a finalista.

Una historia real, Mi Macondo particular, Una historia de amores y desamores fue desgranando Rafa en la radio cuando le preguntaron por el contenido de Chacayca, ambientada en su pueblo, allá por el siglo XIX, con personajes ficticios tomados de vecinos que el autor había tratado a lo largo de su vida. El título de la obra se corresponde con el de un barrio del término municipal donde Yanes ejercía de docto alcalde, de hombre pausado y dialogante, sensible y respetuoso. En aquel pueblo, según pudimos leer, ocurrieron infamias reales, una historia en la que se suceden episodios de desigualdad, incomprensión y marginación entre sus mujeres. Nos congratulamos, como tantos otros, de aquella conquista, “el sueño de mi vida”, según dijo en sincera confesión.

A la que siguió un nuevo ciclo político, el de Diputado del Común, sucediendo en el cargo nada menos que a Jerónimo Saavedra Acevedo. Rafael Yanes lo hizo bien, impuesto desde el principio del ejercicio de que el cometido representaba un nuevo compromiso político, ahora enfocado desde una perspectiva diferente, para defender causas difíciles, a personas y representaciones que se sentían perjudicadas por demoras y tramitaciones plagadas de vericuetos e incomprensiones. Ahí estuvo Yanes como un auténtico defensor, poniéndose al frente de quienes acudían a él en busca de una mano amiga para obtener acaso una expectativa de solución o una simple palabra esperanzadora. Mantuvo una línea crítica y consignó en sus memorias anuales datos estadísticos que no hablaban, precisamente, de progreso o avances sociales. Los ejemplos más recientes eran la lista de espera de la Dependencia, con menos de sesenta profesionales para afrontar las valoraciones correspondientes; o el incremento de unas trescientas sesenta mil personas en situación de dependencia y el incremento de casi un 320% de las reclamaciones a las administraciones públicas canarias desde el año 2018.

Rafa Yanes convivió en esa otra Chacayca, erizada, mucho más amplia y mucho más convencionalista o materialista, con dedicación y ganas de ser útil. Rodeado de un buen equipo, cumplió con creces. Suerte.

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