El Gobierno venezolano, con el agua al cuello, cerrará RCTV (Radio Caracas Televisión). Un grupo oficialista está contra esta medida por el costo que implica nacional e internacionalmente y le han presentado a Chávez alternativas para no hacerlo. Sin embargo, la decisión del caudillo es propinar un castigo ejemplarizante. Esta decisión brutal, injusta, escandalosa y sólo basada en motivos políticos, es un punto de quiebra en la relación del régimen con el país. Nadie sabe cuánto durará Chávez aferrado al poder, pero con esta disposición triste, hija de la barbarie y del despotismo, se cierra una etapa. GANANCIAS. El Gobierno cierra RCTV y transmite un mensaje. Le dice al planeta entero que tiene el poder como para hacerlo, a despecho de críticas, presiones y protestas. Esta clausura arbitraria es un acto de poder imperial. Tiene el sabor del “me da la gana”. Ninguna queja es tomada en cuenta; ningún diálogo es posible; ninguna defensa es respetada. Se trata del bulldozer que entra, inmisericorde, sobre el hogar y lo derriba con la gente dentro. Tal conducta tiene efectos; el más importante de los cuales es la intimidación; al menos, cierta intimidación. Ya se ha visto cómo la mayoría de los medios se restringe en sus tonos; varios medios practican abiertamente la autocensura, mientras otros fragmentan su audiencia: en una parte, critican a sectores del Gobierno, y, más allá, se alían con el ala “buena” del chavismo. Se suprime la protesta y se procura meter miedo para que los venezolanos se abstengan de decir su rabia y su descontento. Es el mismo método empleado para combatir la delincuencia: de acuerdo con la nueva tesis hay unos seres humanos que reciben tiros y sus muertes son homicidios; hay otros que se le atraviesan desprevenidamente a las balas y sus defunciones no son homicidios, sino errores del muerto. No es que los matan, sino que se mueren.El Gobierno de Chávez gana espacio con esta medida arbitraria. Chávez le da carne a sus leones más glotones y miserables. Logra intimidar a los vacilantes. Hace retroceder a los débiles. Consigue que el acto de mandar sea una demostración de ilegalidad impune. PÉRDIDAS. El costo en el que el Gobierno incurre por el cierre de RCTV es inestimable. El más importante de los resultados no ha sido computado todavía adecuadamente y es que ya no puede engañar con su fachada electoral fraudulenta. Como es de conocimiento público, la disidencia democrática ha estado dividida cuando se trata de considerar la naturaleza del proceso chavista. Unos lo han visto como un caso de autoritarismo extremo que no acepta ni aceptará su relevo por la vía de elecciones democráticas normales, mientras que otro sector lo aprecia como un régimen de rasgos autoritarios pero que deja -de grado o por fuerza- vías abiertas, que eventualmente puedan conducir a su sustitución cuando la oposición sea mayoría (esta franja aprecia que la disidencia no es mayoría). Sin embargo, la medida despótica contra el canal 2, que se suma a los múltiples atropellos recientes, es el elemento que, para unos y para otros, parece configurar un umbral de no retorno. Al margen de si conviene o no participar en alguna eventual votación organizada por un CNE (Consejo Nacional Electoral)como éste, que de nuevo auspiciará el fraude, lo cierto es que las ilusiones se han disipado. Hay una convergencia entre la oposición dura y la light. No sólo esta última ha entendido que las rendijas abiertas por el Gobierno son ilusorias, sino que también aquélla ha aprendido que la desesperación, la aventura y la precipitación, no conducen a victoria alguna. No hay unidad, pero hay más áreas comunes.Una enseñanza fundamental ha sido obtenida. La lucha en esta etapa no ha sido de grandes manifestaciones, salvo la gigantesca de la semana pasada. Esas marchas son importantes, pero son un elemento más, dentro de un complejo proceso de desgaste del régimen. La difusión de la arbitrariedad oficial y la demostración de que el cierre de un canal de TV no sólo afecta a los adversarios del Gobierno, sino a sus partidarios, constituyen factores que han generado un estado de opinión galvanizado. Desde esta perspectiva, la resistencia al Gobierno se ha hecho ampliamente mayoritaria, cuestión que debería funcionar ilustrativamente hacia los que, dentro de la oposición, profesan como dogma el que Chávez siempre es mayoría. Hasta para las encuestas de goma, hoy, la disidencia es mayoría en contra del atropello.Un ingrediente importante es la reacción que se observa en Venezuela frente a los intentos de regimentar la vida de los seres humanos. El postulado de estos bárbaros siempre ha sido el de pensar que saben mejor que los ciudadanos lo que a éstos les conviene. Es decir, perennemente tienen un propósito pedagógico cuando blanden sus sables y disparan sus fusiles, cuando encarcelan y reprimen, cuando exilian o matan; siempre están educando a alguien. Así, se proponen prohibir el cigarrillo y el licor, la música del imperio, el arte decadente, el consumo conspicuo, los viajes a Miami, el gusto por esas chocarrerías burguesas como las casas y los autos y, no podía faltar, quieren controlar lo que se ve en televisión con el objetivo de modelar conductas. Estos intentos moralizantes los han compartido desde Hitler y Stalin hasta Fidel Castro, Franco, y Chávez. Son los exégetas infernales, siempre en el ejercicio de la pedagogía de los tiranos. Practicantes monstruosos de la máxima según la cual la letra, con sangre, entra.BALANCE. En esta pelea los costos superan en mucho a los beneficios obtenidos por el Gobierno. Hasta para los contemporizadores, Chávez dejó de ser el venático líder que daba manotazos sin orden ni concierto; ahora se le reconoce como el jefe de un neoautoritarismo implacable cuyo propósito más importante es conservar el poder, eliminar toda posibilidad de relevo democrático, someter al ahogo cualquier disidencia, y hacer de quienes discrepen unas sombras, unos no ciudadanos, exiliados en su propia tierra.Si hubiese una molécula de sensatez ordenaría para que abriera una retirada honrosa al Gobierno. Después, Chávez aparecería diciendo que respeta los poderes y se saldría de la suerte como con lo del etanol y Lula. Recuérdese que después de gritar contra el etanol, llegó a la reunión de Margarita y con todo desparpajo dijo que siempre le había gustado el etanol, que, es más, hermano Lula, ayúdame a producirlo para vendérselo a los gringos. Sin embargo, no parece probable un retroceso. Quieren provocar una confrontación ya. Quieren que alguien se alce por la libre, para aplastarlo. Quieren justificar la represión. No hay que complacerlos. El tiempo llegará y lo escogerá el país democrático. Inexorablemente, pero sólo cuando la hora sea llegada. Iñaki Anasagasti