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El CO2 sigue imparable ahogando nuestra atmósfera en el planeta

Teo Mesa

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Aciaga ha sido la reciente noticia de la prensa sobre el desmesurado aumento de dióxido de carbono CO2 emitido por las emanaciones de gases de la industria, coches y otros elementos de uso actual, originados por la quema de combustibles fósiles, que sigue imparablemente creciendo. Ya hemos superado el tope histórico con los 400 partes por millón, por continuidad y de forma global, y mucho más de lo soportable por la atmósfera, que se estima en la mitad. Este nefando gas es el causante del efecto invernadero que genera el cambio climático. Y lo trágico, anuncian los expertos de Organización Meteorológica Mundial, es que se mantendrá este alto índice durante todo este año; y de seguir así, durante todo el año venidero. Y aún más tiempo.

Absolutamente de nada ha servido la última cumbre de París, celebrada en octubre del pasado año 2015, en la que se llegó a un compromiso para limitar las emanaciones de estos gases, por las grandes potencias más contaminantes del globo, muy especialmente, China y EE UU. India, Japón, Rusia, Alemania, Inglaterra, etc. para que por efecto de estos humos venenosos, no se produzca el aumento de la temperatura global por debajo de los 2 grados en 2050. Fue como se preveía, un canto de sirena.

Éstas y todas las demás naciones no han cumplido los pactos firmados y acordados, como han hecho burlona y falazmente hasta el presente, en todas las anteriores cumbres concordadas para frenar el cambio climático. Singularmente desde la primera convención del Protocolo de Kioto, en diciembre de 1997, en la citada ciudad nipona. Ninguno de los compromisos firmados, por los ciento noventa países asistentes, se ha conseguido el respeto y compromiso asumidos con el medio ambiente, en las varias cumbres celebradas desde entonces.

Ante la burda ceguera y los egoísmos de los dirigentes de todos países por no aminorar sus emanaciones de gases de CO2, y por ende, sus mortales humos industriales, con lo cual se perderían los dividendos económicos que les producen sus venenosas y letales industrias, hemos llegado a estos extremos de lesa humanidad con la Naturaleza y los seres vivos. Preferimos el ecocidio a perder el supuesto ‘bienestar’ a corto plazo que genera esa asesina economía. Petteri Taalas, secretario general de la OMM, ha anunciado: “El verdadero problema es el dióxido de carbono que permanece en la atmósfera durante miles de años y en los océanos aún más tiempo. Si no atajamos las emisiones de CO2, no podemos luchar contra el cambio climático ni mantener el ascenso de la temperatura por debajo de los dos grados respecto a la de la era preindustrial”.

El aumento de temperatura sobre la Tierra está siendo alarmantemente considerable. Desde que oficialmente se registran las mediciones, que parten en el año 1880, en los últimos periodos anuales se han registrado las cotas más altas de la historia meteorológica. Los dos últimos años: 2014 y 15, han sido los ciclos de tiempo más calurosos conocidos hasta ahora. Nuestro planeta es copiosamente más cálido hoy que hace unos 120.000 años. También se debe este crecimiento por estar la superficie marina más cálida que en tiempos precedentes.

Estos disloques producidos por las codicias y demencias del ser humano en las temperaturas del clima en toda la Tierra, hace que toda la Naturaleza viva o física territorial y acuosa, se deteriore asimismo a la par. El fenómeno climatológico de El Niño, que se originó por el calentamiento global en 1998), ha sido extremo en daños ocasionados el pasado 2015 y presente año, sobre todo lo que a su paso arrastra y deja secuelas de mortandad, es una consecuencia directa de la cantidad de dióxido de carbono emitido a la atmósfera. Y al unísono, en las zonas tropicales deja largas sequías en los bosques y mares, no dejándolos ejercer como absorbentes sumideros del dióxido de carbono o CO2, que lo libera de su prolongación a la atmósfera, evitando el cambio climático y las altas temperaturas sobre el planeta.

Las ‘guerras climáticas’ que se pronostican por el calentamiento global y las altas temperaturas, producirán una conflictividad bélica entre los países colindantes, por acaparar las aguas potables y de regadíos; las zonas verdes y boscajes, etc., huyendo de la desertización y otras catástrofes que impidan la articulación de vida. Las fuerzas bélicas militares estarán ojo avizor, como ya ocurre en la obscena guerra de Israel contra Palestina. Y otra consecuencia inmediata que ya vivimos desde hace años, es la de los movimientos migratorios hacia las zonas más afortunadas y vivibles, como la que se tiene constantemente en Europa o en EEUU.

Las consecuencias climáticas son y serán tan graves, que la demente irracionalidad del ser humano opta por perder su vida y bienestar, antes que claudicar en sus insanos pecados capitales. Cuántos Niños, tifones, sequías, calores extremos, deforestación, descongelación de los polos y subida de las mareas, etc., necesitamos para recapacitar ante este genocidio al que estamos abocados todos los seres vivos que pertenecemos a nuestra Naturaleza terrícola y la posibilidad de pervivir sobre este lindo y amable planeta.

Todas estas anomalías sobre la salud, vida y territorios son generadas por el cambio climático. Hay que insistir y no caer en la desmemoria, de que sólo ocupamos este trozo de planeta de forma ocasional, que no es nuestro, es también de las futuras generaciones de humanos y otros seres. Tenemos la obligación ética de dejárselo limpio, sano y vivible.

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