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Espacio de opinión de Canarias Ahora

Deberíamos estar orgullosos

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De un tiempo a esta parte son cada vez más frecuentes los actos, proclamas o gestos que reivindican, en sentido positivo, el pasado dictatorial, glorioso y santificado que manejó los designios de nuestro país durante 36 años. Para quienes se han criado con la foto del caudillo “en la mesa camilla” ?palabras del maestro Ángel Tristán Pimienta- el tiempo transcurrido desde que el general Franco muriera sólo ha sido un espejismo y un duro devenir, a la espera de que el tiempo y las circunstancias socio-económicas les permitieran regresar a donde nunca debieron marcharse.

Para quienes vestir la camisa azul, parda o negra y saludar con el brazo en alto y los talones juntos representa un símbolo de la grandeza que encierra una forma de pensar y actuar, esta crisis ha llegado que ni caída del cielo.

Ahora, ya han pasado los momentos de tribulación y es hora de reivindicar el pasado, aquel en donde cada español tenía un pan “sobre la mesa” y un “techo sobre sus cabezas”. La idea, planteada de esa forma, no suena mal, nada mal. Lástima que, para llevarla a cabo, nuestro país debiera sufrir una cruenta guerra civil y, una vez terminada, una sangrienta represión y la abolición total de las más elementales libertades, en favor de los caprichos de una minoría “selecta y santificada”, ávida de poder y codiciosa hasta el extremo.

Es esa misma minoría la que, en la mayoría de los casos, ha vaciado las arcas públicas con tal de recuperar sus inversiones en la elección de cargos públicos y títeres políticos, los cuales se empeñaron en llenar nuestra geografía de proyectos de enormes proporciones ?tanto presupuestarios, como en sus dimensiones arquitectónicas- la mayoría de los cuales no han servido para absolutamente nada. Se trataba de favorecer a quienes donaron enormes cantidades de dinero y, desde luego, bien que lo recuperaron después y con pingües beneficios.

Además, tanto tiempo llevando la careta de “demócrata”, imagino que les estaba dando urticaria a muchos ciudadanos españoles, cansados ya de disimular su querencia hacia una época en donde cada cual sabía cuál era su lugar, especialmente las mujeres, los revoltosos, los maleantes y los invertidos. ¿Dónde hemos ido a parar si dejamos que las mujeres elijan lo que quieren estudiar, dónde quieren trabajar, con quién quieren casarse o, incluso, llegar a formar su propia empresa?

Tiempo les ha faltado a quienes sólo ven a las mujeres como sus criadas/ sirvientas/ o subordinadas para salir a la palestra y poner las cosas en su sitio. Si ellos tuvieron el ejemplo en casa, pues sus madres y sus hermanas estaban a su entera disposición, ¿quiénes son estas “feministas del tres al cuarto” para cuestionar el status quo de nuestra bien pensante sociedad machista?

Es, entonces, cuando recuerdo el pasado, ése en el que las mujeres se quedaban en casa para “guardar luto” y “vestir santos”, mientras sus maridos se iban a contentar a sus queridas, tomar copas con los amigotes y disfrutar de su estatus de macho dominante, mientras las fuerzas del orden público velaban por la paz y la seguridad de nuestro país, santuario de la religión que santificó una guerra cuando existe un mandamiento que prohíbe, específicamente, el matar a un semejante.

Después queda salir a pasear ?antaño se le llamaba así cuando se iba a “correr rojos”- aunque, ahora, se prefiera apalear indigentes, inmigrantes, homosexuales o todo aquello que atente contra la sociedad, tal y como ha estado haciendo el “partido” Aurora Dorada en Grecia, ante la pasividad de las autoridades y de la misma ciudadanía, quienes no deberían haber olvidado ni la dictadura de los Coroneles (1967-1974), ni la ocupación alemana (1941-1944) durante la Segunda Guerra Mundial.

Claro que ni ellos ?los miembros de Aurora Dorada- se consideran fascistas y neonazis violentos, ni quienes en nuestro país rinden homenajes al alzamiento nacional o saludan con el brazo en alto en las redes sociales creen que están atentando contra el mismo estado de derecho, constitucional y democrático, el cual hace tiempo que abolió la bandera del águila franquista por la monárquica y legal. No, ellos se piensan que ejercen su derecho de libre expresión y asociación ?prohibidos en esa España que ellos añoran- que, en el resto de la Europa un tanto más civilizada, está castigado por la ley.

Recuerden lo que le paso al postmoderno de Lars von Triers cuando se le ocurrió alabar la figura de Adolf Hitler, durante una rueda de prensa celebrada en el festival de cine francés de Cannes. Un día después del suceso, el festival expulsó al mencionado director del evento y el gobierno galo, del país.

En nuestra geografía, los alcaldes tienen altares dedicados a la figura del caudillo “por la gracia de un dios que sólo ellos conocen”, organizan rastrillos en colegios públicos en los que se vende parafernalia franquista y nacionalsocialista, mientras las juventudes del partido conservador demuestran una ABSOLUTA, y casi ofensiva, ignorancia ante lo que significa un régimen totalitario ?no importa cuál sea su ideología-, amen de la lacra que le ha supuesto a nuestro país las casi cuatro décadas de dictadura, en pleno siglo XX.

No sólo atentan contra el más mínimo sentido común, sino que se ríen -con la osadía de los miserables y los catetos- de quienes murieron defendiendo sus ideas frente a la intransigencia de quienes sólo saben defender sus ideas con las fuerzas de las armas, pura y llanamente.

Para todos esos fantoches, caricaturas de lo que debería ser una persona del siglo XXI, quienes murieron como animales en la cuneta de una carretera, en una zanja en medio del bosque, o en un campo de exterminio, gaseado de la forma más cruel, MERECÍAN MORIR POR PENSAR DE UNA FORMA EQUIVOCADA. Su ceguera e ignorancia les hace incapaces de ver que, cualquier estado totalitario, va contra la propia naturaleza humana y, quien diga lo contrario, acaba siendo tan cómplice de tamaña monstruosidad como quienes manejaron los hilos de toda la charada.

No obstante, hay algo bueno en todo este sinsentido: ahora ya sabemos cuál es la verdadera ideología de muchos cargos públicos, personajes famosos, líderes de opinión y elementos varios de nuestra sociedad, sin trampa ni cartón, como se decía antaño.

Queda verles aparecer con la camisa antes comentada, desfilando con el paso de la oca ?la quema de libros vendrá luego- y cantando el himno que corresponda, mientras se busca al líder carismático para salvarnos de? Pues de ellos mismos, pero ésa es ya otra cuestión que, ahora, no viene al caso.

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