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Dietas milagro y planes de austeridad
El método, como el de la mayoría de las dietas, está dividido en distintas fases. La primera, que dura unos días, es la más restrictiva. La segunda está destinada a llegar al peso deseado, la siguiente se denomina “de consolidación” y sirve para eso, para asegurar el peso. Finalmente viene la “estabilización” que se basa en las normas que tendrás que seguir toda la vida para mantener esa figura esbelta.
Hasta aquí todo estupendo. El problema viene después, con el efecto rebote. La inmensa mayoría de las personas que llegan a la cuarta fase al cabo de un tiempo recuperan el peso perdido. Por no hablar de posibles problemas de salud derivados de una alimentación muy poco equilibrada.
Con los planes de austeridad de las administraciones públicas ocurre igual. Al principio suena bonito, pero luego el efecto rebote puede llegar a ser demoledor. Por ejemplo, mayo de 2010; palabras del entonces vicepresidente de economía y hacienda del gobierno de Canarias, José Manuel Soria, “La posición del Gobierno será lo que adopte todo el Gobierno y no se reduce exclusivamente a una mera disminución de una o dos consejerías. Se trata de adelgazar la administración en consejerías, en viceconsejerías, en direcciones generales, en personal de confianza, en fundaciones, en organismos autónomos, empresas públicas y todo lo que comporta gasto corriente”. Gasto corriente como dietas, representación, transporte y alojamiento.
Esas palabras (no necesariamente quien las pronunció) contenían lo necesario para comenzar una dieta milagrosa, buenas intenciones. Pero al igual que las dietas, todos estos planes de austeridad de las distintas administraciones tuvieron un efecto rebote que destrozó esas buenas intenciones. Algunos de estos propósitos se llevaron a cabo, pero en otras ocasiones se terminó recortando de lugares mucho más necesarios como servicios sociales, educación, sanidad o justicia y derrochando en otros, como banderas gigantes, aplicaciones informáticas, viajes en helicópteco, etc.
Si lo trasladamos al lenguaje de las dietas milagro habrían eliminado la fruta y la verdura del sistema, alimentando mal al cuerpo de la administración, privándole de vitaminas necesarias para su correcto funcionamiento y sobrealimentándolo de otros nutrientes que, aunque son necesarios, una ingesta superior a la necesaria es siempre negativa.
Si a eso le añadimos que, debido a la euforia inicial de haber alcanzado el peso deseado, han quemado la tarjeta de crédito comprando ropa y demás accesorios para lucir la nueva figura que luego no han servido de nada porque al cabo de unos meses han recuperado el peso perdido la situación empeora.
Lo que demuestra que los planes de austeridad de las administraciones públicas son como las dietas milagro; no funcionan y además son perjudiciales para la salud.
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