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Discriminación reparada

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En varias ocasiones, a lo largo de la crisis en Catalunya, hemos dejado constancia de la lástima que inspiran algunos acontecimientos y algunas decisiones que se han ido concatenando hasta traspasar el estupor y terminar produciendo una zozobra que cuesta aceptar que las hayan generado personas de una sociedad a las que considerábamos avanzadas en la defensa de las libertades y en el uso de la convivencia, sobre todo después de haber alardeado con pleno fundamento de aquella cualidad llamada seny, que en paz descanse.

Resulta que ahora el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya ha ordenado a la Generalitat que administre la vacuna contra la Covid-19 a guardias civiles y policías nacionales destinados en su territorio. Precisa el Tribunal que, en diez días, deben alcanzar la misma proporción de los Mossos d’Esquadra. Claro, cuando se ha sabido que el jueves pasado, hace tan solo una semana, habían sido vacunados el 80 % de los Mossos y el 71 % de los policías locales, frente al 10 % de los policía nacionales y el 8 % de los guardias civiles, los magistrados debieron haberse llevado las manos a la cabeza, una vez más. Aparte de que les servían en bandeja un supuesto fáctico de discriminación que, en tiempos de epidemia, ya se sabe lo que significa.

La cuestión va más allá de las diferencias políticas que alimenta el mismo procés.  Es más, no se trata de política, sino de pura salud pública. Mejor dicho, de igualdad. Y también, de salvar vidas. Ya puestos: de conservar un mínimo sentido de la responsabilidad. ¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón!, con permiso de Santos Discépolo. A estos servidores públicos, guardias civiles y policías nacionales, que cumplen un cometido y están siempre donde se les necesita o se les requiere, no se les vacuna o se les vacuna tarde y que esperen calladitos, sin protestar. 

Hombre, no. Esto no es así, o no debería ser así. De ahí la determinación del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya. El sentido de la responsabilidad frente a la espiral de disparates en la que se han empeñado algunos, da igual donde quieran jugar, hasta en campos sanitarios, si es menester. Claro, leyendo al ex president, Carles Puigdemont, no es de extrañar: “Estamos en contra de que los agentes de la Policía Nacional y la Guardia Civil destinados en Catalunya se vayan a vacunar antes que las personas indefensas y pacíficas a la que golpearon de forma salvaje el 1 de octubre”. Y se queda tan tranquilo.

Mientras tanto, siguen a lo suyo: repartiéndose los restos del naufragio, aunque no hayan ganado las últimas elecciones y tratando de superar las diferencias personales que han bloqueado soluciones.  Negociando un Govern que carga con pesadas losas, entre las que figura esta discriminación en plena emergencia sanitaria que el tribunal catalán ya se ha encargado de que constara en acta. Porque igual escriben que eso nunca existió. ¿Dónde estás, seny?

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