Don Carnal y doña Política

Las semejanzas de don Carnal y doña Política van más allá, claro. Si en Política se ha generalizado (lo ha generalizado el PP) recurrir a los tribunales como una tercera cámara en que conseguir lo que no en las parlamentarias, no menor es la judicialización del Carnaval. El año pasado, ya vieron, se formó una buena en Santa Cruz de Tenerife con los vecinos quejosos de tener la escandalera a la puerta, que llegaron a ser acusados, para variar, de “acanarionados” en perpetua vigilia perversa, según don Pepito. Este año, en Las Palmas de Gran Canaria, los derrotados de la Gala de la Reina quieren llevar a los tribunales al jurado. Porque han vuelto a ganar los de siempre, dicen; como en Política.

La verdad es que te lo ponen a huevo. Es tal el grado de identificación del uno y la otra, que la decisión de las empresas patrocinadoras de las aspirantes a reina derrotadas en Las Palmas, la de no volver a presentarse, equivale a la abstención el 9-M.

Podía seguir por ahí pero no es necesario. Ya se encargó Ruiz Gallardón de actualizar la relación de don Carnal y doña Cuaresma al sustituir a la segunda por doña Política, seguramente dentro del proceso de laicización que trae de cabeza a los obispos.

Reconoció el alcalde de Madrid, en su oración fúnebre ante la Cofradía del Entierro de la Sardina, que “triunfó doña Cuaresma, la del gesto agrio y estricta conducta”. Y como fue martes el 15 de enero, día en que acudió a Génova alegre en la esperanza (no Aguirre) de que lo habían convocado para comunicarle su inclusión en las listas al Congreso, se puso de don Carnal para recitar aquello de “qué víspera y qué fiesta;/ el martes lleno de risa,/ el miércoles de tristeza”. Y añadió que la victoria de doña Cuaresma (Aguirre, ahora sí) “es pasajera”. Por eso busca Larry Álvarez monturas de gafas que lo agallardonen malamente. Son como niños.