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España: la broma infinita
Por un viaje a la feria de arte Arco, Madrid, este año nos hemos quedado sin indianos. Sin los verdaderos y genuinos, los de Santa Cruz de La Palma. Así que para expiar culpas me azoto con una sesión de ejercicios aeróbicos, la cinta de trotar se mueve cada vez más rapidito y luego me meteré una media dosis de abdominales. Todavía queda la resaca navideña y la horrible cuesta de enero, con mi edad y el colesterol tengo que bajar por lo menos 5 kilos. Ahora que estamos de tregua, le doy a la cinta y mientras tanto la mente no descansa.
Pues estos días en el telediario de TVE fue anunciado a bombo y platillo que, aunque a Urdangarín y su excelentísima esposa les embarguen su castillete de 8 millones de euros en Pedralbes, la zona pija de Barcelona, continuarán habitándolo como si tal cosa. En cambio, cuando los bancos desahucian a quienes no pueden pagar la hipoteca a pesar de que les entreguen las llavecitas al banco, el banco que ha recibido millones y millones en ayudas públicas para pagar los sueldazos de sus directivos, los bancos, digo, ponen de patitas en la calle a los desahuciados aunque previamente se suiciden y solo puedan desahuciar a su espectro volátil.
Tenemos una maravilla de país con una justicia tan loable que hay dos justicias: una para los excelentísimos y otra para los pobres diablos.
Hace fresco en las afueras de la ciudad de Las Palmas, carretera de San Lorenzo, donde vivimos a doscientos y pico metros sobre el nivel del mar. Para un canario cuando el termómetro baja de los 20 hace un frío atroz, y cuando sube de los 20 un calor insoportable. Somos así: nos moldea la humedad del alisio. Así que en las noches de invierno (la TV tan infumable como la justicia) me arrellano en la almohada y después de terminar la temible novela 1Q84 de Haruki Murakami: talento oriental desconcertante, enigmático, misterioso, me atrevo con David Foster Wallace, La broma infinita, una novela importante de mil doscientas páginas con letra bien apretada en la edición de bolsillo, un talento precoz, una prosa caótica y vital, un tipo que murió demasiado joven, 46 años de escritor inconcluso, la calidez y el vértigo inigualable de la gran narrativa de EEUU, ese país contradictorio que he visitado tres veces y que dentro de sus contradicciones todavía adoro.
Esta noche leeré pero todavía sigo con los aeróbicos y los abdominales, el secreto es esforzarse con método, igual que los tecnócratas de la Unión Europea, con sus sueldazos impolutos e imponiendo más austeridades cada día. No puedo parar de pensar en La broma infinita, la de David Foster Wallace. Resulta que el señor Rajoy ganaba 240.000 euritos anuales como jefe de la gloriosa oposición y en el 2012, ya instalado como presidente del Gobierno de la nación, se ha rebajado su sueldo a 75.000 euritos. ¿Y hay quién entienda esta Broma Infinita? ¿Y las cuentas del señor Bárcenas, y el sobre que me estaba destinado y nunca me llegó? ¿Y las cuentas en Zurich de la contabilidad opaca?
Dado como está el país, lo mejor es arrebujarse bajo la manta y ponerse a leer hasta que entre el sueño, cosa que a los insomnes no siempre nos resulta sencillo. Buenas noches y felices Indianos. El año que viene no falto, palabra.
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