La esperanza en Adeje (y quienes quieren prohibirla)
El pasado 14 de mayo, una raquítica señal de Prohibido dispuesta por el Ayuntamiento de Adeje languidecía ante una movilización multitudinaria en defensa del Puertito, que ya es Historia de la localidad y que marcó la apertura de un ciclo esperanzador para el conjunto de las islas.
Un millar de asistentes pedía ese día algo muy sencillo de entender para cualquier gobernante comprometido con su pueblo: un futuro que tenga como eje el cuidado de la tierra y el de la gente que la habita, que tenga como pilares el empleo digno, la sostenibilidad, y el respeto de los entornos naturales que hacen posible la vida en Adeje. El problema, claro, es que no todos los gobernantes están comprometidos con su pueblo, y algunos directamente están casados con quienes hacen caja de su sufrimiento.
La señal de Prohibido en el acceso al Puertito se convirtió en la metáfora de la actitud de Fraga y sus acólitos ante el desbordamiento ciudadano que inunda desde ese día el municipio, la actualidad política autonómica y que ya ha puesto el foco mediático de un país entero sobre una pequeña playa del sur de Tenerife. Ante la incontenible demanda de justicia, el Ayuntamiento se convierte en un minúsculo búnker que, con gesto de sorpresa, entiende que la paciencia de la gente se ha terminado. Al igual que la ridícula señal dispuesta para disuadir al pueblo de manifestarse, hoy el gobierno de Adeje se queda solo y minúsculo ante la movilización imparable de la gente.
Han pasado dos semanas de la asamblea popular del Puertito, y la estrategia “fraguista” sigue siendo la misma: igual de reactiva, igual de insensible, igual de inútil. El día 27 de mayo se convocó una cacerolada frente al Ayuntamiento para exigir la detención del destrozo urbanístico que el PSOE insiste en ejecutar en el último pedacito de costa que aún se mantiene a salvo de su afán depredador. La respuesta del grupo de gobierno: vallar la puerta del salón de plenos con la excusa de estar realizando tareas de mantenimiento en la zona, en un nuevo y absurdo intento de desalentar la protesta.
La conclusión parece clara. Un gobierno totalmente desnortado e incapaz de escuchar a su pueblo. Señales y vallas para defender lo indefendible frente al reclamo de quienes no se callan ante la injusticia.
Fraga trata hoy de cavar una trinchera desde la que protegerse a sí y a su gobierno de la fuerza de una ciudadanía que habla con la razón y la legitimidad propias de un pueblo que conoce su valor y lo defiende.
Lo que parece olvidar es una lección más que conocida por las sociedades democráticas: quienes esconden la cabeza bajo la tierra, terminan asistiendo a su propio entierro político.
Adeje no va a ceder ante las torpes argucias de un grupo de gobierno que se sabe con los días contados y, acorralado, da palos de ciego contra su propia población. El pueblo ya ha cambiado para siempre, y quienes hoy se empeñan en no verlo harían bien en actuar con mayor sensatez y respeto ante quienes demandan un proyecto de municipio que les escuche, les incluya y les cuide.
El Puertito ya es símbolo del futuro al que caminamos con decisión quienes vemos en el municipio y en el conjunto de las islas el lugar en el que crecer como pueblo alegre, orgulloso y comprometido. Y la esperanza no entiende de prohibiciones.
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