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European Cheerleading Championships 2010 (II)
Esto, en especial el tema de la confianza, lo pusieron muy de manifiesto la pareja formada por Jere Johansson y Hanna Tevalin, integrantes de Tampereen Sisu. Ambos, participantes en la modalidad Partner Stunt ?acrobacias por parejas- demostraron bien a las claras lo que significa creer en el compañero. Y es que, vistas las acrobacias demostradas por estos jóvenes universitarios finlandeses, a modo de ejemplo, Jere sujetaba solamente con los antebrazos a una Hanna perfectamente inmóvil que subía su pierna derecha hasta la cabeza mientras todos nos quedábamos atónitos, no quedó ninguna duda de que esto sería imposible de lograr sin que los competidores creyeran firmemente el uno en el otro.
Por añadidura, al tener la oportunidad de hablar con ambos me quedaron claras varias cosas. Primero, que ser cheerleader masculino no sólo es una inmejorable oportunidad de poder interactuar con tu pareja ?Jere y Hanna son novios- sino que cada vez está más de moda entre los universitarios de carreras técnicas finlandeses, ya que, la mayoría de los integrantes masculinos de su equipo, son estudiantes, principalmente, de ingenierías.
Segundo, que un cheerleader masculino aprende mucho más del modo de funcionar y comportarse que tienen las féminas, algo que para un estudiante de 23 años de Dirección y Administración de Empresas resulta tremendamente útil para su formación. Según Jere Johansson, estudiante de la mencionada carrera y acostumbrado a la disciplina castrense, ser cheerleader le ha proporcionado un conocimiento más amplio de lo que conforma una organización y, tras ser entrenador de su equipo, dice sin tapujos que se siente mejor preparado para dirigir una organización con personal mixto, teniendo en cuenta las necesidades de cada individuo que esté bajo su mando.
Y tercero, y último, que el tópico cheerleader masculino es igual a ser gay no puede ser más falso. Esta pareja acaba por demoler el tópico antes citado, y tal y como dice Hanna Tevalin, ¿cómo se puede decir que un chico que levanta a una chica por encima de su cabeza sujetándola tan sólo por el trasero y una pierna es gay?
Otra cosa muy distinta es que un chico cheerleader se pueda sentir muy bien acompañado, incluso protegido y cuidado por sus compañeras de equipo. Esto era lo que le sucedía a uno de los integrantes masculinos del equipo ruso Demetra, quien aparte de cumplir con sus obligaciones como cheerleader, era el blanco de los cuidados y atenciones de sus compañeras, quienes cariñosamente lo llamaban Puh, en clara referencia al personaje literario. Además, durante el tiempo que compartí con algunos de los integrantes del equipo Demetra, el joven ruso antes citado se mostró absolutamente encantado con su situación y en ningún momento dio señas de que le importara lo que los demás pensaran de él. Para él, vestir los colores de Demetra era formar parte de una gran familia -sentimiento común dentro de los diversos equipos de cheerleaders con los que pude hablar- y le daba la oportunidad además de conocer mundo y representar a su país en una disciplina que él consideraba tan importante como cualquier otra.
El hecho de poder conocer mundo, es sin lugar a dudas uno de los mayores atractivos que tiene el acudir a un evento europeo, según comenta Jenni Kokko, responsable de prensa del evento, además de antigua competidora y que en la actualidad alterna sus obligaciones en la Federación Finlandesa de Cheerleading con ser entrenadora de un equipo de cheerleaders menores de 10 años de edad. Para Jenni Kokko, lo importante de participar en una competición de estas características son las experiencias vividas en conjunto, ya sea dentro de tu propio equipo o interactuando con cualquiera de los otros equipos participantes.
Si a todo esto se le suma que, por ejemplo, en este campeonato los equipos visitantes contaron con un guía para enseñarles la ciudad de Helsinki y conocer un poco más las peculiaridades de esta sociedad nórdica, se me antoja que la práctica de cheerleading va más allá de la imagen que se tiene de este deporte. Y esto es algo que, tras haber ya cubierto tres competiciones de cheerleading, puedo decir con mayor conocimiento de causa.
Visto todo en conjunto, me cuesta entender que un deporte como éste, que cada año gana más adeptos en Europa ?así me lo confirmaron todos los participantes con los que hablé- continúa siendo ese gran desconocido en nuestro país. Quizás, algún día, los estereotipos y la sinrazón que acaba por dictar que todo aquello que no sea fútbol sea de menor importancia se acabe, y entonces puede que practicar cheerleading sea algo tan noble y digno de elogio como lo es hoy en día el deporte rey. Y quién sabe, España podría acabar siendo campeona del mundo de este deporte.
Quisiera agradecer a Jenni Kokko todas las facilidades dadas para poder redactar este artículo, así como la oportunidad para realizar cada una de las entrevistas y a Elena Santana Guevara por ayudarme con las entrevistas y para poder cubrir el evento en su totalidad.
Eduardo Serradilla Sanchis
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