Gas, vuelve la cordura

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Por Roque Calero Pérez, ingeniero; Jorgo Riss, director de la Oficina de Greenpeace en Bruselas; y Eugenio Reyes Naranjo, ecologista de Ben Magec

Parece que la cordura vuelve a imperar en ámbitos europeos ya que la conocida como “taxonomía de inversiones sostenibles”, se tambalea al sufrir su primer revés, tras la votación conjunta de las comisiones parlamentarias de Economía y Medio Ambiente de la Eurocámara, que han rechazado la decisión de la Comisión Europea de febrero pasado, de etiquetar como verdes inversiones en energía nuclear y gas. Esta decisión, ahora rechazada, nos 7hizo pensar a muchos si había coherencia y sentido común en el ente europeo o simplemente habían sucumbido al poder de los lobbies gasísticos, que ya campaban a sus anchas en el seno de la Unión.

Lamentablemente esa falta de cordura se ha instalado en el gobierno español y canario, que de aquella manera y en contra del sentir mayoritario de los habitantes de las islas, quieren imponer la utilización del gas fósil en principio, para generación eléctrica y uso en puertos y buques y quien sabe, si con pretensiones mayores, al dar rienda suelta a las plantas regasificadoras, eliminando de un plumazo, la necesidad de la “autorización administrativa previa”.

El extremo expuesto se convierte en un absurdo absoluto cuando es el propio gobierno de Canarias el que publica unas estrategias, que pretenden ser la hoja de ruta para descarbonizar las islas antes de 2040 y en ellas no se hace una sola mención al gas fósil, que ahora nos quieren imponer.

El gas fósil es el principal problema del encarecimiento del recibo eléctrico, se ha convertido en un elemento de conflicto geoestratégico a nivel mundial, eleva al grado superlativo la dependencia energética de Canarias, hipoteca el futuro de las renovables con instalaciones que tienen una vida útil regulatoria de 50 años, colisiona con el propósito de fomentar  el hidrógeno verde como vector energético para un futuro sostenible, infringe un plus de peligrosidad en los recintos portuarios con el almacenaje del gas natural licuado, etc., etc., etc.. Y todo esto, a cambio de reducir las emisiones en un 20%. ¿En serio que alguien puede estar, si quiera, considerando esta opción?.

Lamentablemente, tenemos que poner nuestro destino en manos de una parte destacada de los eurodiputados, porque al parecer, en la política canaria hay muy pocos con claridad de miras y los que hay, no tienen el poder suficiente para sujetar a según que intereses económicos, que solo pensando en el beneficio a corto plazo, no son capaces de ver que es mal negocio seguir contaminando, que es mal negocio seguir alimentando el monstruo del cambio climático y sobre todo, que es muy mal negocio, socavar las condiciones básicas que permitirían que la humanidad y demás especies puedan seguir viviendo en el único planeta del que tenemos noticia que es posible la vida.

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