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High School Musical 3

Eduardo Serradilla Sanchis / Eduardo Serradilla Sanchis

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Hoy por hoy, sin embargo, Walt Disney ha sido capaz de demostrar que, para lograr el éxito, no sólo es importante gozar de un gran presupuesto, sino que detrás de todo tiene que haber una buena idea, una idea que resulte creíble y mágica a la vez.

¿Y qué mejor idea que tratar la vida de un típico instituto americano? ¿Acaso eso no roza en lo cotidiano del público objetivo? El caso es que dicho así suena muy fácil, y se pierde, además, el gran atractivo de lo que realmente es un proyecto llamado High School Musical.

High School Musical nació como una alternativa para el público preadolescente y adolescente ante películas como Moulin Rouge o Chicago, musicales que estaban planteados para un público adulto.

Además, los responsables del proyecto, Bill Borden y Barry Rosenbush, querían que High School Musical rompiera con alguno de los tópicos que suelen ser inherentes a este tipo de producciones.

La realidad es que esto se logra fundamentalmente con los personajes masculinos, sobre todo con Troy Bolton, dado que las féminas acaban respondiendo de una forma u otra a los tópicos que ya conocemos. Las únicas que se comportan de una manera distinta son Gabriela Montez y, en especial, Kelsi Nielsen, personaje que logra ser el nexo de unión entre todos los protagonistas sin aspavientos. Con esto no quiero decir que los personajes femeninos no estén bien definidos, sino que queda claro que Peter Barsocchini, guionista del proyecto, se decanta más por unos personajes que por otros.

A partir de esta idea, Walt Disney planteó High School Musical como uno de los grandes acontecimientos de su canal televisivo, tratando de paliar una cierta sequía de ideas creativas.

High School Musical cogió a todos por sorpresa no sólo porque la película huye de las premisas propias de la compañía Disney, sino porque logró que un musical desarrollado en un instituto normal y corriente se convirtiera en un fenómeno de masas. Y es que, hoy en día, cualquier adolescente que tenga la posibilidad de ver el Canal Disney, sabe quiénes son Troy Bolton y Gabriela Montez, quiénes son los Wildcats, y cuáles son las ambiciones de Sharpay Evans.

En buena parte, este éxito se debe a la labor del coreógrafo y director Kenny Ortega, quien, con su trabajo, logró transformar las aulas, el gimnasio y el patio de un instituto de Utah, en un escenario de Broadway.

Tras el éxito de la primera película, Disney continuó con las aventuras del grupo de estudiantes, esta vez en un centro de descanso veraniego. En esta ocasión, la frescura e innovación de la primera película se topa con la necesidad de explotar una idea tan rentable como lo es High School Musical. Sin embargo, la audiencia aplaudió esta continuación de forma tal que Disney se planteó cerrar la trama en la gran pantalla.

Ahora, tras dos películas en televisión, se ha estrenado High School Musical 3: Senior Year, último capítulo de estos personajes tan famosos en el instituto. Es el momento de las decisiones importantes, de qué van a estudiar y dónde, de enfrentarse a los planes prefabricados, y de luchar por aquello en lo que creen. Es, en definitiva, el momento de crecer.

El caso es que no todo el mundo lo verá de la misma manera. Recapitulemos, el personaje de Gabriela tiene muy claro cuál será su futuro; es decir, ser alumna de la prestigiosa Universidad de Stanford, algo que su madre lleva preparando desde que es niña. La mejor amiga de ésta, Taylor McKessie, pretende ser una de las siguientes presidentas de los EEUU y, para ello, quiere entrar en la Universidad de Yale. ¿Y qué decir de la rutilante Sharpay, empeñada en que su vida sea un musical en el que ella sea la estrella indiscutible?

En el apartado masculino, el hermano gemelo de Sharpay, Ryan Evans desea fervientemente entrar en la afamada academia de artes Juilliard, empeño que comparte con la pianista, Kelsi Nielsen. Junto a ellos se encuentra Chad, el hermano que nunca tuvo Troy, cuyo mayor deseo es entrar en la universidad local para jugar en su equipo de baloncesto, deseo secundado por el padre de Troy para su hijo.

Y, en medio de todo ello se encuentra Troy, quien trata de contentar a sus padres, amigos y profesores, y encontrar su camino en la vida al mismo tiempo.

La situación sufre un giro cuando aceptan a Gabriela en un cursillo de orientación, en Stanford, dejando a sus compañeros en la estacada, justo cuando ensayan un espectáculo para decir adiós a su etapa de instituto. En ese momento Troy deberá decidir qué quiere hacer realmente en un futuro, sin tener en cuenta al resto de los protagonistas.

¿Podrá Troy lograr la misma seguridad en sus decisiones que el resto de sus compañeros? ¿Logrará Jason acabar el instituto y graduarse con su clase?

High School Musical 3: Senior Year nos cuenta cómo podría ser la vida de un grupo de adolescentes si el mundo fuera de otra manera. Los detractores de este tipo de producciones a buen seguro argumentarán que lo que se ve en estas películas es artificial y alejado de la realidad. Por mi parte pienso que estaría bien que los personajes de High School Musical pudieran decidir qué hacer con su vida sin tener que pensar en qué o cuál crisis artificial o especulativa azota su país, o si su gobierno se gasta más dinero en el presupuesto de Defensa que en Educación.

Lo que es innegable es que las tres películas han conseguido creer una mitología contemporánea, tan atractiva como capaz de derribar algunos de los tópicos que todavía imperan en nuestra sociedad. Y viniendo de una empresa como Walt Disney eso es algo digno de reseñar.

Agradezco a Walt Disney Studios Motion Pictures Finland las facilidades dadas para la redacción de este artículo.

Eduardo Serradilla Sanchis

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