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La historia no debe disfrazarse

Rafael Lutzardo / Rafael Lutzardo

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No necesariamente lo que para mí es verdad, lo es también para el otro. Por eso muchos aseguran que los conceptos de la verdad y las mentiras son conceptos completamente sujetivos. Por todo ello me pregunto: ¿será que estamos en un mundo de mentiras?. O más bien ¿en un mundo, donde la mentira es la dueña de la verdad?. Sinceramente, no lo sé, pero ¿a quien no le han mentido?. Y peor aún: ¿quién no ha mentido alguna vez?; aunque sea de esa mentira que llamamos piadosa, que no por eso dejan de ser mentiras.

Por todo ello, me pregunto: ¿será que estamos en un mundo de mentira? O más bien ¿en un mundo donde la mentira es la dueña de la verdad?, pues no lo se; pero ¿a quien no le han mentido? y peor aun ¿quien no ha mentido?, aunque sea de esas mentiras que llaman piadosas, que no por eso dejan de ser mentiras.

Recientemente, en unas de las tertulias que suelo hacer cada semana con un grupo de amigos, vinculados todos ellos con el mundo de la cultura, arte y periodismo, les comentaba que la Historia no podemos disfrazarla, cambiarla o utilizarla en beneficios de nuestros propios intereses, pues ello motivaría un peligro inminente de ignorancia y conocimientos a la hora de tomar decisiones y valoraciones al respecto. En el actual siglo, las ideas y conceptos que se tiene del pasado, desde que la Historia se consolidó a través de la escritura, la propaganda especializada se encargó de utilizarla, manipularla e introducirlas en las sociedades más afectadas por sus respectivas confrontaciones bélicas; de un pasado que nada tiene que ver con el presente actual. Fueron otras ideas, otros compromisos, otras circunstancias y otros intereses de estados y fronteras, incluyendo, la desaparición de una raza étnica. De repente, surge la Memoria Histórica como un antídoto de la reivindicación de lo que sucedió o fue un pasado lleno de tragedias, crímenes y dolor.

Sin embargo, las historias del pasado, por muy duran que hayan sido, deberíamos de tenerlas como referencias del propio contenido del proceso evolucionista de la propia Historia del túnel del tiempo. Es difícil y comprometido, establecer unas ideas, orden y valoración de un pasado histórico, máxime cuando no se ha tenido la oportunidad de vivir en ella; teniendo solamente referencias de ella, a través de los libros de textos y la propaganda mediática de una nueva sociedad que intenta disfrazar su propia Historia. Todo pasado, convertido en historias universales, ha tenido sus lados positivos y negativos. Roma, al igual que otros cronistas griegos, narraban a sus respectivas sociedades secuencias bélicas que nunca habían visto. Incluso, viendo algunas de ellas, tenían tendencia a la exageración La Historia no es una mentira, pero si una parte de ella esta comprometida y dirigida a la exageración, especialmente en algunas de sus secuencias evolutivas. Sin duda, muchas son las pruebas de fiabilidad con que la Historia cuenta, desde la escritura, yacimientos arqueológicos, monedas, grabaciones en mármoles y restos de ciudades enteras, que en otra época fue el orgullo y esplendor de una determinada ciudad importante de la Historia.

Olvidar, quitar los nombres del pasado de aquella España dictatorial, cruel, sufrida y oscura, atando con balas las libertades de expresión y derechos de las personas, es ya una parte de la Historia de España. Ahora, vivimos en otro modelo de sociedad, pero me da la impresión, que estamos todavía muy resentidos por las secuelas de esa guerra civil entre propios hermanos. Es lógico, pero no se puede vivir toda la vida del resentimiento, odio y rencor, pues ello no nos permitiría vivir en paz con nosotros mismos. Actualmente, una nueva generación, nacida después de los ochenta, se arriesga hablar y valorar un pasado que no pudieron vivir, posiblemente, si lo hicieron sus abuelos o padres. Las democracias son los instrumentos institucionales al servicio de los países que lo han votado. Libertades, derechos y compromisos, son los elementos que un país necesita para poder avanzar, pero que no sirva como pretexto para disfrazar la Historia, la que cada uno de nosotros, sin querer o queriendo, hemos hecho.

Rafael Lutzardo

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