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Los sentimientos entre los humanos y los animales

Rafael Lutzardo / Rafael Lutzardo

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Cualquier animal domesticado es fiel a su dueño. El amor que transmite un perro a su amo tiene unas dimensiones infinitas. Fiel, generoso y lea, esas son unas de tantas virtudes que tiene el perro cuando es respetado, amado y valorado por sus amos. Un perro sufre, ama y llora como cualquier ser humano. Del mismo modo, muchos perros han tenido la suerte de encontrar personas que han sabido valorar y respetar lo que es capaz de ofrecer o dar un perro a su amo. Por suerte para esos animales, pasaron el fin de sus días bajo el calor de unas familias humanas que supieron amarles. Por el contrario, muchos de ellos todavía son víctimas de malos tratos, abandonos y asesinados por sus respectivos dueños. El perro es ternura, generosidad, agradecido y colaborador en todo aquello que su dueño le pida. Cuida de su dueño y familia. Es cariñoso con los niños, aunque en algunas ocasiones, por ser perros denominados como de raza peligrosa, suelen tener conductas violentas extrañas. Los animales son seres vivos, sensibles a todas aquellas cosas negativas que le afecten en sus vidas. Ellos, esos perros que en muchas ocasiones han sido y siguen siendo incomprendidos por muchos humanos, no son un producto que se compra y se tira. Tiene fecha de caducidad como la tenemos nosotros cuando nos llega una enfermedad o por los años de la vida.

El amor de un perro es incondicional. Tu perro en ese sentido es un cachorro que sólo piensa en amar. No tenemos nada que hacer para ganarnos su amor, especialmente porque él ha nacido para amarnos y lo único que tenemos que hacer nosotros, aunque no lo entendamos, pues nosotros no funcionamos igual de incondicionalmente que ellos, es estar ahí dispuestos a recibir tanto amor, tanta fidelidad y disfrutarlo. Los perros, nuestras mascotas son inocencia pura, sin autoengaños, si queremos encontrar algo para tratar de entender su amor en el mundo de los humanos debemos fijarnos en los niños, los cuales son francos y sinceros hasta el máximo.

No disimulan, no expresan más que lo que sienten en cada momento y si te dan un beso espontáneo es el beso más sincero que puedas recibir. Sin duda, los animales o mascotas de compañías, están expuesto al destino de la vida. Ellos, esos cachorros que ponen sus ojos detrás de una jaula en un mercado público, ignoran cual será su dueño y su sureste a la hora de encontrar unos dueños que sean capaces de hacerles feliz. Nosotros, los humanos, debemos de aprender muchos de esos animalitos, sobre todo a la hora de ser generoso, fieles, agradecidos y amar como ellos aman a las personas que le han adoptados.

Rafael Lutzardo

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