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Espacio de opinión de Canarias Ahora

La historia que distingue a Gran Canaria

Antonio Morales

La declaración de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria como Patrimonio Mundial de la Unesco ha generado en Gran Canaria, y en Canarias entera, un sentimiento colectivo de satisfacción, de orgullo, de pertenencia y de compromiso que consolida el aprecio de nuestra gente por la tierra, el paisaje y el patrimonio cultural que atesora nuestra isla. Pero además, nos ha unido en un proyecto común del que nos sentimos partícipes quienes gozamos al caminar por la Cumbre o nos maravillamos al redescubrir la cultura de los primeros canarios. La vida de nuestro pueblo no es una sucesión de hechos económicos, sociales o laborales, en los que participamos de forma anónima, sin que afloren los sentimientos o las emociones compartidas. Al contrario, los grandes avances o las grandes derrotas colectivas se producen por ideas, impulsos y convicciones que movilizan a la mayoría de una sociedad.

Así ha ocurrido históricamente con la ley de puertos francos, la aprobación de los cabildos, la división provincial o la creación de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. En todos esos casos se produjo la coincidencia de una necesidad evidente, una convocatoria masiva y una implicación de la mayoría de la población haciendo suya la reivindicación primero y el éxito después. En este sentido, la relevancia y el reconocimiento del paisaje cultural de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria puede convertirse en una experiencia de referencia que inaugure un nuevo ciclo para nuestra isla.

La enorme inyección de autoestima colectiva para la isla se ha alcanzado como resultado de un trabajo conjunto, en la misma dirección, por parte de todas las personas participantes. En este momento hemos vuelto a ser conscientes de las enormes potencialidades de nuestro territorio cuando hay instituciones con sensibilidad, un proyecto claro compartido por la mayoría social y un trabajo leal en equipo. Hemos conseguido en 4 años lo que en otros lugares se tarda 10 años de media en lograrlo.

La colaboración entre instituciones ha sido realmente ejemplar pese a que se trataba de un proyecto complejo. Además del Cabildo, institución promotora de la iniciativa, han estado comprometidos cuatro ayuntamientos (Artenara, Tejeda, Gáldar y Agaete), el Gobierno de Canarias y el Gobierno de España. Instituciones con gobiernos de distintos signos políticos que fueron capaces de aparcar las diferencias políticas para priorizar el interés general de un proyecto estratégico tanto para Gran Canaria como para Canarias. Pero es que incluso en el propio Cabildo estaban responsabilizadas la práctica totalidad de las áreas, porque un paisaje cultural, incluye, además de los valores de patrimonio arqueológico, los de turismo, medio ambiente, participación ciudadana, sector primario, transportes, igualdad, paisaje y política territorial…

La comisión del Cabildo de Gran Canaria que integraba a todos los sectores, se ha reunido una vez al mes durante estos 4 años, en más de 30 ocasiones, en un trabajo transversal sin precedentes que señala el camino de lo que tiene que ser un Cabildo moderno e innovador, capaz de hacer frente a los retos que afronta la gestión pública y más específicamente la gestión de un territorio insular como Gran Canaria, único en el mundo, complejo, frágil y con problemas interdependientes.

Mención especial merece la participación de la población en el proyecto. En el territorio que comprende Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria viven unas 20.000 personas. Poca población en un terreno extenso, accidentado, alejado de los grandes núcleos urbanos y económicos de la isla en el que las condiciones de vida no han sido fáciles y que aún hoy sufre muchas carencias. Unas gentes cuyas demandas no siempre han sido atendidas por las instituciones que sin embargo comprendieron desde un primer momento la importancia del reto que afrontábamos y se comprometieron hasta ser una parte indispensable de la declaración. El cuidado y la preservación de formas de vida ancestrales, su resiliencia, su amor por el territorio y toda la sabiduría acumulada durante años fue puesta, generosamente, al servicio del proyecto, encandilando a los evaluadores de la UNESCO.

Pero no solo los habitantes de la cumbre fueron importantes para hacer posible este éxito colectivo. Cuando salimos a recabar apoyos individuales de la población de Gran Canaria, la respuesta fue masiva. Cientos y hasta miles de apoyos diarios se recogían en el portal de participación del Cabildo de Gran Canaria. Y lo cierto es que la ciudadanía siempre responde ante retos decisivos que transforman nuestra realidad o nuestra consideración. Ya sea abarrotando todas las ediciones de la Feria “Gran Canaria me gusta”, las ferias de ganado y ecológicas para comprar productos de la tierra, asistiendo a los eventos culturales como conciertos, celebraciones del día de Canarias, exposiciones (la de César Manrique en el CAAM está batiendo todos los récords de asistencia) o participando en las campañas de reforestación o de limpieza de playas. Tenemos una ciudadanía activa, comprometida e identificada con nuestras señas de identidad. Está siempre dispuesta a arrimar el hombro cuando se la convoca para cualquier actividad que vaya encaminada a construir un mejor futuro para nuestra sociedad.

En mi artículo de la semana pasada citaba los nombres de algunos de los técnicos y especialistas que tuvieron un papel protagonista en el éxito de Risco Caído. Es solo una pequeña muestra de que el Cabildo de Gran Canaria y el resto de instituciones públicas cuentan con un inmenso capital en sus recursos humanos cuyo compromiso con lo público en ocasiones va más allá de lo profesional. Una administración y un gobierno eficientes tienen que ser capaces de aunar los criterios políticos con los técnicos para aprovechar todas las capacidades de un personal que cuenta con una excelente formación. En Canarias hemos vivido demasiados casos de megaproyectos innecesarios que no solo se hacían en contra de la opinión de la población sino también en contra del criterio técnico. La colaboración estrecha entre personal técnico y político asegura asimismo la continuidad y sostenibilidad de los proyectos.

Hoy Gran Canaria puede decir que tiene un modelo de isla defendido por la mayoría de la población, su Cabildo y la mayoría de los ayuntamientos. Un modelo que cuenta con el apoyo inequívoco de una amplia mayoría social que lejos de la retórica se sustenta en un enorme trabajo cotidiano. Importantes proyectos concretos como el de Risco Caído que se van haciendo realidad con la participación de todas y de todos y que están trazando una nueva senda que es ejemplo también para el resto de Canarias. El nuevo gobierno progresista, que garantiza un trato justo y equilibrado a Gran Canaria es una oportunidad histórica para inaugurar una nueva cultura política que nos permita seguir avanzando en la articulación de grandes consensos para mejorar las condiciones de vida de nuestra gente.

Pocas cosas me han hecho sentir tan satisfecho durante los cuatro años de presidencia en el Cabildo de Gran Canaria como las expresiones de orgullo, emoción, incredulidad, agradecimiento y compromiso que miles de grancanarias y grancanarios han manifestado a partir de la declaración de la Unesco. Son la expresión de una sociedad vertebrada, cohesionada, con un proyecto común que confía en alcanzar metas aún más exigentes en desarrollo sostenible, justicia social, desarrollo tecnológico y educativo y en la defensa de los derechos de Gran Canaria.

La declaración de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria como Patrimonio Mundial puede inaugurar un nuevo tiempo político y social en Gran Canaria y, a la vez, trazar un camino que podamos transitar conjuntamente todos los que estamos convencidos de que podemos alcanzar un futuro de bienestar y sostenibilidad. Los países reunidos en Azerbaiyán aplaudieron y elogiaron una candidatura que refleja una realidad singular y extraordinaria. Nuestra gente lo merece y juntos vamos a acometer los grandes retos de una sociedad moderna del siglo XXI anclada en el Atlántico.

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