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La Historia y el lenguaje no pueden ocultarse

Rafael Lutzardo / Rafael Lutzardo

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Moro es el término que históricamente se ha utilizado en España para designar a la persona de religión islámica. La palabra moro procede de la latina maurus, que designaba al habitante de la antigua provincia romana de Mauritania.

Se dice que en la invasión musulmana de la península Ibérica en el siglo VIII los moros strictu sensu formaron parte de una pequeña fuerza que ocupó la península en tan solo 7 años, si bien la veracidad de este hecho, así como muchos otros de la conquista musulmana, es discutida por muchos historiadores.

El término «moro» se extendió para designar latamente a los musulmanes en conjunto; el significado etimológico de «oscuro» se reservó para la forma relacionada «moreno», aunque se conservó en locuciones hechas como hierba mora (Solanum nigrum),cuya fruta es de color negro, o para el pelaje uniformemente oscuro del yeguarizo. Eventualmente, durante los ocho siglos de la presencia musulmana, daría en designar a los andalusíes en su conjunto.

El término sarraceno se utilizaba como sinónimo de moro en el Medievo. Aquellos moros que mantenían su religión en territorios cristianos eran llamados mudéjares.

Se distingue al mismo tiempo moro demoro berberisco, que era aquel que provenía de la zona del Magreb, también conocida hasta épocas muy recientes como Berbería.

Finalmente tras la rebelión del Albaicín el 18 de diciembre de 1499, contra la violación de las Capitulaciones de Granada por parte de las autoridades cristianas, se bautizan por decreto real y a la fuerza, a todos los moros de España. A partir de ese momento se les llamará moriscos («que viene de moro»). De 1500 en adelante no se hablará oficialmente de moros, pero se seguirán utilizando otros términos relacionados:

Morisco, para los españoles musulmanes bautizados tras la pragmática de los Reyes Católicos del 14 de febrero de 1502. En 1609 Felipe III de España decretó la expulsión de los moriscos de España.

Moro de paz, término con que eran designados los nativos del Magreb (Barbería) que servían de intermediarios para tratar con los demás moros y pagaban tributos en las antiguas plazas fuertes españolas de África.

Moro de guerra, para los habitantes norteafricanos que eran hostiles a los españoles.

Moro mogataz o simplemente mogataz, para los soldados indígenas, que sin renunciar a su religión musulmana, estaban al servicio de España en las plazas fuertes españolas de África.

El concepto de una raza mora existió en otras culturas europeas. En el inglés isabelino se llamaba Moro a los africanos de religión musulmana, un término que se hizo célebre en su uso por Wiliam Shakespeare; Otelo, el moro de Venecia, era de origen subsahariano. La persistencia del sentido original es patente también en el apodo del condottiero Ludovico Sforza, llamado Ludovico il Moro por su tez oscura. Empleado en la etnografía de los siglos XVIII y XIX para designar genéricamente a las poblaciones étnicamente negras del Magreb, cayó en desuso con el avance de la ciencia.

Así pues, y una vez definido el concento de moro, no hay porque ser tan alarmista e intentar aprovecharse de unas manifestaciones para buscar el protagonismo social a través de los elementos mediáticos. Así, de esa manera, ocultando la historia, su cultura, sus nombres y conceptos, no se puede llegar a ninguna meta trazada. Yo, soy blanco y por ello no puedo sentirme mal. Soy canario y me siento orgulloso de ello. Me llaman guanche, aborigen, primitivo, pero a través de una cultura ancestral, sintiéndome enormemente orgulloso. El castellano, español, peninsular o godo, tiene su propia cultura, su propia historia, pero nosotros también tenemos la nuestra, pero con la diferencia que entre nosotros mismos nos criticamos, nos envidiamos y nos peleamos por un puesto o cargo de mierda.

Rafael Lutzardo

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