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La influencia flamenca

Matías Díaz Padrón / Matías Díaz Padrón

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De especial interés es el consejo de Palomino a los pintores de imitar a Van Dyck, cuando el interés está en el halago, y a Velazquez, en la verdad. Es un justo juicio tan acertado como olvidado. Palomino admitió y conoció los bellos grabados de la iconografía de Van Dick, con un buen número de personajes del ámbito hispano. No me resisto adelantar el préstamo del grabado de Bailleu del Príncipe de Arenberg para el ecuestre del Conde-Duque de Olivares. No hay duda que Velázquez renunció a su voluntad por la vanidad del cliente, que se vio mejor servido por la teatralidad del maestro flamenco. Este grabado es más que la simple sugestión de otros tantos de modesta impresión. De cualquier forma, estos grabados están lejos de condicionar sus pinturas en la medida que sucedió con Zurbarán. De aquí la sequedad y dureza de las imágenes de éste. Hay un notorio desajuste entre la composición, la realidad y la fantasía. Zurbarán pocas veces integra la imagen en el espacio y la sangre bajo la piel. No implica la composición con el dibujo, los colores, la luz y la perspectiva. Velázquez toma sólo del grabado la distribución de las formas. Las gentes, los animales, paisajes y cosas serán tomados de la pura realidad. La Venus del espejo parte de un olvidado grabado, o del mármol del Hermafrodita si se quiere, pero con el resultado de la carne palpitante que no se explica sin la percepción táctil de unas manos acariciantes. ¿Sería esta joven a la que Velázquez dejó pensión de por vida al regreso del segundo viaje a Italia?

*Matías Díaz Padrón (El Hierro, 1935) es conservador del Museo del Prado y Premio Canarias 2008 en Patrimonio Histórico e Investigación.

Matías Díaz Padrón*

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