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¡Juntos podemos!

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Y el nombre de Tomás Morales continúa en su instituto como fruto de una lucha organizada y unida entre los distintos sectores de la sociedad, menos de uno, el de los políticos, ya que las autoridades académicas se mantuvieron al margen, en actitud totalmente pasiva.

Dos lecciones se pueden sacar de todo lo que ha pasado alrededor del hecho de la permanencia o no del nombre de nuestro poeta. Por un lado, que los que querían cometer esta tropelía contra nuestro patrimonio cultural no los tenemos que ir a buscar fuera de la isla, uno de los comentarios a la petición de firmas decía “¿cómo le quieren poner, Paulino Rivero?”? Pues no, esta vez no tenemos el recurso de culpar a la isla de Tenerife. Tampoco podemos hacer responsables del desatino a los políticos, otra fórmula muy recurrida para buscar contra quien despotricar, a quien atribuirles los errores descargando así nuestras conciencias. Lo que a los políticos sí hay que imputarles es la pasividad ante los hechos. Que las autoridades pasaran olímpicamente amparándose en la independencia del Consejo Escolar es inadmisible y llama la atención que el vicepresidente y Consejero de Educación y Universidades del Gobierno de canarias sea nada menos que catedrático de la Facultad de Letras de nuestra Universidad. Resumiendo, esta vez a los que no les ha importado nada nuestro acervo poético eran profesores y padres de aquí, de Gran Canaria. Lo más triste son los profesores, los que tendrían que enseñar el respeto a todos los valores y entre ellos a los culturales, claro está. Que fueran personas de Gran canaria es importante tenerlo en cuenta, porque no existe manera de corregir los errores si primero no se asumen.

La segunda enseñanza que podemos sacar es altamente gratificante. Ante un entorno que no se mueve, que aguanta con sumisión de cordero que llevan al matadero, los recortes y la agresión continua a los derechos conquistados con tanto dolor durante siglos, cuando poco a poco hemos visto como el movimiento de los Indignados que tanta ilusión nos causó hace dos años se ha ido diluyendo, nosotros estamos celebrando el triunfo de una pelea pacífica entre todos. Dio la voz de alarma la directora de la Casa Museo Tomás Morales, siguieron los poetas, los escritores, profesores, padres y madres, los alumnos y exalumnos del Instituto, los vecinos y comerciantes de la calle que lleva su nombre, y un montón de personas de Gran Canaria que no estábamos dispuestas a consentir un agravio a nuestro más grande poeta.

Esto nos confirma, que cuando se lucha pacíficamente de una manera inteligente, planificada y sobre todo con unión y sin protagonismos, se consigue el objetivo. Que hoy estemos festejando la permanencia del nombre de Tomás Morales en su Instituto, significa un chorro fresco de optimismo, que ojalá nos anime a saltar cada vez que sea necesario en defensa de nuestra ciudad y aprendamos a no vivir en ella sino con ella, porque sí se puede. ¡Juntos podemos!

Estamos celebrando este éxito de la ciudadanía, porque hemos soñado, porque hemos creído, porque no nos ha resbalado una gran injusticia poética. Y para que sigamos soñando y creyendo recurro a unos versos del Libro I de Las Rosas de Hércules, que Tomás Morales le dedica en 1923 a su gran amigo Fernando González, poeta teldense.

Yo sé que hay bravas gentes que desdeñan

El verso noble y la ideal medida,

Para esos pobres seres que no sueñan

¡qué poca cosa debe ser la vida!

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