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De la justicia a la justificación

José Francisco Fernández Belda / José Fco. Fernández Belda

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Como paradigma de esta situación ?ejemplo que puede servir de norma, así define el DRAE esta palabra? cabe citar el caso del padre de Mari Luz Cortés. Era una persona, supongo que con una vida totalmente normal, a la que un suceso fortuito cometido por un delincuente que pasaba por allí le cambia para siempre su modo de ver y entender la vida. Ese asesino le arrebata una parte esencial de su mundo presente y de sus esperanzas e ilusiones futuras: nada más y nada menos que la vida de su hijita. Como paliativo a esa terrorífica situación pide amparo a la Justicia, pero sólo le dan Derecho. Lo empapelan con el Aranzadi pretendiendo convencerlo con leyes y decretos. A don Juan José Cortés lo quieren hacer pasar, una vez y otra, por el Calvario de la humillación, el corporativismo y por ese sarcasmo o parodia pseudo psicológica que es el “buenismo”, teoría basura que penaliza a las víctimas inocentes a la vez que compadece y comprende al delincuente, que según ellos es fruto de la sociedad, intentando hacer corresponsable al damnificado de su propia tragedia.

Cuando este atribulado padre acaba de interiorizar la profunda verdad que encierran aquellas imperecederas maldiciones de “pleitos tengas y los ganes” o “entre abogados te veas”, dirigidas por cierto a personas inocentes y no a delincuentes, se ha de transformar en un especialista en Derecho cuando lo único que pide y exige es Justicia. Todos esperan que Juan José opte por una vía legal y otra para perseguir delitos y negligencias, aunque sospecho maliciosamente que eso es sólo otra trampa “saducea”, como aquellas de Torcuato Fernández Miranda, para dejar las cosas como están y justificarse unos a otros.

“Quien la hace la paga”, con bien fingida indignación claman ahora los políticos que se apuntan a un terremoto populista electorero. Pero el pueblo sabio y soberano sabe muy bien que mienten descaradamente, que unos lo pagan más que otros, que poderoso caballero es don dinero o don cargo público en el poder. Lo han aprendido con sangre y con sucesivos engaños de todos los partidos políticos. Y no sólo ahora, sino ya desde la remota antigüedad.

La diputada de UPyD, Rosa Díez, ha definido de “vergonzoso e indigno” el “espectáculo” que ofrecen PP y PSOE tras la sanción al juez Tirado. Díez señala que actúan como “fariseos”, después de pasarse una semana “alardeando” de haber alcanzado un pacto para repartirse de forma partidista el poder en el CGPJ, como si ese fuera realmente el cáncer que padece el sistema. “¿Pero cómo se atreven a rasgarse las vestiduras en público?”, dice indignada. “Mejor le iría a la sociedad si hubieran dedicado la mitad del tiempo a ocuparse de los verdaderos problemas de la justicia”, se lamentó Díez. Si esta fuera la preocupación de los parlamentarios, y no sus pequeñas miserias partidistas, mejor nos iría a todos y otro gallo le cacarearía también a la indolente oposición, aunque sin exagerar demasiado por aquello de que lo que hago hoy por ti me lo deberás tú mañana, si cambian las tornas.

Y mientras tanto unos y otros fingiendo seriedad y exigiendo respeto, rodeados de parafernalia vacía, aunque apolillada y carísima. “El exceso de símbolos nubla la faz de la realidad”, le hacía decir Morris West a su personaje Monseñor Blaise Meredith en El abogado del diablo. Palacios de justicia, togas, incluso pelucas en algunos países, muchas puñetas y mucho, pero que mucho tiempo para meditar sus decisiones. Pero, me pregunto inocentemente, ¿dónde tienen escondida o secuestrada a la Justicia en ese reino del Derecho?

José Fco. Fernández Belda

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