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Lukashenko contra el Derecho Internacional

El presidente de Bielorrusia, Alexandr Lukashenko, EFE/ Tatyana Zenkovich/Archivo
30 de mayo de 2021 17:47 h

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Un escándalo de graves dimensiones sacude Europa debido a la acción ordenada por el presidente bielorruso que obligó, mediante el empleo de un avión militar tipo MiG-29, a que un avión civil extranjero de la compañía Ryanair y con rumbo Lituania desviara su rumbo, aterrizando para detener a dos de sus pasajeros, el bloguero Roman Protasevich y su novia Sofí Sapega. Es un acto de piratería y propio del terrorismo de Estado.

El bloguero Roman Protasevich  ha sido detenido por, “terrorista” y Lukashenko ha hablado en público delante de un parlamento monocolor. “He actuado de acuerdo al Derecho protegiendo a las gentes y de acuerdo con todos los escritos internacionales. No podía permitir que explotara la bomba que había en el avión sobre nuestro pueblo”. Es loable, sin duda, que Lukashenko quiera proteger al pueblo del que una parte fue masivamente golpeada y detenida por manifestarse en contra de unas votaciones manipuladas.

Uno no sabe bien, oyendo la ardiente perorata del autoritario presidente, si realmente se cree lo que dice o si nos toma, al resto del mundo, por idiotas.

Es propio de los dictadores estimular la adulación y el elogio, así como detestar la crítica y temer la libre expresión de verdades que les desprestigian. Pero parece inédito el grado de miedo que parece tener el todopoderoso Lukashenko al joven bloguero secuestrado y ahora encadenado en una prisión de alta seguridad.

Bielorrusia ha actuado por razones de seguridad porque el avión volaba sobre las fábricas de energía atómica del país. Y claro con un terrorista a bordo Lukashenko tenía que salvar las vidas de sus amordazados ciudadanos.

Lukashenko, nacido el 30 de agosto de 1954,  estudió Agricultura e Historia. De 1975 al 77 fue Instructor de las tropas fronterizas soviéticas en Brest. Fue en 1980-82 representante político de una compañía de tanques del Ejercito soviético. Más tarde sería secretario del PCUS y director de un Sovjose. Apoyó el golpe de estado de Agosto de 1991 contra Mijail Gorbachov.

Después de ser elegido Presidente su mandato es materia de controversia: sus seguidores dicen que logró crecimiento bajo un socialismo de mercado y que evitó los efectos negativos de la “terapia de choque” impuesta en la Rusia de Borís Yeltsin, sus detractores critican un mandato autoritario y le acusan de violación de los derechos humanos, persecución a opositores y de ser “el último dictador” de Europa.

En cualquier caso, su pasado militar y su carrera dentro del aparato de poder burocrático soviético le inclinan al ordeno y mando, así como a ver todo como una operación militar.

Recordemos: Por su edad Lukashenko no hizo la Revolución soviética ni tampoco la defendió durante la Segunda Guerra Mundial.Tampoco tuvo que ver con la desestalinización iniciada por Kruschov y su carrera fue la de un burócrata con mentalidad militar sin haber participado en ningún conflicto armado serio, ni contar con experiencia diplomática. Lo único que sabemos es su apoyo al fallido golpe de Estado contra Gorbachov. El intento de golpe de Estado en la Unión Soviética, también conocido como el Golpe de agosto, duró tres días entre el 19 y 21 de agosto de 1991, en el que un grupo de miembros del Gobierno y del KGB de la Unión Soviética depusieron brevemente al presidente de la URSS Mijaíl Gorbachov e intentaron tomar el control del país. Los líderes del golpe de Estado eran miembros de la llamada “línea dura” del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) y del KGB, que pensaban que el programa de reformas de Gorbachov iba demasiado lejos.

En la delicada situación actual internacional la conducta de Lukashenko no indica responsabilidad de estado, sino nivel de pelea de barrio o política de grupos. Y que utilice la fuerza militar del Estado para un problema político interno es peligrosísimo para su país y para Europa. Es una especie de Trump en versión bielorrusa.

Sin mayores explicaciones, Lukashenko dijo haber recibido de Suiza información de que el avión secuestrado llevaba explosivos a bordo y ponía en peligro la seguridad de las plantas atómicas bielorrusas. Esa acción sólo tiene comparación al secuestro de aviones por grupos terroristas del pasado, con la diferencia de que los terroristas arriesgaban su libertad y su vida, mientras que aquí las vidas arriesgadas han sido las de la tripulación y de todos los 123 pasajeros.

Para algunos de la Izquierda española las acciones de Lukashenko aparecen como una continuidad del régimen soviético digna de ser apoyada y disculpan sus acciones. Incluso alegan que la actitud del domesticado Partido Comunista de Bielorrusia es prueba de la posición de clase. Sin entrar a discutir que una posición de clase no siempre es una postura estatal o progubernamental, recuerdo que el 15 de julio del 2006 el Partido Comunista de Bielorrusia (KPB) propuso la fusión con el Partido de los Comunistas de Bielorrusia (PKB), que era crítico con Lukashenko. Siarhei Kalyakin, secretario de éste último, alega que la tal “reunificación” era una maniobra para eliminarlos políticamente. Fue acusado de europeísta y pro-occidental. El PKB rehusó la fusión y el año 2009 cambió su nombre pasando a llamarse Partido bielorruso de la Izquierda “Un Mundo Justo”. Actualmente, forma parte del Partido de la Izquierda Europea del que formó parte, entre otros, el Partido Comunista de España.

Al no respetar Lukashenko los Tratados Internacionales ni la soberanía está poniendo en duda toda la diplomacia y todos los acuerdos internacionales como hizo Trump recientemente y Hitler en su momento. Y eso en este año 2021 en que ha entrado en vigor el Tratado para la prohibición de Armas Nucleares y en el que los coflictos armados se han intensificado en Oriente Medio.

En concreto, el Tratado para la Prohibición de Armas Nucleares entró en vigor este 22 de enero de 2021 luego de que Honduras se hubiera convertido en el Estado número 50 en ratificarlo, iniciando así un nuevo capítulo en la esfera del desarme. El secretario general de las Naciones Unidas António Guterres aplaudió a los países que han ratificado el acuerdo aprobado por 122 naciones en la Asamblea General en 2017 y destacó el trabajo de la sociedad civil para alcanzar este logro.

“La entrada en vigor del Tratado es un tributo a los sobrevivientes de las explosiones y pruebas nucleares, muchos de los cuales han sido promotores del instrumento”, puntualizó António Guterres en un comunicado.

Entre los grupos que abogaron por alcanzar la vigencia del acuerdo se cuenta la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN), que recibió el Premio Nobel de la Paz en 2017 y cuya directora ejecutiva, Beatrice Fihn afirmó que este suceso marca una nueva era para el desarme nuclear. “Décadas de activismo han logrado lo que muchos creían imposible: las armas nucleares están prohibidas”, recalcó.

El hito se alcanzó un día después de que Jamaica y Nauru presentaran sus ratificaciones, permitiendo que el Tratado entre en vigencia y prohíba las armas nucleares 75 años después de que Estados Unidos lanzara sendas bombas atómicas -las únicas utilizadas en la historia- sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945, al final de la Segunda Guerra Mundial.

El 22 de enero de 2021 es un día que podría pasar a la historia como un viraje decisivo hacia la ‎liberación de la humanidad de un tipo de armamento que –por primera vez– podría borrar la ‎especie humana de la faz de la Tierra. Pero también podría señalar la ‎entrada en vigor de un tratado destinado a no ser más que un pedazo de ‎papel mojado sin valor. Pues pese a la importancia de la entrada en vigor del Tratado, cabe recordar que hasta ahora, Estados Unidos, el Reino Unido, Rusia, China y Francia, las cinco potencias nucleares y miembros permanentes del Consejo de Seguridad, se han negado a firmar el acuerdo.

La posibilidad de lograr la eliminación de las armas nucleares depende, en realidad, no sólo de las grandes potencias, sino de crear un estado de conciencia universal y eso sí depende de todos nosotros como individuos, como miembros de una nación o de un Estado, activos o pasivos en la política y en la sociedad. ‎El ejemplo de la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN), que recibió el Premio Nobel de la Paz en 2017 y su directora Beatrice Fihn, muestran que es posible lo que parece imposible.

La existencia misma de las Naciones Unidas es un ejemplo de lo que parecía imposible. Nacieron oficialmente el 24 de octubre de 1945, después de que la mayoría de los 51 Estados Miembros signatarios del documento fundacional de la Organización, la Carta de la ONU, la ratificaran. En la actualidad, 193 Estados son miembros de las Naciones Unidas, que están representados en el órgano deliberante, la Asamblea General.

La ONU ha evolucionado a lo largo de los años para seguir el ritmo de un mundo que cambia rápidamente. Pero una cosa permanece igual: sigue siendo el único lugar de la Tierra donde todas las naciones del mundo pueden reunirse, discutir problemas comunes y encontrar soluciones compartidas que beneficien a toda la Humanidad.

De acuerdo con la letra del Tratado de Prohibición, los países que lo ratifiquen se comprometen a “nunca, bajo ninguna circunstancia, desarrollar, probar, producir, fabricar o adquirir, poseer o almacenar armas nucleares u otros dispositivos nucleares explosivos”. El texto adoptado el 7 de julio de 2017 en una conferencia de la ONU en Nueva York, representa el primer instrumento multilateral jurídicamente vinculante para el desarme nuclear.

Por eso, cuando Lukashenko habla del peligro atómico que, según él, sobrevolaba Bielorrusia habrá que exigirle que cumpla con los Tratados internacionales firmados por su país y aprobados en la ONU, cosa que no hace desde hace tiempo ni en Derechos Humanos ni ahora con un secuestro aéreo.   

Diversas compañías europeas han anunciado ya su voluntad de evitar el paso por el espacio aéreo bielorruso, Lufthansa, SAS, Air Baltic, entre otras. La televisión estatal bielorrusa afirmó, por su parte, que las autoridades no sabían inicialmente que el periodista y bloguero crítico con Lukashenko se encontraba a bordo del avión. Sin embargo, el propio director general de Ryanair, Michael O'Leary, afirmó que agentes secretos bielorrusos iban en el vuelo desviado y añadió: “Creemos que algunos agentes de la KGB también desembarcaron en el aeropuerto”.

Es cierto que la Unión Europea no siempre actúa como debiera, por sus intereses materiales y estratégicos, pero eso no inhabilita su actual decisión de condenar e imponer sanciones a actos propios de piratas o de situaciones de guerra. El portavoz de la UE, Charles Michel ha anunciado el acuerdo de los jefes de gobierno europeos reunidos en Bruselas prohibe a las compañías aéreas de Bielorrusia utilizar el espacio aéreo europeo, así como salir o aterrizar en los aeropuertos. Al mismo tiempo, se ha ampliado la lista de personas y empresas a las que se prohibe viajes de entrada en el territorio así como la congelación de sus cuentas bancarias.

“La condena de los hechos ha sido unánime, se trata de un ataque a la Democracia, de un ataque a la libertad de opinión y es un ataque a la soberanía europea”-ha dicho Ursula Von der Leyen, Presidenta de la Comisión Europea- “Esta conducta monstruosa necesita una energica respuesta.” La persona elegida como presidenta de la Comisión Europea (que es el cargo de la Sra. Von der Leyen) es el más alto funcionario ejecutivo de la Unión europea. Encabeza la institución que ostenta el brazo ejecutivo del poder comunitario. La presidenta dirige y coordina la acción política y la administración de la Comisión Europea y supervisa sus trabajos e imparte instrucciones a los demás Comisarios e impulsa la actividad del colectivo.

El presidente del Estado Federal alemán de Thüringen, Bodo Ramelow, acaba de escribir en Twitter: “Construir un caso de urgencia aéreo es, en última instancia, un intento de usar la Cosmética para secuestrar un avión. Es simplemente Terrorismo”. Bodo Ramelow que es del Partido Die Linke dice que “hay que prohibir a los aviones de Bielorrusia el sobrevolar y el aterrizaje de las tierras europeas de la EU, así como elevar una demanda a los Tribunales internacionales competentes por esos actos de piratería”.

Ultimamente Alexander Lukashenko ha ido más lejos en sus acusaciones acusando al bloguero secuestrado de “terrorista” y de “asesinato” por haber matado supuestamente a muchas personas.En el momento en el que fue sorprendido por las fuerzas de seguridad, Protasevich venía de cubrir informativos de los actos en Grecia de la líder opositora bielorrusa Svetlana Tikhanovskaya, considerada por parte de la población como la verdadera ganadora de las elecciones. Con tales acusaciones la vida del secuestrado corre peligro si es condenado a la pena de muerte, o si muere, como ha ocurrido a otros opositores, de un ataque cardiaco en la cárcel.

El avión a pocos minutos antes de su destino en Lituania fue obligado por un avión militar a desviarse a Minks .

No cabe duda que los gobiernos europeos han estado ciegos del ojo derecho, pero esta violación de la soberanía europea y de los tratados internacionales no puede ser ignorada ni por la izquierda ni por la derecha pues nos sitúa en Europa al borde de una confrontación cuyos beneficiarios serán los gobiernos de Rusia o Estados Unidos, pero no sus pueblos ni tampoco los pueblos europeos. Entre elegir por el cambio hacia un mundo de paz y coexistencia pacífica, como pretende el recién alcanzado Tratado de Prohibición de Armas Nucleares o un mundo en que no se respeten los Acuerdos ni el Derecho internacional como muestra la acción del gobierno de Lukashenko, no cabe duda que hay que elegir el segundo camino. Cuando truenan las armas callan los argumentos.

Y la Comunidad Internacional, sea la Unión Europea, sea la ONU, sean los organismos que regulan los vuelos a nivel internacional, deben alzar su voz y actuar consecuentemente.

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