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La magia está aquí

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Como cada año, ya está aquí la Navidad; y con ella, la ilusión y la magia para millones de personas en todo el mundo. Papá Noel, Santa Claus, los Reyes Magos de Oriente, el árbol de Navidad... Todas las culturas tienen seres mágicos que nos alegran las fiestas navideñas con su presencia y con sus regalos. Y que, al mismo tiempo, nos invitan a reflexionar sobre lo que hemos hecho durante los últimos doce meses y lo que nos proponemos hacer el próximo año.

Los adultos sabemos que son seres fruto de la imaginación y de una ilusión compartida. Pero la mayor parte de los niños y niñas no piensan del mismo modo. Para ellos son tan reales como nosotros mismos.

El profesor David Bueno i Torrens, investigador de la sección de Genética Biomédica, Evolutiva y del Desarrollo de la Universitat de Barcelona, alude en un trabajo recientemente publicado, a un estudio pionero realizado hace cuarenta y tres años, en 1978, por investigadores de la facultad de Psicología de la Universidad de Texas en Austin, en los Estados Unidos, el cual reveló que las niñas y los niños que creen en la existencia de estos seres mágicos durante más tiempo terminan siendo, en promedio, adultos más felices. Tal como suena. Creer en seres mágicos durante la infancia favorece nuestra felicidad incluso cuando ya somos adultos. 

Según sus investigaciones, realizadas con menores norteamericanos, el 85 % de las niñas y niños de cuatro años creen sinceramente en la existencia de Papá Noel. Este porcentaje se reduce al 65 % a los seis años, y a solo el 25 % al alcanzar los ocho.

Pues bien, hasta esta edad de ocho años, cuanto más tiempo se cree en la existencia de la magia navideña, más probabilidad hay de que al alcanzar la edad adulta sean felices. ¿No es motivo suficiente para mantener estas tradiciones, las propias de cada cultura?

El profesor Bueno cree que “sin duda es suficiente, pero en ciencia es necesario buscar explicaciones a todos los experimentos que se hacen. Así que, ¿por qué sucede esto? Ya en este trabajo de 1978 y en un par de estudios posteriores realizados por el mismo equipo de investigación se demostró algo crucial: creer en estos seres mágicos durante la primera infancia no implica en ningún caso que al alcanzar la adultez estos niños y niñas vayan a ser supersticiosos, algo que sin duda puede preocupar a algunas familias. La preadolescencia se encarga de ponerlo todo en su sitio de que aprendan a distinguir entre fantasía y realidad”.

De manera que en esta fecha de hoy, en estos días (tan señalados), sobran los motivos para disfrutar de la magia y la ilusión navideñas. Sigamos la recomendación de Bueno: “Contagiémosla a las niñas y los niños y dejemos que disfruten tanto tiempo como sea posible del hecho de ser precisamente esto, niños y niñas. No les hagamos crecer antes de tiempo. Que descubran por sí mismos la realidad que se esconde tras estos seres mágicos. De adultos serán, muy probablemente, más felices”.

Disfruten, coman, beban, besen y gocen… compartan. Sean felices. Y cuando pasen las fiestas, los regalos, el consumismo y todo eso, pensemos que hay otros valores. Los que conviene cultivar. 

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