Manifestación y tradición

Una: que los manifestantes que continúan asistiendo a la concentración tienen una moral a prueba de desengaños.

Dos: que tales manifestaciones no sirven para nada ?al menos en los casos que comento- , porque si hubiesen servido para algo, los problemas que se denuncian en tales encuentros populares ya se habrían resuelto. Y resulta que no.

Siempre hubo otro tipo de manifestaciones multitudinarias con su vergonzosa razón de ser, celebradas también anualmente y en fechas señaladas. Las de la madrileña Plaza de Oriente, sin ir más lejos, para expresar millones de adhesiones inquebrantables al anterior Jefe de Estado. Eran hormigueros de gentío de signo totalmente opuesto, claro. Pero, ya saben: por si lo de la amnesia histórica.

De tiempo ha da la impresión de que ciertas manifas otoñales forman parte, digamos, del calendario de actividades del penúltimo mes del almanaque. Cuando Noviembre toca a su fin, en Tenerife hay, desde hace algunos años, dos actos populares a los que el personal se ha ido acostumbrando. El 29, la noche del 29, es San Andrés y se abren las bodegas para probar el vino nuevo, acompañado de platos que solamente se degustan en esta oportunidad, como el pescado salado con castañas. Es una fiesta báquica y vigorosa, que va tomando fuerza con el tiempo, en lugar de sufrir los achaques propios de la vejes. Porque el festejo viene de lejos. Pero, ya digo, goza de una salud envidiablemente pletórica. Antes, sin embargo, de que las barricas brinden su novedoso contenido a los paladares curiosos, unos días antes hay otra actividad, convertida ya en habitual: la marcha ciudadana convocada por Asamblea por Tenerife y la Coordinadora de Pueblos y Barrios “en defensa del medio ambiente y contra la destrucción de nuestra tierra”. El llamado esta vez es para el próximo 24. A uno las motivaciones de los convocantes le parecen bien. O sea, mal. O, a ver si nos entendemos: creo que les asiste la razón y que la fuerza moral de la indignación. Pero, uno supone que muchos de los que participen un año más en la marcha, lo harán más bien en plan romería que convencidos de que su protesta callejera vaya a influir en los planes de políticos y empresarios. El tendido eléctrico del Sur, contra el que se luchó desde esta misma iniciativa, es hoy una realidad horripilante y el Puerto de Granadilla, idem de lo mismo, sigue su camino, sin prisas, pero sin trabas, hacia un final polémico, pero previsto. ¿Tradición?... Vale. ¿Y tenderete?... También. Pero, sin creer ni de coña, que se contribuye así a salvar la Isla de lo que sea.

José H. Chela