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Mejor se lo ve un médico

Eduardo Serradilla Sanchis / Eduardo Serradilla Sanchis

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Sin embargo, además de tan señaladas “virtudes”, muchos de los cargos electos insulares poseen un envidiable “don de la oportunidad”, necesario para anunciar tal y cual medida. En principio, esto tampoco nos debería sorprender, dado el ansia de protagonismo que algunos de ellos demuestran, sobre todo en los medios que les hacen “la ola” y alaban su gestión.

Lo realmente preocupante es la inclinación que algunos de dichos líderes tienen por lanzar a los cuatro vientos propuestas que atacan a las mismas raíces de nuestra sociedad, en unos tiempos en los que la mesura y el buen tino deberían primar sobre el electoralismo barato y el populismo bananero.

Yo aún iría más lejos. No estaría mal que ahora que todavía hay sanidad pública en Canarias ?y antes de que logren privatizarla toda-, acudan a un psicólogo clínico y traten de encontrar una cura para sus problemas. De otra forma, es difícil entender la razón que pueda explicar la relación entre las medidas acordadas por el gobierno central para hacer frente a la crisis que padecemos y el anuncio, por parte de los responsables del gobierno de Canarias, de una nueva reducción en asuntos como educación, sanidad y servicios sociales.

Puede que mi pobre intelecto, muy “de letras” según me han comentado personas de mi entorno, no sea el más indicado para entender las cifras, estadísticas, tablas, gráficos y demás parafernalia barajadas por los responsables económicos y políticos para sustentar la necesidad de dichos nuevos recortes. Aún así, me resisto a pensar que la única forma de sanear las cuentas de la comunidad pase, inexorablemente, por una nueva reducción en áreas tan importantes como la educación, la sanidad y los servicios sociales.

Quizás el problema venga en mi propia apreciación de lo que es importante para una sociedad y lo que no lo es. Para mí, el culto a la personalidad que demuestran muchos de los cargos electos de nuestra comunidad va en contra de lo que pienso que debería ser un servidor público. Los delirios de grandeza, el populismo, la arbitrariedad y una lectura sesgada y partidista de la sociedad, toda ella impregnada de un nacionalismo rancio o de un conservadurismo de peor talante, están en contra de una sociedad que necesita soluciones.

Al final, todos estos factores, sumados a los continuos y diarios derroches que deben soportar las arcas públicas dan como resultado una situación nada gratificante y que sólo buscar beneficiar a una minoría, en detrimento del resto de los ciudadanos.

Y da igual que lo disfracen con más y más cifras, con buenas palabras y, algunas veces, hasta con lágrimas de cocodrilo. Cada vez son más los políticos que se significan por el grado de abandono de los asuntos sociales, la educación y la sanidad, mientras presumen de sus logros al sacar adelante un asunto de tanto calado social como la policía autonómica.

Si de verdad les interesara el futuro de todos los canarios, estarían trabajando “a destajo” para buscar soluciones, ahorrar en gastos suntuarios y lograr ciudadanos librepensantes y no borregos cuyo único interés es ver quién permanece en tal o cual categoría futbolística y con quien está liado tal o cual “famosillo” de tercera categoría.

Si de verdad fueran los servidores públicos que un día juraron y/o prometieron ser, no descansarían hasta lograr repartir todos los fondos asignados para asuntos sociales, para la ley de dependencia, para abrir guardarías, colegios, bibliotecas, y residencias para mayores.

Si de verdad les interesara el futuro, se bajarían de sus coches oficiales, se podrían el mono de trabajo y predicarían con el ejemplo, en vez de estar continuamente huyendo “hacia delante” cuando se ven acorralados por sus propias querencias. No obstante, es mucho más fácil recortar de áreas fundamentales para nuestra sociedad, las cuales terminan por ser un factor determinante cuando se aproximan las elecciones ?además de una buena provisión de ron miel, puesto que los vapores etílicos ayudan a disipar dudas.

Ya solamente les queda imponer en las escuelas la asignatura de Formación del Espíritu Nacional. Con ello, se asegurarían no solamente una educación a la medida de sus necesidades ?y más acorde con su mentalidad- sino que se ahorrarían un potosí en las encuestas pre-electorales. Si se condiciona a los votantes desde pequeños, nada hay que temer en el futuro.

Aunque, no sé si con tanto recorte habría presupuesto para añadir nuevas asignaturas a los ya muy depauperados programas de estudios. De todas, antes de tomar otra decisión, mejor que acudan al médico y les cuente su caso. Yo tengo la sensación de que algo no marcha del todo bien en su cabeza, pero mejor lo hablan con un especialista en el tema y así salimos de dudas.

Eduardo Serradilla Sanchis

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