En Londres existe una cámara de vídeo por cada 14 habitantes. En Gran Bretaña es difícil andar sin ser filmado, hay cuatro millones doscientas mil cámaras. Ese país es el paradigma de la videovigilancia. El Ministerio del Interior británico anunció recientemente que va a instalar cámaras que no sólo vigilan, sino que además van a hablar. Estas cámaras advertirán sobre la marcha a los ciudadanos que cometan algún tipo de infracción. Con todo, los estudios apuntan que el fenómeno de la videovigilancia simplemente está dando sus primeros pasos y que esto no es nada para lo que vamos a ver. El universo que Orwell describió en 1984, el big brother, está aquí y es imparable. Curiosamente se desarrolla con más intensidad en la misma ciudad en que lo imaginó el escritor, en Londres.Cámaras de vigilancia en las estaciones, en la red de tráfico en las calles, en el espacio colgadas del satélite de turno… de seguridad en bancos, tiendas, transportes… de seguimiento en colegios, guarderías, espacios de trabajo… por mera curiosidad en cualquier rincón del mundo donde un internauta haya decidido instalar una webcam… Todo a cambio de una supuesta seguridad que sabemos a ciencia cierta imposible de alcanzar, y de una información que a veces usa esas imágenes para ofender a la verdad. Pero mientras, las cesiones de nuestra libertad, de nuestra capacidad de movimiento, se van entregando cada vez en mayores porciones. Nos han impuesto limitaciones ridículas a la hora de volar, nos vigilan a través de nuestros mails, mensajes de móvil, llamadas, movimientos bancarios, tarjetas de crédito, infracciones de tráfico, paseos por la calle, entradas a establecimientos, traslados…. Eso que sepamos. La intimidad parece que se va a convertir en un lujo al alcance de muy pocos. Porque antes de lo que pensamos a alguien se le ocurrirá que la mejor manera de prevenir un delito, un atentado o una agresión es vigilando al sospechoso en su casa, mientras come, se ducha, ríe o llora. Y como a estas alturas sospechosos ya somos todos, las viviendas se venderán con aire acondicionado y cámaras integradas para que nosotros vigilemos a quienes vengan a nuestra casa y el gran hermano pueda vigilarnos a nosotros, por si acaso. Entonces estaremos más seguros y seremos más felices. ¿O no? Esperanza Pamplona