Las niñas y niños con discapacidad

UNICEF publica cada año el Estado Mundial de la Infancia, el informe más importante de la organización, en el que se recogen los indicadores de desarrollo y bienestar de la infancia en todo el mundo. En esta ocasión, se presta una atención especial a las niñas y niños con discapacidad.

Si bien existe -y de eso soy numerosas veces testigo- una especial atención ante los asuntos que se refieren a la infancia, cuando se abordan determinados temas como la discapacidad, esta sensibilidad se acentúa aún más. Muchos tenemos referencias cercanas acerca de los retos y las luchas cotidianas de estos niños y sus familias.

Esta cercanía nos hace aún más conscientes de los obstáculos y desafíos a los que se enfrentan los niños que viven en países en desarrollo. Como señala el informe, en esas zonas los niños con discapacidad tienen menos probabilidades de poder ir a un hospital o a la escuela. Por el contrario, tienen más probabilidades de ser abandonados, de sufrir abusos, o de ser alejados de sus familias. Situaciones que se ven incrementadas cuando viven, además, en situación de pobreza.

Como madre de una persona con discapacidad, soy consciente de las capacidades, las potencialidades y el espíritu de superación de los niños y, al mismo tiempo, vivo con más indignación las situaciones de injusticia y desigualdad que muchas veces son abocados a vivir debido a los miedos, los prejuicios y la falta de información. Circunstancias que resultan más acuciantes en los países en desarrollo.

Pero el informe habla también de progresos, que son siempre el mejor ejemplo de que es posible hacer algo para cambiar esta situación. En algunos casos se puede apreciar cómo los compromisos adquiridos por sociedades más inclusivas han mejorado la situación de los niños con discapacidad, pero también se destaca la importancia de la prevención o de la intervenir con rapidez. No obstante, señala, esta es una realidad muy desigual.

La infancia con discapacidad es en muchos casos invisible. La falta de análisis en profundidad conduce además a la falta de políticas y servicios de calidad cuya finalidad sea dar respuesta a las necesidades reales de estos niños y a poder desarrollar todo su potencial. En todas estas situaciones, las opiniones de los niños siempre han de ser tenidas en cuenta.

Y a la ciudadanía se le insta a educar la mirada. Cuando uno se fija en la discapacidad antes que en el niño, no sólo está siendo injusto con la persona, sino que está desaprovechando una gran oportunidad para toda la sociedad. Debemos ir más allá del enfoque caritativo, y apostar por la inclusión y la equidad.

Como señala el Director Ejecutivo de UNICEF, Anthony Lake, “el camino que nos espera no va a ser fácil, pero así como los niños no aceptan límites innecesarios, nosotros tampoco debemos aceptarlos.”