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El Papa nos preserva, (mínimamente) con el preservativo
La moral (y también la ética), son tan volubles con el paso de los tiempos y las tecnologías, que cambian como la vida misma de cualquier ser, porque los hechos, costumbres y comportamientos de anteayer, son obsoletos pasado mañana. Pero la jerarquía vaticana, con sus impositivos dogmas de moral y fe catolicistas, se emperran y enrocan en no moverse de sus inefables prédicas, a pesar de los avances de los tiempos en cultura, pensamiento y propias necesidades vitales para la humanidad íntegra, que habita este planeta. Se mantienen en la premisa de la infalibilidad del Papa y sus Cardenales. Cualquier otra opinión es baladí.
El Vaticano quedó anclado en sus contradicciones de moralidad sociológica, tomando caminos distintos a la sociedad actual, para darse la razón a sus postulados católicos, volviendo a un pasado carca de los tiempos del Concilio de Trento (1545 ? 1563), con sus aberradas moralidades que impone a los católicos, y omitiendo las 'revolucionarias' aportaciones, adecuadas a los modernos tiempos, aunque con medio siglo de vejez, que estableciera el Concilio Vaticano II (1962?1965), por los Papas Juan XIII y Pablo VI. Paradójicamente, en este Concilio estuvo invitado el joven Ratzinger, participando con trabajos y aportaciones. Porqué ese cambio a peor y trasnochado, con esta época del s. XXI. El actual Papa, cuando fue Cardenal, dirigía la 'Congregación para la Doctrina de la Fe' (símil al Santo Oficio de la Inquisición, pero sin hogueras), era un feraz cancerbero contra cualquier desviación de las directrices de la curia vaticanista. Tal así que las propuestas de Leonardo Boff, y otros, en su Teoría de la Liberación, para una nueva Iglesia de los pobres y necesitados, según la verdadera doctrina de Jesucristo, fueran condenadas inmisericorde, prohibiendo y excomulgado a todos los herejes apóstatas. Su único interés, eran las teorías de la banca Ambrosiana y sus réditos.
La prohibición del condón y píldoras se mantienen, ya que este plástico no soluciona la terrible pandemia que sufre el mundo con el sida, dicen. En Camerún y Angola (África está ascendiendo en el número de adeptos católicos), dijo el Papa en su visita, que era contrario al profiláctico. Insultante criterio moralista, para estos y otros muchos países africanos que sufren esta implacable mortandad, que destroza familias enteras. La absoluta negación del Papa y los neocons del Vaticano, al uso de esta salubridad para la humanidad, que como se deduce de la historia de la Iglesia, deberán pensar en su inmediata aceptación, a pesar de sus decisiones infalibles e iluminaciones celestiales, tendrán que pedir perdón, en nombre de Dios, en el futuro próximo, a sus creyentes católicos por tan gravísimo y craso error eclesial. Que no ocurra lo mismo que con las Cruzadas, Galileo Galilei, Holocausto, pederastia de los curas, dictaduras militares y otros, para así no ser señalados, una vez más, de ciénagas aberraciones de ideas contranatura.
Solo el uso del preservativo, lo bendice y da esa prebenda el Papa, es permisivo en usos mínimos y señalados, como lo es con la prostitución, para preservar a los débiles pecadores católicos, con las tentaciones demoniacas de la carne. ¿De qué?... porque advierten y dudan de la eficacia del mismo hacia los contagios del sida, con el tozudo: sostenella y no enmendalla. Esta idea, de admitirlo solo para la prostitución, es aún más aberrante. De manera, que ve bien la prostitución, que persiguen por ilegalidad (y permiten hipócritamente), tantos países. Y esta mezquina opción, está en contradicción con los Mandamientos cristianos, que en uno del decálogo, prohíbe tener sexo y fornicar fuera del sacramento matrimonial. Ver para no creer.
Teo Mesa
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