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El paro de España y la situación de Grecia

Eduardo González / Eduardo González

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En cuanto a Grecia, es verdad que tiene una deuda importante, que incluso ocultaron el montante global de la misma, eso sí, con la ayuda de algún banco norteamericano, y que está siendo castigada duramente por los mercados, con peligro cierto de contagiar a otros países como Portugal y España. Por otro lado, os dicen que el motivo de la duda de los inversores por algunos países, entre otros europeos, España, es que sus políticas económicas carecen de credibilidad para los inversores. Terrible, el mundo entero, con personas dentro, en manos del poder del dinero. ¡Que pesadilla!

Es de nuevo la desaparición de la política, con mayúsculas, y en su lugar aparece el dinero, los mercados, como en años anteriores. En que manos estamos, actúan y son despiadados, como es su naturaleza, sólo les guía el beneficio puro y duro, y además no se les puede cambiar, ni eliminar, no se les puede votar ni para poner, ni para quitar. Espantoso.

Tengo para mí que no hay solución inmediata para la actual crisis, como algunos analistas, con cierto rigor, dicen, esta será una crisis profunda y duradera. Que todos saben, aunque callan, que no depende su salida de las políticas aisladas de los gobiernos nacionales y menos de los autonómicos o municipales que los sufren más que los otros. El otro día escuché a una personalidad económica mundial, no recuerdo su nombre, que decía que estábamos tratando el resfriado del enfermo, pero que nos habíamos olvidado de la enfermedad más grave, un cáncer, que era el sistema financiero internacional.

No podemos estar a albur de los mercados, los gobiernos nacionales impotentes, sencillamente a una crisis de carácter global, no cabe responder aisladamente, no se tienen resortes suficientes, y parece que sólo una acción coordinada desde la política democrática, sobre todo de Estados Unidos y de Europa, sería capaz de enfrentarla. Al comienzo de la crisis financiera, la acción de los bancos centrales y de los gobiernos del G-20, paró el desastre del sistema financiero internacional, y ahora parece que no hay la misma determinación. La solución no es más mercado, sino todo lo contrario la vuelta de la política democrática, con mayúsculas, que anteponga el interés de las personas, de los hombres y de las mujeres, por encima de los inversores y los mercados.

Mientras tanto podremos entretenernos con el juego favorito de la derecha política, económica y mediática, echarle todas las culpas a José Luis Rodríguez Zapatero. No sabemos cuanto resistirá en su empeño, que hay que alabar, para hacer que no recaiga, sufren el paro y la falta de crédito, la crisis y su salida en las costillas de los trabajadores y de las clases medias en España.

Alcanzados de nuevo por la vorágine de los acontecimientos y noticias, debemos recordar el origen de la crisis. No vaya que se nos olvide. La crisis actual tiene que ver con los desequilibrios que se han ido produciendo en estos últimos años, en aplicación de las políticas neoliberales, con la distribución de la renta, con un descenso en las rentas del trabajo y un aumento desmesurado de las rentas del capital, tomados en términos porcentuales en relación a la riqueza nacional. Este fenómeno se ha dado en casi todas partes, pero especialmente en el los países de la OCDE. Esta situación produce dos efectos, uno al disminuir el peso de la renta del trabajo se resiente la demanda, se reduce el consumo, y de otro lado, al aumentar las rentas del capital, especialmente las financieras, que buscando mayores beneficios determinaron comportamientos especulativos cuyo resultado fue la crisis financiera.

Y como no se han reformado el sistema financiero, pues este sin ningún tipo de cortapisas actúa, y pone en riesgo la viabilidad no de un Banco, sino esta vez a todo un país y amenaza a otros. Y los demás asistimos impotentes a este atraco a mano armada sin que nadie se atreva a ponerle coto.

Coincidiendo en el tiempo aparece en España, los datos oficiosos, pero dados por buenos, del paro en la encuesta de la EPA. Mal dato, en España supera el 20%, producto de la situación de crisis mundial más la burbuja inmobiliaria. Más grave es la situación de las cifras del paro en Canarias que ya alcanzan el 27,68%, el peor dato de todas las comunidades españolas.

Inmediatamente hemos visto llamar a arrebato, desde la ideología neoliberal, a políticos, medios de comunicación y economistas de la misma cuerda. Y nos abruman con la matraquilla de que la única solución es abordar con decisión la reforma laboral. Díaz Ferrán, presidente de la CEOE, en unas declaraciones realizadas en Las Palmas de Gran Canaria, manifiesta que la solución al paro era una reforma laboral en profundidad. Coinciden en esto con dirigentes del PP, como Pío Escudero, al que acompañan en la misma petición otras personalidades, de todos los campos incluido el financiero, todos cercanos al pensamiento liberal dominante, y afirmando la conveniencia de la reforma laboral. Le recomiendan al Gobierno que coja el toro por los cuernos, que tenga coraje, que no se arredre en tomar medidas aunque sean antipopulares. Lo que en realidad están queriendo decir, es que hagan una reforma laboral, primero de espaladas a los trabajadores y sus representantes, y segundo, que recorte derechos laborales y salariales, por ejemplo el coste del despido y la contratación temporal, incluyen también la reforma de la negociación colectiva, etc.

Todo esto viene a significar un recorte en los derechos de los trabajadores y un nuevo traspaso de rentas de los trabajadores a los bolsillos de los empresarios. El mercado laboral español es intocable, no, se puede reformar para mejorar, para hacerlo más estable y más eficaz, pero la reforma se debe hacer con acuerdo entre empresarios y trabajadores, a través de sus respectivas representaciones, sindicatos y organizaciones empresariales, para entre otras cosas, se pueda aplicar sin conflictividad y no suponga la victoria de una parte sobre la otra.

Lo que se le pide en realidad al gobierno es que se pongan del lado de lo empresarios, y se sumen así a la corriente neoliberal de la salida de la crisis y por tanto, a espaldas de los trabajadores y sus sindicatos, debilitándolos a ambos. Ellos saben, como sabemos nosotros, que la reforma laboral no es la solución inmediata para salir de la crisis, ni para crear puestos de trabajo de forma inmediata, sino este vendrá del incremento de la actividad a económica a través de la demanda, y de la generación de beneficios de las empresas.

No obstante, les traigo para sostener lo que digo una relación de los contratos que están en vigor en España. Y ustedes mismo sacarán las concusiones que estimen oportunas: Tipos de contratos: contrato indefinido, contrato a tiempo parcial: fijos discontinuos y de relevo; por obra y servicio; contratos de formación; en prácticas; trabajo a domicilio; contratos de inserción; contrato eventual por circunstancias de la producción; contratos de trabajo de interinidad; contrato a investigadores; de sustitución por jubilación anticipada; contratos a grupos; no se si me dejo alguno en el tintero. Entonces cual es el problema para contratar, no parece que el empresario tenga dificultades para elegir modalidades distintas para contratar, y sin tener que pagar indemnización por despido, ni despedir cuando le plazca, pues el despido libre ya existe. Pueden despedir sin justificar cuando quieran.

Donde está entonces el problema y la solución a la cuestión. No está, desde luego, en las recetas de los neoliberales. En cuanto a Canarias y el paro y el diferencial con otras comunidades, lo trataremos en otra ocasión.

Eduardo González

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