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Paul Kagame: un genocida contra el hambre

Juan García Luján / Juan García Luján

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Los peores capítulos de la historia de África en los últimos 20 años no se pueden explicar sin la figura de Paul Kagame. La crisis de los Grandes Lagos, los genocidios de los hutus y la terrible guerra en la República Democrática del Congo (calificada por Estados Unidos como la primera guerra mundial africana, con más de 4 millones de muertes), en todos esos capítulos participó el actual presidente de Ruanda.

Esa Bélgica que hoy acoge las civilizadas instituciones europeas, fue una nefasta potencia colonizadora en el centro de África. En Ruanda privilegió a los tutsi (que representaban el 9% de la población) frente a los hutus (el 90%). Con la llegada de la independencia más de la mitad de la población tutsi huyó del país. Entre esas familias que huían estaba el niño Paul Kagame, que pudo formarse en Estados Unidos y regresar a Uganda. Allí formó el Frente Patriótico Ruandés, con el apoyo de Uganda y Francia el Frente Patriótico invadió Ruanda. Logró alcanzar la presidencia de su país en 1994. Aquel niño que había huido con su familia de la persecución que sufrieron los tutsis, promovió la venganza contra los hutus.

Cientos de miles de hutus fueron asesinados y tres millones de ellos tuvieron que huir a países vecinos. Aquel genocidio se contó para el mundo como una salvaje lucha entre diferentes etnias africanas, nada que ver con las civilizadas guerras mundiales. Pero hay que decir que fue una guerra como todas, promovida por unos señores que se conocen y no se matan que provocan la muerte de gente que no se conoce y se mata. Luego vino la intervención militar en la República del Congo. Aquí también se habló de etnias, pero en realidad fue una guerra por el control económico de las minas del coltán, un material imprescindible para fabricar condensadores electrónicos para ordenadores y teléfonos móviles. Más del 80% del coltán que hay en el mundo está en el Congo, por eso los gobiernos de Ruanda y Uganda entraron con sus ejércitos a ese país para robar el mineral y venderlo a Estados Unidos.

Entre los testigos de las masacres ordenadas por Paul Kagame estaban misioneros españoles y cooperantes internacionales que fueron asesinados por grupos paramilitares. La enfermera catalana que residía en Gran Canaria Flors Sirera fue una de las víctimas mortales de esos grupos armados. Los familiares de los españoles asesinados en Ruanda promovieron una querella criminal, su gobierno y sus militares en la Audiencia Nacional en Madrid. En 182 folios se recoge sólo una pequeña parte de sus crímenes.

El secretario general de la ONU, Ban Ki Mon, nombró a Rodríguez Zapatero presidente del grupo internacional de gobernantes que impulsarán el cumplimiento de los Objetivos del Milenio. El vicepresidente de ese grupo es Paul Kagame. Zapatero había invitado a Kagama al Palacio de la Moncloa este viernes, para preparar una cumbre sobre los Objetivos del Milenio que se celebrará en septiembre. Las protestas de organizaciones de derechos humanos y varios grupos del Congreso de los Diputados (entre ellos Coalición Canaria) han llevado al presidente español a suspender el recibimiento a Kagame en el Palacio de la Moncloa.

El presidente ruandés se reunirá con el ministro Moratinos y varios cargos del ejecutivo español en un hotel de Madrid. El mismo ministro de Asuntos Exteriores que hace unos días viajó a la Habana para solicitar la liberación de un grupo de cubanos disidentes, estrechará hoy la mano de uno de los mayores genocidas que sigue presidiendo un gobierno. Así funciona la comunidad internacional, al lado de Paul Kagame los hermanos Castro son los campeones universales de la libertad de expresión y los derechos humanos, hasta Pinochet nos parecería un amante de la humanidad al lado de Kagame. Pero la ONU considera que el presidente ruandés puede aportar un impulso a los objetivos del Milenio, al combate contra el hambre y la pobreza en el mundo. Paul Kagame logró reducir el número de pobres y hambrientos en Ruanda y en la República del Congo. La fórmula es muy sencilla: ponga usted a un genocida al frente del ejército de un país, con bombas y balas se eliminan físicamente a los hambrientos. Muerto el perro se acabó la rabia. La trayectoria política y militar de Kagame es el mejor ejemplo.

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