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El planeamiento urbanístico en Santa Cruz

Eustaquio Villalba / Eustaquio Villalba

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El mismo año del triunfo electoral de ATI, el ayuntamiento de Santa Cruz publicó un libro con el significativo título “Construir la Ciudad” y con el subtítulo “Criterios, objetivos y soluciones generales para la revisión del PGOU” y estaba firmado por el arquitecto José Ángel Domínguez Anadón como responsable del equipo de revisión del Plan general,. El tiempo pasa, el futuro se convierte en presente y, veintisiete años más tarde, nos encontramos con la aprobación de un nuevo PGOU que, a diferencia del anterior, ha despertado una gran polémica y una activa participación de los vecinos. Dos aspectos del plan encabezan los debates: los inmuebles afectados por quedar fuera del planeamiento y el caso de los “agraciados” con licencias de muchas alturas. Fuera de la atención de los medios quedan otros aspectos urbanísticos que son el resultado de la gestión de los políticos y de los autores del plan anterior al recientemente aprobado.

Con respecto al problema de los edificios fuera de ordenación resulta esclarecedor leer el análisis que hacían de Santa Cruz los responsables del Plan a comienzo de los años ochenta. Los primero que llama la atención es que los planes hayan servido de poco en la evolución de la ciudad. Lo dicen los propios redactores: “Comparando el plano actual de Santa Cruz con su Plan General de Urbanización lo primero que se pone de manifiesto es que se trata de un plan incumplido.” [...] “En materia de edificabilidades no fueron de menor importancia las vulneraciones del Plan General dentro del Casco. En el contexto inaugurado con la modificación del 3° - 2°, se sobrepasaron repetidas veces las alturas autorizadas en el Plan para la edificación cerrada. En el año 1.964, una vez que existían numerosos edificios fuera de ordenación, el Ayuntamiento acometió la redacción del llamado Plan de Volúmenes, por el que se homogeneizaba la volumetría del Casco tomando como referencia precisamente los edificios fuera de ordenación, sin establecer ningún tipo de medidas compensatorias del exceso, ni en materia de espacios libres, lo que era exigencia -legal expresa, ni de equipamientos o red viaria y de aparcamientos. En estas condiciones le fue denegada repetidas veces la aprobación de la Comisión Central de Urbanismo, lo que no impidió su aplicación de hecho. En 1975 promulgada la Reforma de la Ley del Suelo que establecía responsabilidades directas sobre los miembros de las corporaciones que hubiesen votado a favor de licencias con cedidas con infracción urbanística, se obtuvo la aprobación definitiva del Plan de Volúmenes por la Comisión Central.” Cabe pensar que una vez que fue detectado el problema de los edificios fuera de ordenación, su número habría disminuido o como mínimo no habría aumentado, pero los hechos demuestran que con el plan redactado por el equipo de José A. Domínguez Anadón ha sufrido los mismos avatares y las mismas consecuencias: el incumplimiento sistemático del PGOU por parte de ATI-CC. Es lógico, son los mismos los que siguen gobernando la ciudad y por eso, edificios construido en las décadas de los ochenta y noventa han engrosado la cifra de viviendas fuera de ordenación ¿Quiénes son los responsables de esta situación? Evidentemente, no los vecinos sino los políticos de la ciudad y los planificadores, puesto que su Plan solo ha servido, en este caso concreto, para empeorar el problema y no para resolverlo.

Los redactores del anterior PGOU de Santa Cruz, cuando hicieron la diagnosis de la ciudad resaltaron las modificaciones hechas en planeamiento y sus consecuencias urbanísticas. En concreto, señalaron como el propio ayuntamiento promovió la modificación de lo previsto en el planeamiento para la bolsa agrícola situada entre Reyes Católicos y La Salle. Excusándose en la abundancia de espacios libres en la zona, Colegio de la Asunción, Estado, Pabellón deportivo, parque Don Quijote y la piscina municipal hacía necesario aumentar los volúmenes, se pasó de una urbanización tipo ciudad jardín a las actuales torres del sector. Y añadían que “lo sorprendente de esta operación es que no se formó el Patrimonio pretendido, sino que los propietarios de las fincas fueron los que desarrollaron las zonas edificables y el ayuntamiento, pasado el tiempo, acabó comprando los terrenos del pabellón deportivo y el Colegio de La Asunción, mientras que el Cabildo cargaba con la compra del estadio.” Pasaron los años y, de nuevo el ayuntamiento capitalino vuelve a congestionar la zona provocando un desastre urbanístico. El Gobierno de Canarias y el ayuntamiento no se les ocurrió otra cosa que destinar el extremo sur de la parcela del colegio a la construcción de un hotel escuela Por cierto ¡qué novedad! saltándose los trámites urbanísticos, privando a los vecinos de unas dotaciones que ya habían pagado. El hotel no solo se hizo obviando la legalidad además, sus déficit son tales que resulta incomprensible como es posible que sea obra de la iniciativa pública. Carece de aparcamientos adecuados para un hotel de esa categoría, taxis y autobuses tiene que parar en la calle para dejar o recoger a los clientes, los vehículos de suministro ocupan a acera y obstaculizan el paso de los peatones obligándolos, en muchos casos a ocupar la calzada, una de las vías claves en el tráfico de la ciudad. El Hotel Escuela es una muestra más de cómo han actuado ATI-CC al frente del urbanismo.

Muchos años después, también se rehizo el estadio y, en lugar de desplazarlo a las afueras de la ciudad para ganar espacios para dotaciones deportivas y de uso vecinal, lo dejaron en la misma parcela. Las consecuencias son una calle destrozada en su traza, una vía comprimida entre el hotel y el volado de la grada del estadio. La actividad de una sociedad privada colapsa el entorno urbano cada quince días y los vecinos no pueden utilizar unas instalaciones que son patrimonio público. Esa es la causa que esta ciudad carezca de zonas deportivas en su casco central y los responsables eran y son, curiosamente, los mismos que ahora salen beneficiados en el nuevo PGOU.

¡Qué decir del nuevo barrio del Cabo Llanos! Todo un ejemplo de mal urbanismo. No había nada cuando los redactores del PGOU se plantearon el futuro de la ciudad, ahora es un zona que nunca tendrá estructura de barrio, solo es una mera yuxtaposición de edificios firmados por afamados arquitectos locales e internacionales y cruzada por vías de alta intensidad de tráfico. A esto hay que añadir que la gran infraestructura cultural de la isla está ubicada pensando en las postales sacadas desde el mar, pero no se dieron cuenta que esto suponía dejar el auditorio fuera de la trama urbana, junto a la disparatada salida del puerto, abierto a todos los vientos y carente del calor que le hubiese proporcionado estar dentro de la ciudad, con taxis y cafeterías en sus alrededores y niños jugando mientras los mayores disfrutan del paseo. La realidad es otra, un carísimo edificio que no ha servido para crear ciudad, para dinamizar un barrio.

También señalaban en el año 83 la enorme colmatación que habían experimentado las laderas de la ciudad, pero basta compara la cartografía de la época para comprobar que este proceso ha continuado hasta la actualidad. Dijeron que enfermedad tenía esta parte de Santa Cruz pero no hicieron nada para curarla. Como ejemplo basta recorrer el barrio de Ifara para saber como no debe hacerse una urbanización, carece de accesos adecuados -de hecho no pasaría un camión grande de bomberos- las aceras son tan estrechas que no caben los contenedores de basura, no hay donde aparcar y no tiene infraestructura de uso vecinal. Eso sí, como es un barrio de clase alta en su parte baja, clase media a más altura y, los más cercanos a Los Campitos, de clase económicamente más baja, cuenta con muchos edificios singulares que llevan la firma de conocidos arquitectos, bloques de pisos y ejemplos de viviendas de autoconstrucción. Pero como dejó en evidencia la riada del 31 de marzo, nadie tuvo en cuenta los riesgos naturales, y por eso no planificaron canalizaciones que drenaran el agua de los fuertes chubascos.

Algo que llama la atención en Santa Cruz, una ciudad que ha contado con brillantes urbanistas, es que se haya permitido que la mayoría de las clínicas y de los hoteles no cumplan los mínimos requisitos de accesibilidad. Basta pararse en la Ramblas un rato par observar los parones de tráfico cada vez que se detiene una ambulancia, taxi o coche particular en el acceso a la clínica Hospiten Rambla. Los vecinos de Santa Cruz no disponen, a pesar de urbe portuaria y de ocupar varios kilómetros de litoral, ni de un solo metro cuadrado para que puedan tomar una cerveza y la conexión puerto ciudad es desastrosa incluyendo el charco de la Plaza de España. Por eso me pregunto ¿De qué urbanismo están hablando los regidores del ayuntamiento y los famosos arquitectos? Me parece que los hechos contradicen sus opiniones, al fin y al cabo los edificios lo han hecho arquitectos y los han autorizado los gobernantes vitalicios del ayuntamiento.

En 1983 el equipo redactor señalaba la necesidad de desbloquear el tema de Las Teresitas, pero la solución propuesta es una muestra de mal urbanismo al disponer dos líneas de edificación siguiendo la concha de la playa, una de seis alturas y otra de “baja altura”. Y, por si fuera poco, también admitían usos residenciales extensivos en los valles de La Huertas y El Cercado, pero no se planteaban, ni planificaban, como iba a acceder tanta gente con el sistema viario disponible hasta San Andrés.

Santa Cruz es una ciudad urbanísticamente destrozada, hecha en función del interés de unos pocos y, visto los resultados, pésimamente gestionada y peor planificada.

* Geógrafo

Eustaquio Villalba*

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