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Las homilías del presidente de la patronal de la construcción tinerfeña (FEPECO)

Eustaquio Villalba

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Cuando el periódico El Día estaba dirigido por su dueño, José Rodríguez, sus editoriales eran calificadas como las homilías de don Pepito (así lo bautizó el “periodista” Andrés Chavez). Todas tenían dos ideas básicas: la independencia de Canarias y la denuncia de la perfidia de los habitantes de la tercera isla (como denominaba a Gran Canaria) por estar empeñados en hundir Tenerife. Según él, los “canariones” sin distinción de clase social, estaban envidiosos de su belleza sin par, de ser la más grande, la más alta y con los mayores montes. Cuando parecía que estas disparatadas opiniones ya solo las sostenían los nostálgicos de la ATI de los primeros tiempos, ahora le ha salido un discípulo aventajado: el presidente de la patronal tinerfeña de la construcción Óscar Izquierdo y que fue, durante muchos años, el segundo de Antonio Plasencia.

Siguiendo el ejemplo de su maestro, (don Pepito, no Antonio Plasencia) todas las semanas el periódico El Día publica las nuevas homilías del dirigente patronal, pero sustituye el tema de la independencia por el ataque a los ecologistas y, en esto, sigue las directrices del delincuente y anterior presidente de los constructores. Pero mantiene, al igual que el fallecido ex director de El Día, la misma y absurda opinión sobre los habitantes de Gran Canaria. El día 8 de abril afirmaba en su artículo que “Tenerife tocada, pero no hundida”. De entrada deja bien claro que para él los intereses de los que vivimos en Tenerife coinciden con el de los constructores. Vamos a ver señor Izquierdo, ¿su antecesor en el cargo defendía los intereses de Tenerife cuando se enriqueció explotando durante años las canteras de Güímar y, además, sin importarle que supusiera un atentado irreversible al medio ambiente? ¿Está en la cárcel por defender Tenerife o por haber sido elemento decisivo en el caso de corrupción de Las Teresitas?

Hay algo en lo que le doy la razón al señor Izquierdo, coincido con su afirmación de que no se planifica bien, pero se olvida de señalar a los responsables de tan nefasta planificación y que no son otros, obviamente, que los responsables de las instituciones públicas durante esos años. Ejemplos de esa mala planificación no faltan precisamente: basta leerse los planes energéticos de Canarias para contrastarlo, o la cantidad de obras hidráulicas inútiles fruto de esa mala planificación como ha sido la construcción de presas o el plan de balsas. Hay que sumar los puertos mal diseñados como fue la dársena comercial o directamente innecesarios, como el de Granadilla; una obra que se planificó como un gran puerto para instalar industrias pesadas, grandes centrales eléctricas térmicas abastecidas con carbón y, posteriormente gas, luego se dijo que sería un puerto para los grandes porta-contenedores y servicios de mercancías dejando el puerto de Santa Cruz como zona de ocio y estación de cruceros turísticos y, por último, como gran centro de reparaciones de las plataformas petrolíferas que afeaban el puerto de la capital. Pero ya, ni eso. Las empresas no quieren trasladarse al nuevo puerto. No será porque no se lo advirtieran a los planificadores y a los empresarios de la construcción de un puerto inútil y, aún así, se empeñaron en construirlo.

Aunque, como se deduce del artículo del presidente de Fepeco, eso no les importa, ellos ya ganaron mucho dinero con la construcción y los únicos que perdemos somos los contribuyentes junto con el patrimonio natural de la isla.

Es evidente que sus propuestas de movilidad ante el colapso circulatorio diario es, de nuevo, una clara muestra de la ceguera de confundir el interés lógico por los beneficios con el interés de la sociedad. Desde los años cincuenta se sabe que las ampliaciones de las autopistas no son la solución a los atascos, sino la causa: cuanto más se favorece la movilidad en vehículos privados mayor es el atasco y, máxime, en una isla tan pequeña. No hacen falta más carreteras, sobran coches. Falta planificar el futuro de la movilidad en la isla que, desde luego no pasa por facilitar el crecimiento de vehículos privados.

Está claro que a los dirigentes de la patronal nuestro patrimonio natural le ha importado bien poco como ha demostrado, sentencia judicial por medio, Antonio Plasencia. Así que la pretendida ironía del señor Izquierdo diciendo que los escarabajos no son un obstáculo para ejecutar las obras en Gran Canaria, no es sino la demostración palpable de que no entiende el valor, ni tan siquiera económico, del patrimonio natural de la isla. Ya está bien de hablar de lo que no sabe, de dar lecciones cuando lo que debería hacer el señor Izquierdo es dar explicaciones de la gestión del anterior presidente y dejar de lado las paranoicas conspiraciones de ecologistas y de los “noistas” para perjudicar a Tenerife y favorecer a Gran Canaria. Está claro que en Tenerife hay, por lo menos, una crisis de liderazgo en la patronal de la construcción, los escritos de su presidente lo demuestran.

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