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Primeras impresiones

José H. Chela / José H. Chela

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Además de rescatar para la política pública y en una corporación de tanto peso como el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria a un personaje de la talla de Jerónimo Saavedra –que será un magnífico alcalde, les pronostico- estas elecciones han dejado claros un par de asuntos que conviene subrayar: uno es que el vuelco de marras no ha sido refrendado por el entusiasmo participativo de la ciudadanía. La abstención, pese a la agresiva campaña que hemos vivido en esta oportunidad, ha sido aún más elevada (un par de puntos) que en 2003 y eso tendría que obligar a los partidos a preguntarse por las causas del desánimo, del rechazo o del hartazgo de los electores. Aunque ponerse a especular sobre cómo habría influido en los resultados una mayor afluencia a las urnas son ganas de ejercitar la imaginación a base de perder lamentablemente el tiempo. Otra de las enseñanzas de estos comicios es que, si el dinero no da la felicidad, tampoco da escaños al parecer y por mucho que se invierta en la operación. Y la tercera –que alguna relación guarda con la anterior- es que en el pecado de no haber reformado a tiempo la ley electoral canaria llevan las fuerzas políticas su penitencia. Los topes electorales han dejado a las puertas de algunas corporaciones y del parlamento algunas siglas que podrían haberse convertido con una presencia mínima en bisagras o llaves capaces de resolver situaciones aritméticas que, así, tal como están las cosas se presentan endiabladamente simples. Juan Fernando ha logrado una mayoría que debiera permitirle formar Gobierno. Pero, todos estamos casi, casi, convencidos de que Coalición Canaria y el maltrecho José Manuel Soria pactarán. Eso dará pie, ciertamente, a un Ejecutivo enfrentado a una oposición poderosa y a importantes instituciones isleñas y nacionales de distinto color ideológico. Pero, la cosa consistirá en mantenerse hasta las generales y ver qué pasa. El candidato socialista tiene la obligación de intentarlo, por supuesto –suerte en el empeño-, aunque la política, aquí, al revés que en otros lugares, sea el arte de lo imposible.

José H. Chela

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