Espacio de opinión de Canarias Ahora
Rakkautta & Anarkiaa 2011
Para empezar, les hablaré dela película argentina Medianeras, de Gustavo Taretto. La película protagonizada por Pilar López de Ayala y Javier Drolas parte de la premisa de lo difícil que es encontrar a tu Wally en el mundo real. Me explico.
Martín y Mariana viven ambos en medio de la anarquía de la abigarrada ciudad de Buenos Aires, e inmersos en su cúmulo de neuras personales. Uno pasa más tiempo delante del ordenador, dado que es diseñador de páginas web, que relacionándose con personas, pues no se siente muy a gusto con ellas. Ella, por su parte, es arquitecta, con miedo a los espacios cerrados, razón por la cual no se sube en un ascensor a pesar de vivir en un séptimo piso, y se gana la vida haciendo escaparates, lo que le permite tener su casa llena de maniquís que cumplen el papel de oyente de sus paranoias.
En realidad ambos buscan una pareja que los entienda, después que sus respectivas parejas los abandonaran, pero dada su manifiesta incapacidad para las relaciones no logran, siquiera, tener una relación virtual aceptable. Por fortuna, para ambos, una ventana abierta en la fachada, una camisa a rayas rojas y blancas, y un impulso no reprimido acabará por unir aquello que estaba destinado a tal efecto.
Hablada también en castellano, aunque sin el acento porteño, es la última película de Pedro Almodóvar, La piel que habito, película que abrió oficialmente el festival internacional de cine de Helsinki.
La piel que habito es una historia de un amor obsesivo y anárquico, el cual lleva al protagonista principal ?interpretado por Antonio Banderas- a cambiar el sexo del joven que abusó de su hija, hecho por el cual la joven se acabó suicidando, y, de paso, traer de vuelta a su esposa fallecida. Banderas interpreta una suerte de doctor Frankenstein obsesionado con crear la réplica perfecta de quien fuera su gran amor, dejando entrever cualidades propias de un Mister Hyde de Robert Louis Stevenson.
El problema que tiene la película es que su director no solo explora nuevos territorios, sino que incide de manera muy tangencial en su imaginario habitual, razón por la que hay momentos en que ni es una película de género, ni una película de Almodóvar, aunque su factura sea impecable. Lo que sí es digno de destacar es la interpretación de sus actores principales; es decir, Antonio Banderas, Elena Anaya, y una impresionante Marisa Paredes.
Otra forma de amor, bastante mejor entendida, es la que nos cuenta Gus van Sant en su última película, Restless. En este caso, la historia gira alrededor del amor que surge entre dos jóvenes, amantes éstos de asistir a funerales de extraños, y cuyo futuro está condicionado por la enfermedad terminal de Annabel. Lo que a primera vista puede parecer un callejón sin salida se convierte en una fábula protagonizada por Enoch, la ya mencionada Annabel, y el mejor amigo de Enoch, Hiroshi, el fantasma de un piloto kamikaze de la segunda guerra mundial. Estos tres personajes formarán un triángulo emocional, caracterizado por la sencillez, la sinceridad y la entrega, a pesar de la crónica de una muerte anunciada que conocemos casi desde el primer momento.
Algo similar se puede decir de la película china The stool pigeon, dirigida por Dante Lam. Sus protagonistas comienzan una relación, en este caso el inspector de policía Don Li y Ghost Junior. El primero necesita al segundo para truncar los planes de una violenta banda de atracadores que asola la ciudad. El problema estriba en que un chivato suele tener sus días contados cuando del crimen organizado se trata, algo que ocurre con Jabber, el anterior chivato a las órdenes del inspector Don Li. Para colmo de males, el inspector tiene un pasado que tampoco le termina de ayudar, hecho que terminará por pasarle factura.
El pasado y la forma de comportarse ante la violencia son también los puntos de apoyo de dos de las cinco películas coreanas presentadas en el festival. En el caso de The Unjust, del director Ryoo Seung-Wan, un resolutivo y ciertamente radical capitán de policía se ve envuelto en una telaraña de conspiraciones, medias verdades, intereses creados y dramas familiares, que acabarán por quebrar todo aquello en lo que cree. Película dura, y a ratos desagradable, The Unjust plantea la duda de, si en el mundo en el que vivimos, es posible sobrevivir sin pasarse el tiempo transgrediendo alguna norma.
Mucho más violenta, extrema y, a ratos, gore es la película de Kim Jee-Woon, I saw the Devil. En ella, un agente secreto se embarca en la persecución y tortura psicológica de un demente asesino en serie que, previamente, ha asesinado a la mujer del agente. Si en un principio uno llega a sintonizar con el agente en cuestión, al final no queda más remedio que admitir que la diferencia entre ambos personajes es meramente estética, porque el animal que lleva el ser humano dentro no tarda en aparecer. Esto no quiere decir que el asesino no se merezca que jueguen con él como él hace con sus víctimas, pero en algún momento hay que trazar una línea.
Igualmente anárquica y psicótica es la película The Enemy, de Dejan Ze?evi?. Situada tras el fin de las hostilidades que asolaron esa parte del globo durante varios años, The Enemy plantea la irracionalidad del ser humano, apoyándose en la paranoia que rodea cualquier conflicto bélico. El encuentro de un grupo de soldados serbios, destinados en medio de ninguna parte, con un ser que representa el Mal les llevará a enfrentarse con sus peores pesadillas, las cuales poco tienen que ver con la minas que desactivan día a día y mucho con la paranoia de una guerra civil que casi termina con la antigua Yugoslavia. Simple, bien rodada, bien contada, y bien resuelta.
Otra guerra totalmente distinta es la que se plantea en la película de Takashi Miike 13 Assassins, versión actualizada del clásico de 1963. Con 13 Assassins, Miike demuestra no solo que es un grandísimo conocedor de la tradición fílmica japonesa en lo que se refiere a las películas de samurái, sino que demuestra ser uno de los mejores directores de cuantos trabajan en el país del sol naciente. La película de Miike es intensa, está primorosamente bien rodada y es capaz de deleitarnos con pequeños momentos de cotidianeidad, que la convierten en una cinta imprescindible.
Un poco menos anárquica y comprometida es la última película de Steven Soderbergh Contagion, o lo que es lo mismo, los efectos de una mortal plaga a nivel mundial. Tal y como suele ser habitual, la película empieza con un paciente cero, en este caso Gwyneth Paltrow, una ejecutiva en viaje por Asia que, al regresar a su casa, cae enferma, contagia a su hijo pequeño y ambos fallecen. El marido ?interpretado por Matt Damon- resulta ser inmune al nuevo agente patógeno, un hecho que lo convierte en uno de los pilares de la trama. Alrededor de él conoceremos a uno de los responsables del CDC de Atlanta, interpretado por Laurence Fishburne, y a su asistente, una doctora interpretada por Kate Winslet; a una doctora de la OMS, interpretada por la actriz Marion Cotillard; y a un combativo bloguero anti-sistema con la cara y los ademanes de Jude Law. Con todos estos personajes, el director rueda una especie de documental donde vemos que, a pesar de la gravedad de la situación, las diferentes personas implicadas van poniendo énfasis en temas que no tienen demasiado que ver con el bien común. Es desalentador ver cómo la autoría de un descubrimiento, el beneficio de una determinada empresa farmacéutica, o la imperiosa necesidad de controlar el flujo de información terminan por importar más que el hecho de encontrar una cura. El final, en el cual conocemos cómo empezó todo, es frío y descorazonador, más que nada porque igual que sucedió una vez puede volver a suceder.
Partiendo de unas raíces mucho más humanas, el festival presentó la película finlandesa de género Syvälle Salattu, de Joona Tena. En ella, la vida de Julia, una abogada de éxito, se ve condicionada por un recuerdo familiar tiempo atrás olvidado, el cual está íntimamente relacionado con el agua. Lo que originalmente iba a ser un viaje profesional, encaminado a conseguir que no se destruyera un enclave natural, se convierte en una lucha contra los miedos y el constante acoso de un espíritu que utiliza el agua como elemento para generar desasosiego y miedo. La película, magníficamente interpretada por Krista Kosonen y Peter Franzén, demuestra que en Finlandia cada día se está logrando hacer un mejor y más convincente cine de género, partiendo de elementos cotidianos, tal y como puede ser el agua.
Termino esto recorrido por la presente edición de Rakkautta & Anarkiaa con una de esas películas que, sin contar nada nuevo, logra convencer por la forma en la que lo cuenta. Drive, del director Nicolas Winding Refn, bebe directamente de dos grandes clásicos del cine de acción de los años 60 y 70; es decir, Bullit, de Peter Yates, y The Driver, dirigida por Walter Hill, en 1978.
En esta ocasión, el personaje principal ?interpretado por Ryan Gosling- es el conductor y así lo conoceremos durante toda la película. El personaje de Gosling está conectado con el personaje de Ryan O'Neal, en la película de Walter Hill. Ambos son fríos, precisos, y los mejores en su trabajo, aunque, a diferencia de la película de Hill, en esta película conoceremos más cosas de la vida privada del conductor. Precisamente por eso veremos cómo el conductor conoce a Irene y a su hijo, Benicio, encuentro que marcará para siempre el resto de su vida. Entremedias, el director no perderá la oportunidad de homenajear al otro clásico ya mencionado, reproduciendo de una forma más o menos mimética la famosa persecución de Steve McQueen a los mandos de un Shelby GT-500, por las calles de la ciudad de San Francisco.
Gosling conduce un Mustang de nueva generación, el cual suena igual que el coche que condujera McQueen, y, en vez de perseguir, es perseguido, pero el look de la secuencia es muy similar. En donde el director sí sabe diferenciarse de las dos películas ya mencionadas es en el desarrollo de la historia que tiene que ver con el conductor, Irene y Benicio, y, en la que a su vez también mantiene, con Shannon, su mentor y amigo.
Tal y como suele ser habitual, el conductor tendrá que hacer frente a los desmanes de quienes solo entienden la violencia como un medio para lograr sus deseos. Al final, el conductor termina por quedarse sin una vía de escape.
Drive simboliza muy bien la idea que motiva el festival Rakkautta & Anarkiaa, un encuentro donde la anarquía de la vida cotidiana, y la anarquía que rodea cualquier relación se convierten en la mejor excusa para pasar unos cuantos días en una sala de cine. El próximo año, más, justo cuando se cumplirá el XXV aniversario del encuentro cinematográfico finlandés.
Eduardo Serradilla Sanchis
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