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Sahara: apuesta energética de la UE
Este “Triple Objetivo 20” (20% en 2020) no es sólo un bonito eslogan: la creación de una nueva «super-red» de energía limpia, pues de eso se trata, tendría un coste de 44.000 millones de euros, que en su mayoría serían de origen público, dado el carácter nacional de las líneas de alta tensión en cada país. La novedad es que la mayor “central” estaría frente a Canarias: Arnulf Jaeger-Walden, responsable del Instituto de Energía comunitario, cree que éste nuevo engranaje energético debería pivotar sobre dos piezas fundamentales: enormes granjas solares en el norte de África y Oriente Medio (con aprovechar únicamente el 0,3% de la luz del sol que existe en estas zonas se cubriría toda la demanda energética de Europa) y la creación de una nueva red eléctrica de corriente directa de alto voltaje (no corriente alterna, como las redes actuales) que envuelva a toda el área para transportar la energía limpia. Además, la energía eólica sobrante del Mar del Norte, procedente del Reino Unido o Dinamarca, y la originada por el poder geotérmico de Islandia, debería enviarse al sur, al tiempo que desde aquí se enviaría electricidad derivada de los rayos de sol para completar las necesidades de consumo.
Según “The Guardian”, las extensiones de paneles solares en el Sahara podrían ser tanto de espejos reflectantes para concentrar el calor en un punto con el fin de hervir agua y mover turbinas, como de células fotovoltaicas. Estas últimas podrían generar en esta región norteafricana hasta tres veces más electricidad que similares paneles instalados en el norte de Europa. En cuanto a la red, la apuesta por la corriente directa de alto voltaje se debe a que son líneas que pueden transportar electricidad a distancias más largas sin las pérdidas de energía que produce la corriente alterna, pues se reducen al 3% por cada mil kilómetros. Además, tienen más capacidad de transporte con un mismo grosor de cable. Otra ventaja es que la corriente directa puede usarse para transferir electricidad entre países que utilizan distintas frecuencias de corriente alterna, como ocurre en Africa. La fuerte inversión que supone la corriente directa, dada la carestía de los mecanismos de transformación de la corriente alterna en la que habitualmente se produce la electricidad, la hace sólo aconsejable para transmisiones a larga distancia que puedan amortizar la inversión. Esta es una de las pocas cosas buenas -y de las buenas nuevas- que trae el barril de crudo por encima de los cien dólares. Así las cosas, el petróleo estaría en retroceso en los mercados de futuros y ahora resultaría que la primera beneficiada, por la cercanía hacia esta red energética futura sería Canarias. Vayan despidiéndose pues en 2020 de las subvenciones a la ultraperiferia y a los lamentos por la lejanía: si esto llega a puerto ?y todas las inercias políticas del mundo así lo indican? el archipiélago va a gozar de la mayor cantidad de energía limpia y más barata del planeta (15 céntimos por kilovatio). Otra cosa es que la despilfarremos, la corrompamos o no sepamos qué hacer con ella...
Federico Utrera
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