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Un Sáhara libre fue el compromiso de España por Marino Alduán Guerra (*)

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Con serenidad, debo disentir públicamente del Sr. Alcalde. Lo mismo que del Sr. Olarte que propone que el Sahara sea un estado libre asociado. ¿De dónde sacamos esa vena paternalista, para dar lecciones o consejos y decirle a un pueblo que lleva más de 30 años sufriendo lo que no está escrito, lo que tiene que hacer?

Puestos a expresar preferencias, la mía es que de acuerdo con lo que han manifestado los representantes de ese pueblo, consigan su independencia. Pero hay declaraciones y decisiones legales internacionales que nos obligan a todos, al Alcalde, al expresidente, al gobierno de España, al de Marruecos y a un humilde servidor. Y ese mandato de las Naciones Unidas, deja claro que la población saharaui debe hablar a través de un referéndum y que lo que decida en votación libre sea respaldado por todos los países democráticos.

A Canarias lo que le interesa son dos cosas, que haya paz y estabilidad en las fronteras cercanas y que haya un país democrático en la otra orilla. Lo que resulte del referéndum será, sin dudarlo, mucho más democrático que el Sahara ocupado hoy y de la realidad política actual del Reino de Marruecos.

¿Cómo se puede sinceramente, pedir la anexión a Marruecos, con lo que está maltratando o torturando a la población saharaui, jóvenes y mayores en universidades y ciudades, en sociedades y colectivos diversos?. Pero más allá de esta realidad dominada, Marruecos no representa ningún referente para un demócrata. Y el miedo a la desestabilización islamista, me recuerda a las excusas que la dictadura franquista atribuía regularmente al enemigo judeomasónico. Lo que sí puede pasar, es que la población saharaui termine por cansarse de tanto desprecio a los derechos fundamentales y a la legalidad internacional. Si eso pasara, los tibios y los cómplices tendrán que asumir sus responsabilidades.

Quienes somos demócratas y fuimos antifranquistas como me consta que fueron entre otros, Saavedra y Olarte, ¿cómo podemos olvidar los efectos y el horror de la dictadura, como es la que se impone hoy a más de 200.000 saharauis estén en el territorio que estén?.

No vale invocar las resoluciones de la ONU contra atrocidades insuperables, como la de Irak o Palestina, decisiones internacionales con las que estamos todos a favor y olvidarnos de acuerdos idénticos, cuando afectan a un pequeño y doliente pueblo como es el saharaui. No vale condenar al PP por su olvido de las resoluciones de la ONU en la guerra de Irak y olvidarse ahora de esas mismas obligaciones, cuando hablamos del Sahara.

En democracia, incluso en el variable escenario internacional, no vale la ley del fonil. Respeto los acuerdos cuando son favorables a mis posiciones y los aplazo cuando me contradicen. La legalidad internacional está con la celebración de unas elecciones libres que resuelvan la ocupación ilegítima de Marruecos ante la pasividad, cuando no cobardía o complicidad del reino de España.

España tiene una deuda con ese pueblo. Los demócratas españoles tenemos una palabra empeñada a favor de los derechos de unas personas que han sufrido hasta el límite, por el único delito de querer ser libres. Esa lucha merece nuestro respeto. Canarias siempre ha sido fiel a esa palabra, ninguna autoridad tiene derecho a romper esa tradición.

Pero incluso, si los argumentos de los derechos humanos, para algunos, no fueran definitivos, la estabilidad de Canarias está en el cumplimiento de esa legalidad internacional. Puede también que las altas razones de Estado sean contradictorias con los intereses de Canarias, en ese caso, una vez más, primero Canarias.

(*) Marino Aduán Guerra, de la Ejecutiva Nacional de Nueva Canarias

Marino Alduán Guerra (*)

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