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Sanidad canaria: en vías de subdesarrollo
No creo que sea tampoco el azar o la mala suerte, sino más bien el fruto de una argucia común y una manera particular de entender la política, que el argumento esgrimido para desviar servicios sanitarios públicos hacia la privada en estas comunidades, haya sido la fuerte presión asistencial y no su inadecuadado modelo de gestión o su falta de previsión.
Estoy convencido de que hay quienes desde lo público no escatiman esfuerzos para que lo privado salga ganando; de que con una mano trazan políticas y presupuestos públicos y con la otra se aseguran de que lo privado salga mejor parado. Estoy convencido de que hay quienes dedican muchas horas de su jornada a que la sanidad pública se deteriore asistencialmente, se descapitalice profesionalmente y se emponzoñe laboralmente, para así provocar un mayor éxodo obligado que engordará a la privada. Estoy convencido de que hay quienes presumiendo de que su prioridad son las personas del común, van a invertir buena parte de su partida de protocolo en trabajar por otras prioridades y otras personas bien distintas.
Claro que es razonable que la sanidad privada complemente a la pública allí donde puntualmente no se puede llegar, pero cosa distinta es descapitalizar la que es de todos para beneficiar a la que es propiedad y beneficio de unos cuantos, que es lo que se pretende allí donde gobierna la derecha.
No hay nadie con uso de razón que se niegue a estudiar fórmulas para aliviar el sufrimiento humano, para disminuir al máximo las listas de espera, para disponer de más camas hospitalarias, quirófanos y profesionales, para dignificar a médicos y usuarios de las urgencias y centros de salud.
A quienes creemos precisamente que la salud es un derecho que no debe depender de la condición social o económica, no nos tienen que convencer de su necesidad e inmediatez, pero somos mayoría los que no estamos dispuestos a que para conseguir ese objetivo a prisa y corriendo, para maquillar resultados y engordar carteras privadas, se haga entrar definitivamente a la sanidad de todos en un callejón sin salida, de consecuencias imprevisibles, de insostenibilidad financiera, laboral y humana a medio plazo. Una insostenibilidad más que anunciada y manifiesta desde hace tiempo por sus profesionales, por los usuarios, por las organizaciones sociales y hasta por el Diputado del Común y el Consejo Económico y Social de Canarias.
No es de recibo echar la culpa del coma sanitario a la inmigración sino a la falta de previsión, planificación y gestión. Haber pensado si no antes las consecuencias de un modelo económico que, basado en la especulación del suelo, la construcción y las muchas camas turísticas, también iba a suponer un desbordamiento de la población. No es de recibo cargar sobre las espaldas, las familias y los bolsillos de los trabajadores de la sanidad las consecuencias de una gestión cargada de vendettas y escasa capacidad de visión y organización.
Las consejeras pasan, las políticas cambian, pero los resultados de sus decisiones pueden terminar por cargarse unas conquistas sociales que para la mayoría de los canarios son trascendentales por que, en muchas ocasiones, su propia vida y la de sus seres queridos, andan en juego. Sra. Consejera, somos mayoría los que le decimos que no. Somos mayoría los que entendemos inaplazable otra visión y otra disposición. Guíese por una vez por el criterio de la mayoría y no por el de su mentor.
* Aureliano Francisco Santiago Castellano es presidente de Nueva Canarias-Nueva Gran Canaria en Telde.
Aureliano Francisco Santiago Castellano *
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