Las tres negaciones
Sin haberme convertido a religión alguna y mucho menos pretender crear cátedra, lo cierto es que para que se dé una traición es necesario que coexista la confianza con los antecedentes. Aunque originariamente el significado de la palabra traición se ubicaba en el entorno de la entrega, de la transmisión, de la enseñanza, poco a poco se ha ido modificando hasta convertirse en lo que ahora conocemos a través de su primera acepción recogida por la Real Academia de la Lengua Española, que no es otra que la falta que se comete quebrantando la fidelidad o lealtad que se debe guardar o tener. Como ha sucedido en otras ocasiones, el cristianismo está en medio de este cambio. De hecho, nos debemos remontar hasta el año 382 con la Vulgata de Jerónimo de Estridón a través de la entrega de Cristo por parte de Judas a través del verbo “tradere”, lo cual la aleja notablemente de su sentido original.
Toda esta reflexión viene a colación sobre el debate suscitado entre una disminución o no de la presión fiscal, que no es otra cosa que la cantidad de dinero que el Estado recibe por parte de los sujetos pasivos obligados a pagar tributos tomando como referencia el producto interior bruto. Paralelamente a este hecho está el denominado esfuerzo fiscal que sirve para medir la incidencia recaudatoria, midiendo la relación entre la presión fiscal y la renta per cápita. Y dicha reflexión se mezcla con la ideología en donde el papel de los impuestos y subvenciones es determinante. Ahora bien, como entre el dicho y el hecho, hay un trecho, puede que los condicionantes ideológicos puedan verse matizados, ya sea porque aprendes a tener empatía y conocimiento de otras áreas las cuales desconocías, o bien porque al final resulta que no tienes toda la razón.
Teniendo en cuenta que estamos en medio de una senda alcista, en lo que los precios de consumo se refiere, es cierto que la herramienta fundamental se centra en el incremento de los tipos de interés, algo que día tras día se nos recuerda cuando contemplamos lo que fue antes y lo que es ahora la cuota hipotecaria que debe ser abonada, sobre todo si el tipo de interés al que fue referenciada es variable. De hecho, el Euribor, que representa el precio al que se prestan el dinero entre sí los diferentes bancos europeos y se utiliza mayoritariamente para referenciar el tipo de interés variable de las hipotecas, crece que te crece estando en la actualidad en el entorno del 1,8%. Cierto que está lejos del cero, aunque también lejos de aquellos tipos de interés de los años noventa, por encima del 10%, con periodos de amortización hipotecaria de unos diez o doce años. De hecho, en la actualidad se ubican en medias cercanas a un tipo de interés del 2,47% a 24 años sobre un importe de casi 150 mil euros.
Ahora bien, se posee otro mecanismo como es la política fiscal. No obstante, se ha dicho por activa y por pasiva que no se toca. O, mejor dicho, que no hacía falta tocarla. Incluso, si se tocaba, era para subir los impuestos porque harían falta para sufragar los gastos derivados de la provisión de bienes y servicios públicos. ¿Y qué es lo que ha ocurrido realmente? Pues que se han tenido que bajar, tanto los de la energía eléctrica como los del gas. Es decir, estamos en camino de repetir la historia cuando Pedro ya, por tres veces, negó. En la actualidad ya llevamos dos. ¿Habrá una tercera? Hagan apuestas.
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