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Valoraciones interpretativas

José H. Chela / José H. Chela

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Ahora, estos días de atrás quiero decir, el Jefe del Estado y algunos gobernantes, mantienen la costumbre, bastante innecesaria por lo demás, de enviar, a través de los medios de comunicación, mayormente televisivos, mensajes navideños o de fin de año a sus contribuyentes. No suelen contar nada interesante o que no sepamos los espectadores, pero puede ser instructivo, curioso o simplemente divertido comprobar de qué manera actúan, vocalizan, gesticulan o mueven las manos nuestros prohombres. Un buen psicólogo, supongo, podría explicarnos, por ejemplo, en qué apartado, en qué párrafo, en qué parte de la pieza oratoria sobresale especialmente la mentira o la insinceridad de los discursos. Eso se ha puesto muy de moda para analizar, por ejemplo, las intervenciones públicas de los padres de Madeleine McCann, la niña británica secuestrada hace ya casi medio año en el sur de Portugal. Nadie ha llevado a su programa televisivo a un psicólogo para que analice las posturas, las miradas y los ademanes de nuestros políticos cuando nos endilgan sus pascuales mensajes, pero estaría bien.

De un modo muy ligero, así por encima, se concluye, por ejemplo, que el Rey, a pesar de las clases recibidas desde hace treinta años, jamás sería llamado ni por un director sordo para interpretar un papel secundario. Es un auténtico desastre y su falta de expresividad solamente es comparable a la de Silvester Stallone, un suponer o ?para los que tengan memoria? a aquel también musculoso Víctor Mature a quien una vez negaron la entrada en un club de Nueva York, porque no permitían la presencia de actores y él se defendió diciendo que no era actor y que tenía a sus espaldas una veintena de películas para demostrarlo.

Sin embargo, Paulino Rivero, según se vio en su plática del 31, tiende a la sobreactuación, que es peor. Guiños, gesticulaciones y manotazos acompañaron un texto bien hilvanado, que, en general, casi todos suscribiríamos si nos lo creyéramos. Pero, a parte de que resulta bastante difícil caer en tamaña credulidad, el histrionismo de nuestro pequeño presidente no ayuda a la confianza.

Vi un tercer discurso. El de Ibarretxe. En el caso del lehendakari es imposible valorar su interpretación, como no puede valorarse la de una marioneta disfrazada de extraterrestre. El señor Spook, pese a la inmutabilidad, lo hacía bastante mejor.

José H. Chela

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