Castro Feliciano dijo no hace poco tiempo que la justicia hay que respetarla, y estoy totalmente de acuerdo, pero también la justicia debe ganarse el respeto de todos los ciudadanos, incluidos los periodistas que opìnamos de lo divino y de lo humano.Vaya por delante que no soy jurista, y por eso me apoyo cuando tengo dudas en amigos expertos que me explican los vericuetos de la Justicia incluso cuando hay burros volando. A muchos jueces y abogados me permitió conocerlos además un cordón umbrilical común, nuestro amor a la Unión Deportiva Las Palmas, y sin dar nombres que no vienen al caso tengo un alto concepto de algunos, y un bajo concepto de otros, quizá los menos. El bajo concepto a nivel nacional lo tengo de Juan Luis de la Rua, el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Valencia, “amiguito del alma” de Francisco Camps, que encima alardeó de tal íntima amistad. Otro bajo concepto a nivel nacional lo tengo de Luciano Varela, que me da la impresión ha querido convertirse en “juez estrella”, lo que tanto le critican a Baltazar Garzón por la via de empitonar a un juez que si no existiera habría que inventarlo. Pero Castro Feliciano, un palmero discreto y comedido, tengo la impresión que siempre ha querido huir de las primeras páginas y de los estrellatos. Por eso repito sin la venia que me ha sorprendido su análisis de la operación “Jable”, porque estoy convencido que con actuaciones como estas es como Lanzarote limpia su imagen. No hay que olvidarse de Marbella.