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La vida sigue igual

Raúl García Brink / Raúl García Brink

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Hasta ahora todo parece seguir el guión habitual tras dos derrotas electorales. Sin embargo, lo que más me llama la atención de la catarsis impulsada por el sector marianista es su falta de credibilidad. ¿A qué se dedicó Rajoy durante la pasada legislatura? ¿Fue rehén, tal y como se nos está haciendo creer, de los aznaristas? En todo este asunto hay cosas que no encajan como, por ejemplo, la pérdida absoluta de protagonismo político de Manuel Pizarro. No parece lógico que Rajoy lo vendiera como el número dos y futuro supervicepresidente económico para después relegarlo al ostracismo. Da la impresión de que Pizarro le fue impuesto a Rajoy del mismo modo que lo fueron Zaplana y Acebes. Pobrecito. Ahora, tras cuatro años de calvario, de no ser el político centrado que realmente era, ha decidido tomar las riendas del partido para retornar a la Isla de los Bienaventurados centristas.

Es la misma estrategia diseñada por el equipo de Aznar en la década de los noventa para llegar al poder, aunque tras la mayoría absoluta se produjo el acto de transformismo político que ya muchos nos temíamos: se desprendió de la piel de cordero centrista y tuvimos que sufrir durante cuatro años el conservadurismo más rancio aderezado con delirios de grandeza en política exterior . Por lo tanto, su centrismo no fue más que una treta, una excusa para alcanzar la mayoría absoluta. Y ahora Rajoy vuelve a repetir la misma estrategia, aunque en este caso le va resultar más complicado llevar a cabo una metamorfosis política mínimamente creíble. Porque si fuera cierto que durante cuatro años anduvo cautivo y desarmado frente al aznarismo, no parece que sea un candidato con los arrestos y la independencia necesarios para dirigir un gobierno. Y si, por el contrario, esta crisis no es más que un proceso de cosmética electoral, mejor es que se vaya buscando un candidato de mayor credibilidad moral y electoral.

Históricamente el centro no ha sido más que un recurso electoral, nunca ha existido como ideología política consistente. Podemos definir el liberalismo, el neoconservadurismo, la socialdemocracia o el socialismo, pero el centro nunca ha ofrecido una ideología política original, sino más bien un discurso hermafrodita, tomando de aquí y de allá lo que en cada momento se ha considerado política y electoralmente rentable. En definitiva, ha sido el recurso electoral alrededor del cual se han situado por conveniencia políticos de diferentes ideologías con el objetivo de alcanzar una mayoría electoral. Y si hubiese alguna duda al respecto sólo hay que recordar lo que fue la UCD y la diversidad de caminos políticos que escogieron las diferentes tendencias tras su desaparición.

En conclusión, el más que probable viraje centrista del PP no será más que un espejismo, el sueño de una noche de verano congresual. No creo que las espantadas que está recibiendo Rajoy dentro de su partido sean producto de discrepancias ideológicas profundas, incluso él mismo ha defendido la necesidad de “moverse” sin abandonar sus principios. Como decía Lampedusa, hace falta que todo cambie para que todo siga igual. Contemplar hace unos días a José Manuel Soria en RNE disfrutando de esos minutillos de gloria mediática fueron la prueba palpable de que efectivamente la vida, en el fondo, sigue igual.

Raúl García Brink

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