Al margen de los partidos que consiguen representación parlamentaria en Canarias, pulula fuera del Parlamento una pléyade de partidos y grupos políticos que no consiguen representación, unos porque el sistema electoral canario es poco equitativo, y otros porque no les vota nadie. Con la ayuda decidida de Nueva Canarias, 13 de esos partidos y partidetes extraparlamentarios presentaron en el Parlamento una propuesta de reforma electoral, a la que han llamado Pacto por la Democracia, para evitar que en los próximos comicios, 150.000 votos efectivamente manifestados por los ciudadanos se pierdan por el desagüe de un sistema que establece topes insulares del 30 por ciento, superiores a los que Turquía usa para evitar que su Asamblea se llene de kurdos disidentes. Es difícil no simpatizar con quienes quieren dinamitar un sistema injusto, y no reírse con la ocurrencia de que hay diez diputados zombis en la Cámara, que serían los que ocupan los escaños que corresponderían a esos 150.000 votos no contabilizados en el reparto. En realidad, en materia de zombis, los extraparlamentarios se han quedado algo cortos: más de la mitad de Sus Señorías son como muertos que caminan por los pasillos y los bares de cercanía, pero no han colado una sola iniciativa parlamentaria jamás. Gente que limita su trabajo a calentar el escaño –en argot se les define cariñosamente como culiparlantes- y que están allí básicamente para levantar una mano en las votaciones y poner la otra a fin de mes.