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Colón y su estancia en Maspalomas

Antonio de Béthencourt

Las Palmas de Gran Canaria —

A propósito de la Declaración del Oasis de Maspalomas como Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de Sitio Histórico, opino:

Sin entrar en polémica, sólo recordar las palabras pronunciadas en el acto de homenaje al Almirante, con motivo del V Centenario de su fallecimiento, al pie de su monumento, en Maspalomas, el 20 de mayo de 2006.

Sólo porque es fácil hablar, sin conocimiento de la Historia, es fácil cometer graves errores...

Estamos conmemorando el V Aniversario en que, un día como hoy, 20 de mayo, en Valladolid, fallecía el Almirante de Castilla, Cristóbal Colón.

Dentro de un rato, hablaremos de cómo fue su triste final. Ahora, ante este monumento, parece más oportuno que descubramos su fuerte personalidad y el valor a nivel ecuménico del Almirante. Y, a renglón seguido, explicaremos por qué y para qué en su último viaje desembarcó en Maspalomas.

Si Colón tuvo una muerte triste, tampoco en los siglos siguientes su personalidad tuvo excesivo relieve. Ya en el siglo XVIII los autores ilustrados se interesaron por el personaje y acumularon documentación. Al siguiente, el siglo de las naciones, como consecuencia de la Revolución Francesa y el orgullo por las mismas, hizo que se reuniera una masa ingente de documentos y grandes historiadores enaltecieran su figura.

Tanto que hasta se discutió el lugar de su nacimiento. Hubo gustos para todo: Colón genovés, sardo, griego, de Chios, e incluso un Colón catalán, balear, extremeño y hasta gallego.

En la centuria pasada, grandes maestros de todos los aspectos historiográficos y con los métodos más estrictos, dibujaron una figura genial y obra maravillosa del Almirante, así como de su sabiduría, pensamiento, comportamiento, incluso aspectos sobre su religiosidad.

Pues bien, aunque el indigenismo mezclado últimamente con el populismo de algunos de los líderes hispanoamericanos le hayan negado el pan y el agua, incluso no hace tanto en Caracas, en medio de una exaltada asamblea, se mancilló no solamente su estatua, sino fue derribada en medio del aplauso del populacho.

Sin embargo, entre el mundo de alto nivel científico, su figura ha sido cada vez más enaltecida. No sólo en cuanto a su nivel náutico, la grandeza de sus empresas, su descubrimiento, psicología, dotes personales, cultura, religiosidad y un largo etcétera, sino que los últimos estudios y biografías están destacando valores como su Atlanticidad. O sea, adivinó una concepción de nuestro océano como un ente unitario. El mar, sus islas, las costas de los tres continentes por él bañados como un hecho unitario. Sir John Elliott fue el patrocinador de esta hipótesis. Hipótesis intuida ya en la década de los cuarenta por Antonio Rumeu de Armas en su monumental Piraterías y ataques navales a las Islas Canarias. Pero Elliott ha dado un paso más. La hipótesis la ha transformado en tesis al entender el océano, sus islas y sus riveras continentales, como una nueva Civilización Atlántica, creada por la Europa marítima occidental, que tuvo sus orígenes con los grandes descubrimientos y se cierra en nuestros días con la Era de la Globalización.

Pues bien, el origen de la misma se debe a Colón, que la intuyó con sus cuatro viajes, y aún más, con sus reflexiones bíblicas sobre la ecumenización de nuestro globo. Colón, precisamente en el cuarto viaje, pretendió ir más lejos. Pasar a descubrir la ruta que le condujera a Cipango y Catay, Japón y China, que de haberlo conseguido, sería el fundador de la economía mundo.

Tras este preámbulo excesivo, descenderemos a algo más concreto: Colón en Canarias y, aún más, Colón en Maspalomas.

No cabe la menor duda que Colón era un buen conocedor de Canarias, sus corrientes y vientos. Siempre eligió las rutas más convenientes para la navegación entre ellas, o la navegación desde ellas. No es raro, pues durante su estancia portuguesa fueron muchos los viajes que realizó en ruta comercial hacia Guinea.

Tanto es así que en sus cuatro viajes tocó en ellas, y más específicamente, en la de Gran Canaria. Si, en los cuatro. ¿Por qué? Sencillamente, Gran Canaria fue la única que conquistó y financió la Corona de Castilla, porque le era imprescindible para su política atlántica en competencia con Portugal para monopolizar el oro guineano.

En los cuatro. En el primero, por mucho que se haya discutido, y aunque están de acuerdo en que aquí envió La Pinta a reparar, porque era la única que estaba en condiciones de prestar con seguridad este servicio. No sólo en Gando, incluso estuvo en Las Palmas. Lo negó radicalmente el prestigioso doctor Cioranescu, y tuvo a su pesar que cantar la palinolia, pues un tinerfeño, Rumeu de Armas, aportó pruebas documentales con la declaración de un testigo ocular de su estancia que fue llamado a declarar en el famoso Pleito Colombino.

Tocó, pues, en el primero. En el segundo, con diecisiete naves, en octubre de 1493, anclaron en el Puerto de las Isletas, aunque no estuviera allí, aunque fuera un solo día (Tejera).

En el tercero, estuvo en La Gomera en 1498. Y, en el cuarto, en el mes de mayo de 1502, se surtieron de cuantos productos había en la isla sus dos carabelas de setenta toneladas, la Santa María, luego Santa Trinidad, y Santiago de Palos, y dos navíos: Gallego y Vizcaína, de cincuenta. El 24 de mayo de 1502, pasaron a Maspalomas para tomar agua y leña.

Nos queda por aclarar una última cuestión ¿cuál fue la razón de esta estadía técnica? Refrescadas de cuanto necesitaban las embarcaciones en el Puerto de La Luz, aún necesitaban agua y leña. De lo obtenido en el Puerto de Las Palmas, Antonio Tejera Gaspar ha estudiado cuantas plantas y animales salieron de las islas para el Caribe, aclarando sus modificaciones como consecuencia de la adaptación a las nuevas condiciones climatológicas y edafológicas.

Las isletas y el istmo, carecían en absoluto de agua. La lejanía de Las Palmas encarecía y llevaba tiempo su suministro. Solución: realizar la aguada en Maspalomas en su famosa Charca entonces con agua apenas salinizada, con la consiguiente durabilidad para viajes tan prolongados. Y Colón y los suyos no fueron los únicos que disfrutaron de esta posibilidad.

Todo esto explica posiblemente que el Puerto se denomine La Luz-Las Palmas. Las naves, una vez cargadas o carenadas, se dirigían a San Telmo para tomar agua del famoso pozo titulado El Pilarillo, hoy Seco. Como recuerdo queda la calle. El pozo era propiedad de la cofradía de mareantes y con ella sostenían la ermita.

Por lo que toca a la leña ocurría algo semejante. El suelo volcánico de las Isletas estaba entonces cubierto de monte bajo. Lo prueba el hecho de que en 1701, Pedro Agustín del Castillo, en su Plan de Defensa de la Isla, que estaría vigente hasta bien entrado el siglo XIX, prohíbe sacar leña de Doramas y las Isletas. Precisa más, como es leña débil, se preserva para el servicio del Castillo de La Luz los que carenaban embarcaciones y para sostener el fuego en la atalaya para casos de peligro.

Finalmente, aunque las fuentes lo silencien, es más que probable que tanto Colón como los muchos que recalarían en Maspalomas para agua, aprovecharan para surtirse de carne caprina. Estos páramos entonces estaban deshabitados, y en sus pastos aparecen manadas de cabras pastoreadas por aborígenes, bien propietarios de las mismas, bien por cuenta de patronos o, incluso, de los todavía insurrectos.

Y ¿por qué Maspalomas? A un buen conocedor de nuestras aguas, como era el Almirante, no se le escapó que la ruta óptima para alcanzar América era costear Gran Canaria por el naciente, desde Las Palmas, para evitar la vuelta a la Isleta y el sector de calmas entre ésta y Tenerife. En resumen, Maspalomas y por tanto, el municipio de San Bartolomé de Tirajana, colaboraron esencialmente en esta misión de tanta trascendencia para la atlanticidad de nuestro Océano, desde sus orígenes.

Atlanticidad que ha servido y sigue sirviendo al mismo objetivo con la exportación de su fruta y otorgando esparcimiento a millones de europeos. Esperamos y deseamos que no entren en estas tierras los problemas paralizantes tan en boga, y sigan siendo oceánicas y cosmopolitas, puntales en el desarrollo de Gran Canaria y el Archipiélago.

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