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El circo de embestidura

'Embestidura'

Ana Tristán

Todo esto del circo de investidura, de las negociaciones y chantajes sillonescos para gobernarnos, no es más que una cortina de humo asfixiante para ocultarnos a todos que somos gilipollas.

¿No se han dado ustedes cuenta? ¿Acaso alguna vez? Yo lo he sentido a fuerza viva esta mañana, después del segundo café, claro, pues antes de este aún no razono, ni empatizo, ni sé dónde empiezan mis pies.

Quieren tenernos distraídos y distraídas, cada uno con su adjetivo (con su número y su género), con el del otro o uno inventado, que aquí todo es subjetivo y el lenguaje es de papel, coja usted su trozo y haga origamis, banderitas o guerras con él. Pliéguelo a su voluntad e ideología, dele la vuelta, estírelo un poco y transforme el mundo. Póngale al verbo su cascabel.

A lo que iba, que los cerros se me pierden, hoy he despertado una vez más del sueño mediático de un gobierno en coalición, perdida ya la vana esperanza ideológica en los pactos y el consenso en aras del bien común. Como buena ciudadana, sierva de la gleba digital, he escuchado las sesiones de investidura, los debates, seguido de cerca el reparto y el conflicto de sillones ministeriales. Y me ha quedado el cerebro seco de tanto intentar entender.

-Camarero, caña aquí.

Va a votar Rita, mis señores desgobernantes. Como sigan sin llegar a algún acuerdo el día 23 de septiembre y convoque su majestad (y la mía) nuevas elecciones, va a ir a votar quien yo me sé. Gasten, como es menester, abultados presupuestos en gráficos de intenciones y encuestas de malestares, que ya les digo yo que a la cuarta cita electoral no va a ir ni el apuntador. Qué hartura de gobierno sin funciones, qué esperpento inhabitable esto de querer creer.

Cómo voy a ponerme de acuerdo con el vecino del cuarto para arreglar las humedades. Cómo me apaño con el del segundo y su concepción de la algarabía y la nocturnidad. Cómo entender a mis abuelos, a su apego centenario y tradicional. Si aquí nadie entiende a nadie, el diferente siempre es facha, casta, rojipardo, perroflauta, machista redomado o directamente débil mental.

-Pablito y Pedro, vuelvan ustedes al chiste (malo) del que han salido, háganme el favor.

-Castigados al rincón de pensar hasta que se pongan de acuerdo, vamos ya.

Para qué habré subido de nuevo a las tediosas cimas de la actualidad, con lo a gustito que estaba yo en la verbena. Me planto aquí. Hasta que estos señores se no se repartan el poder que les cedimos, me bajo al bar.

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