Nada que objetar al fondo de lo publicado aquí ayer en torno al consejo de administración de Megaturbinas de Arinaga, la empresa formada por el Cabildo grancanario, el Puerto y el Gobierno de Canarias. Sólo debemos ofrecerles una matización para que no haya el más mínimo reproche: nuestro admirado Luis Soria no formaba parte de ese consejo, pero allí tenía a dos hombres de su confianza, el director del ITC, Jorge Lorenzo Reina, y Gonzalo Piernavieja. Ambos, junto a Arnáiz, Esteban del Nero y Miguel Jorge Blanco votaron en noviembre contra el acuerdo de iniciar los trámites para que esa empresa pública pudiera optar el negocio de la energía eólica. El único consejero que votó a favor fue Francisco Cabrera, empleado de la Sociedad para la Promoción de Gran Canaria, que a continuación fue despedido por Soria. Por cierto, puestos a aclararlo todo, les recordamos que en octubre pasado, un mes antes de ese consejo, Larry Álvarez dijo en un pleno del Cabildo que no había ningún problema para que Megaturbinas acudiera al concurso. Sin embargo, todos atribuyen a él la llamada telefónica que hizo Miguel Jorge Blanco para tomar la decisión contraria en el famoso consejo del 17 de noviembre. Cosas de la coherencia.