Todo Telde sabe que Antonio Uche es un portento de la gestión pública, que euro que le toca administrar es euro que va directito al interés general, sin apaños y sin cosas raras. Siempre ha sido un tipo serio, desde la época en que ejercía de baterista de los Full Stop, una orquesta verbenera muy popular, y en la que era el encargado de pagar a los chicos de carga y descarga, que injustamente le acusaban siempre de quedarse con las perras. Ante los teclados ejecutaba un par de acordes Octavio Amador Amador, que pronto trabó una estrecha amistad con el baterista, que comprendía sus limitaciones hasta el punto de colocarle un refuerzo con Paco Tacoronte. Como tantos bolos y tantas horas de fragoneta unen un montón, Uche ha rescatado de la carretera a su amigo Amador, al que ha puesto de asesor suyo de su asesoría de él. Ninguno de los dos tiene la más remota idea de gestionar, más allá de saber dónde se coloca un micro o qué cosa es esa tecla negra que los finolis llaman do sostenido. Pero son asesor y asesor del asesor, lo que seguramente conferirá a Telde mucha mayor tranquilidad para seguir adelante y abandonar esa terrorífica sensación de estar en manos de auténticos sinvergüenzas.