No sólo se ha resuelto un conflicto laboral, con lo que tiene de importante en sí mismo un asunto así en cualquier colectivo. Es que además este jueves se ha firmado un acuerdo histórico que supone un paso decisivo en la consolidación de un modelo de televisión pública que ha sufrido todos los ataques posibles ?y otros mil más- desde que es proyecto. La firma entre los sindicatos, los presidentes de los comités de empresa de Gran Canaria y de Tenerife, el director general del ente, el consejero delegado de la productora y los dos consejeros de Radio Televisión Canaria que se han batido el cobre estas semanas (Miguel Guerra García de Celis y Domingo González Chaparro) tiene un enorme significado porque, además de la prórroga por un año del contrato de la productora, erradica una paradoja laboral: que un modelo propiciado por la Comunidad Autónoma propiciara la precariedad en el empleo de unos trabajadores que habrán de ser asumidos, en una futura adjudicación, por la empresa que resulte ganadora del correspondiente concurso. Para el terreno de las anécdotas, la aparición estelar del irrepetible Bermúdez, presidente de turno del consejo de administración de Televisión Canaria, que tomó posesión el mismo día que tocaba firmar el acuerdo. Como a Felipe II.